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Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.

 

‘Game of Thrones’ (7ª Temporada): los tambores de la Gran Guerra ya resuenan

Foto: loslunesseriefilos.com

Mario Cerdeño

El pasado domingo -madrugada del 27 al 28 de agosto- se acabó la séptima temporada de ‘Game of Thrones’, una de las que más ha dividido a la audiencia desde que la serie echó andar allá en 2011. El capítulo ‘El dragón y el lobo’ (7x07) supuso el punto final al penúltimo acto que lleva a la ficción creada por David Benioff y D. B. Weiss a su octava y última temporada. Por lo tanto, este texto podría contener spoilers.

Hacer una reseña de cada temporada de ‘Juego de Tronos’ se ha convertido en una profesión de riesgo y, es verdad, porque todo está absolutamente analizado a nivel subatómico. Por lo tanto, es increíblemente difícil aportar algo nuevo al debate cuando todo está dicho y pormenorizado. Esta séptima temporada, debido a la velocidad de crucero que ha tomado la historia, ha sido la más cuestionada por la mayor facilidad que ha dado para ver sus costuras.

Ese afán por juntar todas las piezas en el tablero de una manera tan súbita ha hecho que se sienta cierta precipitación en algunas tramas; en el caso de Invernalia (Sansa, Arya y Meñique) que queda muy debilitada y accesoria. De hecho, la muerte de Petyr Baelish -el gran hacedor de conspiraciones de Poniente- supone el sacrificio “inevitable” para encarar el final de la ‘Game of Thrones’. Sansa y Arya, a pesar de los excelentes e interesantes diálogos que se producen entre ambas, son las que han salido más damnificadas de esta séptima temporada.

Sin embargo, el verdadero quebradero de cabeza -incluso comentado por uno de los directores- ha sido la composición del tiempo: las elipsis temporales. Cierto es, que narrativamente las prisas no son buenas y, por eso, en ciertos momentos de la temporada se ha perdido cierta perspectiva y coherencia en el relato. Los viajes relámpagos de dragones, cuervos y personajes han puesto en jaque a una serie que ha dado todo. Ya no da tiempo a lapsus entre trayectos que antes dieron grandes diálogos en temporadas pasadas porque realmente ya está todo sembrado, ahora, solo toca recoger los frutos. Por eso, yo no veo un gran problema en las elipsis más allá de alguna pérdida de cohesión.

La séptima temporada de ‘Juego de Tronos’ ha supuesto el encuentro y reencuentro esperado de varios personajes -Sansa y Arya o Jon y Daenerys- pero, sobre todo, lo más importante se lo lleva la mutación de la historia: del ruedo político a la supervivencia humana; convirtiendo la parte más fantástica del relato en la prioridad. Las conspiraciones por el Trono de Hierro quedan a un lado, excepto, por una Cersei más vengativa y desquiciada; incluso Jaime, su hermano, la abandona. La muerte de Meñique solo dejan a ella y, no olvidemos a Euron Greyjoy, como cisma del nuevo status establecido por la amenaza de los Caminantes Blancos, la denominada Gran Guerra.

Los futuros herederos de Poniente son víctimas de la herencia recibida de sus progenitores. Los sucesos del pasado -mentiras, secretos y toma de decisiones- llegan hasta el presente para modificarlo y, de alguna manera, hacerlo esclavo. Cada uno de ellos -Daenerys, Jon Snow, Sansa, Arya o Theon- intenta tomar sus propias decisiones y escapar de los errores del pasado aunque, evidentemente, es de suma dificultad. Ya que todo, absolutamente todo y casi involuntariamente, tendrá reminiscencias al pasado. Esto traerá consecuencias, incluso, ante un enemigo tan poderoso.

Aegon Targaryen, conocido antes como Jon Snow, es el principal heredero del Trono de Hierro y el personaje heroico por excelencia de la serie, aquel que solo se preocupa del bien común y, que por lo tanto, se convierte en tío de Daenerys. Es la gran revelación de la temporada aunque siempre se tuvo indicios de ello. Un aspecto muy relevante que hará cambiar el panorama de la octava temporada cuando se enteren de esta realidad.

El Rey de la Noche, líder de los Caminantes Blancos y elemento sobrenatural, cambia la realidad de ‘Juego de Tronos’. Durante las seis primeras temporadas fueron esa sombra invisible que planeó toda la serie. De un ser fantasmagórico que solo existía en cuentos, fábulas y pesadillas se ha convertido en una realidad amenazante. El gran jefe a lomos de Viserion, convertido en dragón de hielo, deshace en mil pedazos el Muro y, con ello, la única y última frontera entre la vida y la muerte, lo humano y lo inhumano. Esto modifica el relato para pasar de la guerra política, ineficaz incluso siendo testigo de lo que viene, a la Gran Guerra en la que está en jaque la misma supervivencia de la humanidad.

El relato más “apegado” a nuestra realidad, es decir, el entramado político, social, económico y religioso pierde fuerza esta séptima temporada para dar paso al lado más épico y fantástico. ‘Juego de Tronos’ recoge todo aquello que sembró durante 60 capítulos para ofrecer siete capítulos de acción, venganza y cuentas pendientes. Los personajes se desenvuelven solo y las confrontaciones dialécticas entre ellos siguen siendo igual de brillantes. El público es testigo de las consecuencias y de todo aquello que se plantó. Por eso, más allá de elipsis y deus ex machinas dragoniles, ‘Game of Thrones’ sigue siendo el relato brillante de antaño.

Brillante porque es capaz de ser tan eficaz en las tramas políticas como en la más feroz batalla; además, incluso en el componente fantástico, sigue siendo una excelente radiografía de lo humano. Sus personajes siguen siendo oro líquido y sus confrontaciones dialécticas (Tyrion y Cersei. 7x07) son el indicativo de la gran calidad de ‘Juego de Tronos’. Solo creo en una historia construida por el propio autor y los guionista, y no para el simple entretenimiento del fan.

Esta penúltima temporada de ‘Game of Thrones’ me ha hecho vibrar y, sinceramente, la he disfrutado muchísimo. He entrado en el nuevo juego para dejarme llevar por un show maravilloso. Ahora solo queda contar los días hasta la octava y última temporada.

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