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A QUIEN LEA | ¿Para qué sirven las cámaras?

Xavier Ribera

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“Tornem a començar i constatem

darrere el crit el silenci insondable,

el blanc profund en els colors del llenç,

en l’urna fosca el forat de l’aurora.“

Jaume Pérez-Montaner. “Solatge”(2009)

En los momentos difíciles necesitamos a los mejores en las instituciones y tenemos a los peores. Bien lo saben quienes los pusieron y los mantienen. La característica de esta  crisis del Covid-19 es la velocidad. Seguida por las contradicciones. Recogido de  la resolución de la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana, de 27 de marzo de 2020, sobre horarios comeciales autorizados:  “Ante la falta de coordinación existente entre la Conselleria de Economía Sostenible ( …….) y los sectores implicados (sic), procede por parte de esta Delegación del Gobierno en la C.V. dejar sin efecto la Resolución (de 26 de marzo) de la Delegación del Gobierno en la C.V. por la que se limita el horario comercial y se dispone el cierre en domingos y festivos de determinados establecimientos”.  Ni los hermanos Marx, en sus mejores juegos de palabras, hubieran sido capaces de redactar esta disposición, donde se destaca en negrita: “Que en ningún momento se ha consultado con los sectores  (empresariales) antes de adoptar la primera resolución”.

Surrealismo

¿Qué pasó? La Delegación del Gobierno emite una resolución sobre las horas de apertura en establecimientos considerados de primera necesidad. No consulta a los sectores afectados. Además ignora que existe un departamento de la Generalitat Valenciana que tiene la facultad de ordenar el cierre y apertura de los locales comerciales. Emite una disposición sin oír a la conselleria. Al día siguiente tiene que dejar sin efecto sus órdenes, para evitar un choque institucional entre comerciantes, Generalitat y la Delegación de Gobierno que comanda Gloria Calero. Le adjudican la culpa a la conselleria, por no coordinarse con  los sectores económicos, cuando lo cierto es que la Delegación del Gobierno lanzó una resolución sin escuchar ni a la conselleria ni a los empresarios. La Confederación Empresarial, CEV, que aglutina a los grandes distribuidores, comerciantes y a las estaciones de servicio,  hiperactuó y expresó su disconformidad. La paga la conselleria de Rafael Climent y Natxo Costa.

Cámaras ¿Para qué?

Estos despropósitos podrían encauzarse a través de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria, Servicios y Navegación, cuyo objetivo es racionalizar y mejorar la organización económica y empresarial. Existen cinco Cámaras de Comercio en la Comunitat Valenciana, coordinadas por el flamante Consejo de Cámaras autonómico. Dirigido por Lourdes Soriano y presidido por José Vicente Morata. Quien su vez preside la Cámara de Comercio de València, con un director general, Jorge Linares. Ambos asistidos por la secretaria general, Ana Encabo, que pasó directamente de la política autonómica con el PP a tan significado cargo de responsabilidad empresarial y económica. Estas instituciones están avaladas por la distribución geográfica de las diferentes Cámaras de Comercio (Alcoi, Alicante, Castelló, Orihuela y València) y su dilatada existencia en el tiempo. Desde 1886 al servicio de la economía valenciana, deberían dejar patente su capacidad y compromiso existencial en esta crisis. Ahora sanitaria y social.  Con dramáticas consecuencias en el empleo, la productividad y la financiación de las empresas.

Potencial

Las Cámaras de Comercio son oficiales, existen por ley y dependen en sus competencias de la Generalitat Valenciana. Únicas instituciones a las que pertenece la totalidad de las empresas. No son privadas aunque se rigen por el derecho privado. Contradicción del legislador. Por su configuración son el conducto institucional idóneo para canalizar las relaciones entre las administraciones --de las que dependen-- con los sectores económicos, con la sociedad y con las patronales. Las organizaciones empresariales son casi privadas (reciben subvenciones públicas) y defensoras de los intereses particulares de sus afiliados. Debido a las deficiencias de la Ley de 2014 por la que se rigen las Cámaras de Comercio en España—nada coherente, ni democrática--, estas  corporaciones acusan una excesiva subordinación—incoherente-- por parte de las organizaciones empresariales y grandes compañías que acceden a sus órganos de gobierno, mediante el pago de libérrimas aportaciones dinerarias. Un pasteleo. Por esta perversa disposición legal se ha conseguido que Cámaras y patronales  estén vinculadas y enfrentadas al mismo tiempo. Compiten. Responden a un mismo público —las empresas-- aunque son de naturaleza distinta.

Misión

Si las Cámaras de Comercio y la administración tutelante --en el caso valenciano la Generalitat--, tienen sentido de la responsabilidad y de su razón de ser, no dudarían en prestar el mejor servicio a los intereses generales de la economía. Que, además, les compete. Contribuirían así al bienestar del pueblo valenciano, volcando sus recursos humanos (200 empleados), de conocimiento y de corporación de derecho público. Para paliar los efectos de la pandemia de coronavirus que ha descalabrado a los habitantes del País Valenciano. La Generalitat de los sucesivos “Pactes del Botànic”, no ha sido capaz de poner orden y aprovechar el potencial asesor, informador y organizativo de las Cámaras de Comercio. Ahora tiene la oportunidad y la responsabilidad de  hacer de las Cámaras de Comercio entidades idóneas y eficaces para reconstruir el tejido empresarial y productivo de la Comunitat Valenciana. Si no lo consiguen ahora, ¿para qué sirven las Cámaras?

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