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La probable inmortalidad de Cruyff

Xavier Ribera

“En cierto modo, soy probablemente inmortal”, dijo en su día Johan Cruyff. Ahora, la mortalidad del genio nos evoca aquella frase. En cierto modo y vista la polvareda que el deceso ha alzado, la inmortalidad anunciada por el propio interesado ha pasado de probable a probada. Hace tiempo que 'el Flaco' es eterno y todo hace sospechar que él lo sabía. Un Cruyff imperecedero gracias a un montón de méritos. Destacamos sólo unos cuantos.

Primer mérito: junto con Pelé, Maradona y Di Stéfano, Cruyff forma parte del cuarteto de mejor jugadores de fútbol del siglo XX. Segundo mérito: se le otorga la paternidad del fútbol moderno. Tercer mérito: es el creador del imborrable Dream Team (el de las cuatro ligas consecutivas y el de la primera Copa de Europa del Barça, la de Wembley). Cuarto mérito: el tremendo legado de su fundación, dedicada a la promoción del deporte para niños discapacitados, que le sobrevive. Quinto mérito: él ha sido, desde hace muchos años, el famoso entorno del FC Barcelona, y todo lo que opinaba, gustara más o menos, era escuchado y en gran parte compartido. Sexto mérito: supo cambiar la mentalidad del Barça y, en cierto modo, la de Catalunya, abriendo las miras a ambos. Y séptimo mérito: era el filósofo del fútbol, a él le debemos una enciclopedia de cruyffismos imborrables (“si nosotros tenemos el balón ellos no pueden marcar”, “el dinero debe estar en el campo, no en el banco”, “mis delanteros sólo deben correr quince metros, salvo que sean estúpidos”,“si el equipo contrario tiene un jugador que se desmarca muy bien, no lo marcamos y así no podrá desmarcarse”, “el fútbol se juega con el cerebro”, “si no puedes ganar, asegúrate de no perder”, “salid y disfrutad”, entre otros).

Aunque nunca aprendió a hablar catalán, este 'catalán' nacido en Ámsterdam en 1947 supo sintonizar a la perfección con una Catalunya que le veneró y que ahora le llora. Así, pronto fijó su residencia en Catalunya. No sin problemas con la dictadura franquista, el holandés decidió poner el nombre del patrón de Catalunya, Jordi, a su primer hijo. También defendió abiertamente el derecho a decidir de los catalanes, además de aceptar la dirección de la selección de fútbol del país.

El panegírico puede ser (como él) eterno, así como la gratitud. Justo después de la muerte, rápidamente corrió entre los culés el rumor de la necesidad de honrarle, y hacerlo de manera mayúscula. Toma fuerza la idea de aprovechar la anunciada remodelación del estadio para ponerle el nombre del mito. Estadio Johan Cruyff, suena bien, ¿verdad?

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