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Mario Coll, psicoanalista: “Todos tenemos derecho a ser un poco friquis”

Mario Coll

Alicia Avilés Pozo

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Como en la canción de los Rolling Stones, no hay casi nadie que consiga satisfacer todos sus deseos. En la sociedad occidental contemporánea, hay un “I can’t get no satisfaction” que todos repetimos como un mantra ante lo inalcanzable, ante todo aquello que nos genera numerosas frustraciones y sufrimiento. Es el síntoma de una sociedad a la que el capitalismo ha impuesto el “imperativo del goce”, es decir, disfruta siempre y disfruta de todo, sin parar, “algo del todo imposible”.

Esta es una de las reflexiones que realiza Mario Coll, psicoanalista y profesor, hijo del humorista José Luis Coll, con motivo de la aplicación del psicoanálisis al sufrimiento moderno. Este psicoanalista, escritor y profesor de Lengua afincado en Toledo ha escrito varios libros de humor y de investigación, como ‘Dicciomario’, ‘Paseo dialectológico por la Serranía conquense’ o ‘El hipograma Krishna y el otro Saussure'.

Con motivo de una conferencia en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, hablamos con Coll de algunos síntomas colectivos de una sociedad “hiperconectada” que han hecho prácticamente imposible “aprender a vivir con nuestra propia angustia y soledad”.

“Detrás de todo sufrimiento hay una palabra que quiere expresarse, una persona que quiere verbalizar y descubrir lo que le pasa, y el psicoanálisis permite que a través de la escucha se pueda ordenar ese conflicto interno, algo que produce un gran apaciguamiento, cierto bienestar en la medida en que uno mismo comprende la causa y raíz de ese sufrimiento. Salimos de ese ‘no sé qué me pasa, pero estoy jodido’ o de ese ‘tengo miedo pero no sé de dónde procede' para encontrar una explicación”, subraya el experto.

La 'ecoansiedad' y otros nuevos retos

Mario Coll considera que el gran descubrimiento de Sigmund Freud fue que detrás de ese tipo de manifestaciones sintomáticas “siempre hay una palabra que busca ser escuchada” y que actualmente también es un síntoma de la sociedad contemporánea. Evidentemente, argumenta, se manifiesta de otra manera, como está sucediendo con la ‘ecoansiedad’ como angustia frente al cambio climático o con los trastornos emocionales generados por la hiperconectividad en redes sociales.

“En mis clases como profesor lo detecto en adolescentes pero también en adultos en las consultas. Todo está relacionado con la precariedad y la ansiedad respecto al mundo que nos va a tocar a vivir. Es un nuevo síntoma que debe generar soluciones nuevas y desde luego es todo un reto para el psicoanálisis”.

Pero considera este escritor que por encima de todo ello se encuentra el denominado “imperativo del goce”, una situación única donde se exige al individuo que disfrute y consuma sin parar. Hasta los años 70 en la sociedad occidental se trataba de “construir buenos ciudadanos, productores y soldados”, pero ahora “se trata de crear consumidores”. “Cuanto más consumas, mejor, y el discurso capitalista consigue su prevalencia porque ha sabido entender la subjetividad humana, ese gozar sin límite como mecanismo de defensa frente a la angustia”. Ahí incluye desde los móviles hasta las adicciones, “cualquier objeto que nos permite el engaño de creer que todo está más o menos controlado, cuando en realidad no es así”.

Enseñar a “vivir con tu propia angustia”

Por eso considera asimismo que de todo ello subyace el aumento de la ansiedad y la depresión, dentro de las singularidades de cada caso. Explica Mario Coll que lo más importante para una terapia psicoanalítica es enseñar a “convivir con tu propia angustia” y “aceptar la singularidad de cada uno frente a una homogeneización radical a la que se tiende desde las modas o la estandarización de los discursos políticos”.

“Todos tenemos derecho a ser un poco friquis y esto, que puede causar risa, es algo que genera sufrimiento en mucha gente porque ¿qué es ser normal? ¿Dónde está el ejemplo a seguir? Es una angustia que he verificado con muchos pacientes. Consideran que no han hecho lo que sus padres esperaban de ellos, o no tienen el trabajo que les gustaría, o no consiguen sus deseos. Hay unas exigencias de ideales que les impiden aprender a convivir consigo mismos”.

Lo que este experto considera innegable es que hay unos síntomas que cada vez se están generalizando más y que tienen que ver con ese mensaje “goza todo lo que puedas” que se ve constantemente en la publicidad, “en el proceso de consumo insaciable”. Además, apunta que en todo ello hay una “lógica diabólica”: “Ningún objeto va a satisfacer el deseo, sino que produce una multiplicación del mismo”.

Explica Mario Coll que algunas cuestiones como la ansiedad social también forman parte de todo ello. Aunque en cada persona se descubre una casuística particular, hay denominadores comunes que conectan -“como las cuentas de un collar”- con todos estos síntomas y uno de ellos es “no saberse manejar con la propia soledad, con la angustia que produce la incertidumbre y el comprobar que por mucho que nos esforcemos, nada se consigue nunca del todo”. Ahí nombra el “I can’t get no satisfaction” de los Rolling. “Hay mucho conocimiento, pero tampoco produce una mejorar calidad de vida ni nos ayuda a conseguir lo que deseamos. Incluso aunque lo consigamos, el deseo luego será otro”, concluye.

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