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La primera casa de partos de Catalunya cierra por falta de personal: “Había riesgo para las pacientes”

Una familia y su matrona, en el Centro de Nacimientos del Hospital de Martorell

Sandra Vicente

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Laura Prada estaba embarazada de su tercer hijo. Tras dos malas experiencias, encontró el Centro de Nacimientos de Martorell (Barcelona), un espacio gestionado por matronas y pensado para atender partos sanos de manera fisiológica, es decir, sin medicación ni intervenciones quirúrgicas. Tan positiva fue su experiencia como paciente que ahora Prada quiere trabajar en el centro. Pero por ahora su deseo no se podrá cumplir, ya que el Hospital de Martorell ha comunicado el cierre “temporal” del espacio por falta de personal.

“En Martorell me di cuenta de que parir puede ser fácil y gratificante si se respetan unas condiciones muy sencillas”, dice Prada. Ahora está a punto de finalizar la carrera de enfermería y empezar a especializarse, un camino que inició con la mirada puesta en el Centro de Nacimientos de Martorell. Esta ingeniera aeronáutica descubrió en el Centro de Nacimientos de Martorell que había una forma distinta de parir tras dos alumbramientos que fueron acelerados farmacológicamente sin su consentimiento, primero en Canadá y luego en Reino Unido, países en los que vivía por su trabajo. Para el último había vuelto a España y residía en Terrassa (Barcelona), desde donde empezó a buscar alternativas.

“No quería dar a luz en un hospital bajo ningún concepto ni repetir las experiencias dolorosas que había sufrido”, relata Prada. El centro, que depende del Hospital Sant Joan de Déu de Martorell, nació en 2017 como la primera casa de partos de Catalunya.

Todo en Martorell es distinto a un hospital al uso: sofás, colores cálidos, espacios amplios y bañeras permiten libertad de movimientos y de elección en cada momento del proceso. Y, solo en caso de que haya complicaciones, se deriva a la paciente al área de ginecología. Además, permite un trato más personal, ya que la madre conoce desde semanas antes del alumbramiento al equipo que la acompañará.

El conflicto se remonta al pasado mes de octubre. Desde entonces han dimitido cinco matronas, dos de ellas durante las navidades. Esta carencia de personal “dificulta poder atender con todas las garantías sanitarias a las mujeres que optan por un parto sin intervencionismo”, comunicaron desde el centro, que ha decidido cerrar las puertas del espacio “mientras no haya personal cualificado suficiente”.

Pero, según las matronas, el problema no es una falta de personal, sino las malas condiciones laborales del centro. Mientras que el Hospital no ha querido concretar con cuántas profesionales cuenta, las trabajadoras del Centro de Nacimientos relatan que su existencia se inició con 14 matronas, de las que ahora quedan apenas cinco. “A dos matronas por turno, teníamos que hacer muchas horas extra y era imposible cumplir con las guardias. Trabajábamos en unas condiciones que no eran seguras. En ocasiones ha llegado a haber riesgo para las mujeres y los recién nacidos que atendíamos”, explica Lluna Orus, matrona de Martorell.

Las matronas, aseguran, pidieron reiteradamente al centro que contratara a más personal, pero los retrasos en la búsqueda “han llevado a gran parte del equipo a 'quemarse' y a situaciones en las que la calidad y seguridad de atención se vieron afectadas”. El Hospital de Martorell, por su parte, ha declinado hacer declaraciones a esta redacción.

Una contraposición de modelos

Las matronas aseguran que pidieron al Hospital que, en lo que se ampliaba plantilla, emitiera un comunicado informando a las pacientes de que no se podía asegurar la atención en el centro y que “incluso quizás era necesario cerrarlo para garantizar al menos una atención segura en la sala de partos”. Esas peticiones, apuntan, no se llevaron a cabo.

El cierre del espacio se dio tras meses de “falta de comunicación con el Hospital”, según las matronas. Orus empezó a trabajar en el Centro de Nacimientos en 2019 y relata un ambiente de trabajo “maravilloso” con sus compañeras. No tanto así con el resto de equipos del centro, con los que asegura que no se llegaron a acuerdos para seguir protocolos comunes.

Las usuarias de el Centro de Nacimientos tienen como hospital de referencia el de Martorell, con su correspondiente equipo ginecológico que hace el seguimiento del embarazo. “Mientras nosotras priorizamos el parto fisiológico, en el Hospital tienen protocolos obsoletos que abogan por la medicalización y el intervencionismo. Tienen una mirada preventiva, cuando la evidencia científica asegura que no solo no es necesario, sino que puede ser contraproducente”, explica la matrona.

