Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
Illa ganaría con holgura y el independentismo perdería la mayoría absoluta
Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar
Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

Líneas rojas y límites planetarios, analogías ecológicas para la política

Ilustracion de Vilar Vega - Lineas rojas

Fernando Valladares

Los ecosistemas son complejos, están no sólo llenos de especies sino muy enmarañados por una compleja red de interacciones entre ellas, compleja red de interacciones entre ellasuna red que sin embargo es la esencia misma de su funcionamiento. No es fácil comprender en detalle cómo funciona un ecosistema, aunque se está avanzando mucho en modelar y matematizar su estructura y su función. Los científicos de la ecología han trabajado mucho en destilar y resumir esta estructura y función porque son conscientes de que manejar esta gran complejidad es inviable en muchos de sus proyectos de investigación. Pero además se proponen responder a la imperiosa necesidad de transmitir mensajes claros a la sociedad y a sus dirigentes que puedan ser empleados para la toma de decisiones clave de cara a la sostenibilidad de nuestro planeta. De hecho, la complejidad escala rápidamente a medida que pasamos de un ecosistema pequeño y simple que pueda encontrarse en una determinada región a un ecosistema más global en el que lo local interacciona fuertemente con lo que ocurre a mucha distancia. Ello ha llevado a la delimitación de una serie de límites planetarios límites planetariosque son equivalentes a los conceptos de capacidad de carga de una especie biológica por ejemplo. Estos límites planetarios son auténticas líneas rojas que según la mejor ciencia disponible no deben traspasarse para evitar la entrada en una situación de degradación rápida e irreversible. Son por tanto unas referencias sencillas de comprender y sobre las que resulta factible tomar decisiones sin ser expertos en ecología.

Del mismo modo que no podemos pretender entender el funcionamiento completo de un ecosistema, no podemos pretender que todos entendamos todas las complejas implicaciones de las decisiones políticas ni la miríada de interacciones que se establecen entre todos los políticos que elegimos democráticamente con nuestros votos. Es impensable, además, que la sociedad pueda seguir en detalle los debates, los discursos y las numerosas negociaciones entre políticos y aún menos que la sociedad pueda dimensionar correctamente las consecuencias, los impactos y los efectos colaterales de las decisiones políticas a los que den lugar. Por ello se delega en los políticos. Pero el sistema necesita de mecanismos de seguimiento y control ya que los políticos podrían alejarse del mandato popular. Los políticos podrían sobrepasar ciertos límites que a menos que estén perfilados de manera explícita resultan opacos a la ciudadanía.

Por la misma razón de su complejidad intrínseca no podemos pretender comprender colectivamente el programa político completo de un partido o grupo ni la estrategia económica o social completa de un equipo de gobierno. Es en la práctica poco menos que imposible hacer un seguimiento veraz y profundo de la actividad de nuestros representantes. Pero sí podemos estar pendientes de algunos aspectos puntuales y concretos que nos revelen si todo va bien o si al menos va según lo previsto. Precisamente por ello deberíamos hacer explícitos unos indicadores que de forma tácita vayamos incorporando todos, de forma que pudiéramos tener bien presentes una serie de líneas rojas que nunca deben ser traspasadas. Del mismo modo que se han establecido unos márgenes operativos seguros para la humanidad sobre la base del funcionamiento de los ecosistemas y las presiones que la especie humana ejerce sobre ellos, debemos establecer unos márgenes operativos para los políticos sobre la base de su programa electoral y las presiones de grupos y entidades particulares. Si los políticos escaparan en sus actuaciones de estos márgenes debería resultar primero objetiva y automáticamente demostrable, es decir, no ser materia opinable. Y en segundo lugar, debería poderse poner en marcha mecanismos para recuperar la condición necesaria de operar dentro de los márgenes de seguridad. Creo que tenemos muchos ejemplos en la actualidad de nuestro país que permiten plantear líneas rojas concretas.

¿Acaso no es cruzar una línea roja que un tesorero de un partido político reparta sobres con sobresueldos que anota en una contabilidad B, opaca a Hacienda a pesar de que el contenido de muchos de esos sobres viene cuenta con financiación pública? ¿o que con los fondos públicos de provisión para los ERE se hayan cubierto prejubilaciones fraudulentas, subvenciones a empresas que no estaban en ERE y comisiones desproporcionadascubierto prejubilaciones fraudulentas, subvenciones a empresas que no estaban en ERE y comisiones desproporcionadas? El que un 20% de de los miembros de un partido político elegidos para gobernar esté imputado es una señal objetiva de alarma. No hace falta entender detalles de cada caso ni esperar a que se vea quien acaba en la cárcel. Un equipo con uno de cada cinco de sus miembros imputado simplemente no puede seguir, es preciso poner en marcha un programa alternativo de emergencia mientras se retoman los cauces democráticos. Quizá no sea fácil determinar si la línea roja la ponemos en el 1%, en el 0% o en el 0.01%, pero resulta incontestable que al alcanzar un 20% de imputados se han cruzado varias líneas rojas.

No hace falta por tanto saber muchos detalles para comprender que en estos y otros muchos casos se cruzan líneas rojas. Hay que establecer sin ambigüedades estas líneas rojas mediante consenso y estar dispuestos a reaccionar en consecuencia cuando se traspasan. En los sistemas naturales, cuando se cruzan ciertas líneas rojas, cuando un indicador salta la alarma, se aplica un plan de contingencia. O al menos existe un plan y se trabaja para aportar desde la ciencia las mejores alternativas a la gestión del ecosistema amenazado o las mejores soluciones para revertir la amenaza. Quizá la política y la gobernanza de un nuevo mundo global, complejo y amenazado podrían inspirarse en la ecología de un mundo igualmente global, complejo y amenazado. Mientras avanzamos en la formación de una sociedad educada y reflexiva capaz de ponderar cada vez con más profundidad la complejidad de las interacciones políticas, debemos ir estableciendo las coordenadas precisas de las líneas rojas que nuestra sociedad considere intraspasables. Es lo que se plantea en la ciencia ecológica: mientras avanzamos en nuestra comprensión de la arquitectura de la vida y el funcionamiento de los ecosistemas establecemos márgenes de seguridad. Y los límites, estas líneas rojas de alarma y no retorno son bien concretos, por ejemplo, 1 watio por metro cuadrado de incremento en el forzamiento radiativo asociado a los gases con efecto invernadero, un máximo de un 15% de la superficie terrestre emergida dedicado a cultivos o una tasa de extinción de especies menor a una por cada millón. Y así deberían ser en política para que fueran útiles.

Sobre este blog

Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.

Etiquetas
stats