Junts anunció el 6 de noviembre que bloquearía todas las leyes del Gobierno, desde los Presupuestos a la de secretos oficiales. De esta manera formalizó la ruptura que unos días antes habían avalado las bases del partido. Míriam Nogueras lo explicó con la misma contundencia que ahora, unas semanas después, reclama aprovechar la debilidad de Pedro Sánchez para obtener todo lo que puedan y más.
Explotar la fragilidad parlamentaria del PSOE es lo que Junts ha hecho durante toda la legislatura. Para ser exactos desde que negoció la investidura de Sánchez. Nadie debería escandalizarse, es lo normal cuando un partido debe tejer una mayoría para gobernar. Entra dentro de la lógica. Solo que Junts está abonado a la dramaturgia. Todo lo contrario que partidos como el PNV o Bildu, más dados a la discreción sin que, aprovechando el verbo de moda, eso les rente menos. Incluso cuando sitúan al Gobierno al límite de sus contradicciones ideológicas o le infligen derrotas, los vascos no se recrean en sus triunfos.
Junts puede apuntarse ya tantos importantes desde que proclamó su divorcio del PSOE. La ley contra la multirreincidencia es una victoria, en especial para sus alcaldes, más preocupados por las municipales que por el resto de comicios. Entre todos han situado el debate ahí donde lo quiere la extrema derecha, pese a que muchos juristas subrayan que lo que se necesitan son más inversiones en los juzgados para agilizar las vistas y también invertir en políticas sociales para ir a la raíz del problema, que en muchos casos no es otro que la pobreza. Con esta ley se castigará la miseria con más años de cárcel. Que la derecha compre el discurso ultra es un error pero sorprende menos que quien lo asuma sea el PSOE, un partido que se autoubica en la izquierda.
En las filas de Puigdemont se declaran “satisfechos” por todo lo conseguido en estas últimas cinco semanas y defienden que es la prueba de que su táctica en Madrid es la correcta. “Ha dado excelentes resultados”, presumen. Y ahora lo que le plantean a ERC, después de estar afeándole que sus votos eran “a cambio de nada”, es una alianza para configurar un frente independentista unitario. Puigdemont ya deslizó una idea similar en mayo del año pasado tras la victoria del PSC en las autonómicas. Entonces era para evitar que los republicanos facilitasen la investidura de Salvador Illa y le ayudasen a él a ser presidente de la Generalitat. El desenlace de esa envolvente es conocido.
De nuevo es previsible que en ERC den largas a la propuesta de Junts, cosa que no debería extrañar a nadie. Si el termómetro de las relaciones son las pullas habituales entre Míriam Nogueras y Gabriel Rufián la respuesta está cantada. Pero más allá de los discursos en forma de tuit, la prueba real de si esa mínima unidad es factible será la respuesta que cada uno formule al modelo de financiación singular para Catalunya que socialistas y republicanos acordaron a cambio de la investidura de Illa.
Si no se produce un nuevo retraso, la propuesta del Ministerio de Economía se dará a conocer en enero, o al menos esa es la promesa que le ha hecho a la Generalitat. A partir de ahí empezará una negociación que durará meses y con un ruido que ya se puede dar por descontado. El líder de ERC, Oriol Junqueras, va a ganar protagonismo no solo por su foto con Sánchez en la Moncloa sino porque estará más presente en las negociaciones.
De esa nueva financiación, aunque sea solo un primer documento, depende también que el Govern de Illa tenga presupuestos. Lo tiene más fácil que Sánchez para aprobarlos pero de momento ni Comuns ni ERC han comprometido sus apoyos.
Poco después, se calcula que en el primer trimestre, se dará a conocer la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que tanto socialistas como independentistas confían que sea el aval a la ley de amnistía que Puigdemont necesita para volver sin riesgo a ser encarcelado. Siempre y cuando el Supremo no vuelva a maniobrar para intentar que ni por esas se cumpla la ley. En la Moncloa se aferran a ese regreso del expresident para poder encauzar las relaciones con Junts. Hoy por hoy es pecar de mucho optimismo aunque Sánchez ha demostrado que a tenacidad no le gana nadie.