Catalunya es una de las comunidades con un porcentaje más elevado de partos por cesárea. Rozando el 27%, supera con creces el máximo del 15% que establece la OMS. Una de las explicaciones a estas cifras se encuentra en que Catalunya es una de las zonas que más privatizan los alumbramientos. En este contexto, los resultados del Centro de Nacimientos –que se incluye en la Red de Hospitales de Utilidad Pública (XHUP por sus siglas en catalán)– eran prometedores de cara a rebajar la tasa de cesáreas. Los alumbramientos por esta vía pasaron del 26% al 12% en este hospital, donde aumentaron hasta el 81% los partos vaginales y se redujo al 7% el número de partos instrumentales.

Ante estos resultados, la Generalitat comunicó en 2022 que su objetivo era impulsar las casas de partos para que pudieran llegar a acoger el 5% de alumbramientos de Catalunya. Pero este escenario está lejos de llegar: la de Martorell fue pionera y hay algunas salas, como la de Can Ruti (Badalona) o la del Hospital del Vendrell, que están despegando, pero a las que les queda camino para llegar a los objetivos marcados. “No hay un compromiso real de las administraciones para apoyar estos proyectos. Los centros que deberían estar desplegados no lo están y los que ya existen no cuentan con recursos”, se lamenta Marta Busquets, abogada y presidenta de la asociación por un parto libre DonaLlum.

Esta asociación, conjuntamente con el colectivo de matronas de el Centro de Nacimientos de Martorell, denuncia que ha habido “impedimentos” por parte del Hospital para que se desarrollara el correcto funcionamiento de esta sala. Así como desde DonaLlum hablan de un posible “boicot” a una actividad que podría poner en peligro la actividad del personal de las áreas de ginecología, las matronas refieren a una carencia de conocimiento. “Falta formación para entender que hay maneras mejores de hacer las cosas. Pero nuestra existencia no es incompatible con la de un ginecólogo; es más, creemos que nos necesitamos”, asegura Orus.

Sin alternativa pública

“Nuestras madres fueron las primeras en dar a luz en hospitales, estiradas, sedadas y sufriendo mucho. De ellas heredamos la falsa creencia de que parir tiene que ser dramáticamente doloroso”, relata Paola García. Ella recuerda su primer parto como una experiencia “traumática”. Fue en el Hospital de Torrejón de Ardoz, en Madrid. No quería repetir, así que se planteó hacer turismo obstétrico e ir a parir a Catalunya, donde está el Centro de Nacimientos de Martorell, que era precedida por su fama. Sin embargo, muchas mujeres tenían este centro como referencia; tantas, que García decidió optar por otra opción.

Su única alternativa al parto hospitalario -experiencia que tenía claro que no repetiría- era contratar una matrona a domicilio. Esa opción le costó 2.500 euros. “Pudimos asumirlo, pero sé que no todas las familias pueden”, cuenta esta mujer, que relata que a pesar de que su segundo parto fue natural, lo recuerda mucho menos doloroso que el primero, en el que contó con epidural.

“Me sentí un sujeto pasivo. No pude decidir nada, estaba totalmente sedada, como inerte. Y esto es muy duro cuando hablamos de algo tan íntimo. Es igual de traumático que estar anulada durante una relación sexual”, ejemplifica García. Lamenta que la administración pública no ponga más recursos para implementar casas de partos, sobre todo sabiendo que su ausencia “supone un gran gasto”. Su primer parto se le quedó “grabado a fuego” y las secuelas físicas y psicológicas requirieron años de consultas y tratamientos para curarse.

Pero no se trata solo de la experiencia personal de García. Un informe de la OMS asegura que los partos no medicalizados “disminuyen las intervenciones médicas y aumentan la prevalencia de la lactancia materna y su duración. Además, mejora el coste-efectividad y los resultados satisfactorios en resultados obstétricos”.

Por todo ello, el cierre de el Centro de Nacimientos de Martorell ha supuesto un “shock” para las mujeres, trabajadoras o usuarias, que lo han conocido. Orus lo define como un espacio “envidiable” y, aunque se muestra abatida, asegura que esta puede ser una buena oportunidad para abrir el debate sobre la autonomía de las mujeres en el parto. “Pedimos cosas muy básicas: libertad, autonomía y espacios de confianza. No entiendo que sea tan difícil de concebir”, remachan desde DonaLlum.  

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