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Aparece el primer estrato arqueológico de la ciudad fenicia de la Vila Joiosa

Imagen del yacimiento fenicio hallado en la Vila Joiosa.

Toni Cuquerella

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El seguimiento arqueológico de la rehabilitación del número 32 de la calle Fray Posidonio Mayor, dirigido por Ana Martínez a finales de 2022 ha hecho aflorar el primer estrato de la antigua ciudad fenicia en la Vila Joiosa. Lo que inicialmente era un simple estrato conservado en una pequeña superficie ha derivado en el hallazgo de fragmentos de ánforas, platos de engobe rojo y cerámicas grises fenicio-púnicos del s. VI a. C., los mismos que aparecen en las tumbas de Casetes.

Y es que hasta la fecha se conocía únicamente el mundo de los muertos, a través de los grandes cementerios de Casetes (desde la segunda mitad del s. VII a. C.) y Poble Nou (desde un siglo después). Ambos han dado numerosas tumbas, algunas muy grandes y elaboradas, que reflejan una sociedad oriental enterrada con joyas, objetos metálicos, cerámicas y otros elementos traídos de Egipto, Canaán y otros lugares del Mediterráneo. Todo apuntaba, según el Servicio Municipal de Arqueología de la Vila Joiosa, a que la ciudad donde vivieron los propietarios de esas tumbas estaba en el cerro del casco antiguo.

Así se ha señalado que, si en algún sitio tenían que aparecer restos de la ciudad fenicia, era precisamente bajo algún inmueble pegado a la muralla renacentista, como este. El motivo es que en 1301 se fundó y levantó Vilajoiosa al estilo de la conquista cristiana, con urbanismo en parrilla. Buscaban un terreno lo más plano posible, y trazaban calles paralelas que bajaban hacia el mar y otras perpendiculares a ellas, a diferencia de las poblaciones islámicas, adaptadas a colinas, con calles tortuosas y empinadas, como Biar o Petrer. Pero Vilajoiosa era una villa nueva, creada desde cero. No ocupaba una población islámica anterior, porque esta no existía, solo quedaban las ruinas de Allon, abandonada 700 años atrás.

Para crear esa superficie plana, hubo que arrasar el centro del cerro y usar estas tierras para terraplenes de la muralla que rodeaba la nueva Vilajoiosa. En otras palabras, había que convertir un montículo en una gran explanada. Y al hacerlo, destruyeron los restos superpuestos de las ciudades anteriores en todo el centro del cerro: la fenicia, la ibera y la romana, levantadas una sobre otra durante 1300 años (desde el siglo VII a. C. al VI d. C.). Solo en los bordes de Vilajoiosa, justo cerca de sus murallas, aquellos estratos antiguos no se arrasaron, sino que se cubrieron y conservaron.

El estrato fenicio lo cortaron para levantar la muralla del río, pero una parte se conservó detrás de ella. Se ha encontrado así el primer testimonio material de la colonia fenicia situada más al norte en la Península Ibérica, fundada en el s. VII a. C., a juzgar por las tumbas de Casetes. Su posición era estratégica, a una jornada de navegación de las ciudades fenicias de La Fonteta (Guardamar) al sur, e Ibiza al este. Era, por tanto, escala en la ruta de navegación entre Gadir (Cádiz) y Canaán, como los fenicios llamaban a su país. Ello explica la riqueza y el exotismo de las piezas halladas en la Vila Joiosa, como los conocidos collares feniciopúnicos de oro, los amuletos de piedra de talco, los huevos de avestruz decorados o la cantimplora egipcia de Año Nuevo, entre muchas otras.

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