“Cuando no hay luz el principio del túnel es como el final, sombra”. Esta afirmación de Nilo Casares sirve de preámbulo a la exposición de Manolo Sánchez en La Llotgeta de la que él es comisario. Porque la falta de luz en los ojos del artista, que va perdiendo progresivamente la visión, es la que provoca que el casi centenar de obras expuestas parezca provenir del reino de las sombras. Sombras cinematográficas, porque son muchos los iconos del cine recogidos en la exposición; sombras bélicas, principalmente de la guerra civil española, sombras de vampiros y de mujeres fatales, igualmente cinéfilas.
Sombras todas ellas debidas al hilo de luz con el que cuenta Manolo Sánchez a la hora de pintar. Con el 5% de visión en un ojo y el 15% en el otro, el artista de Chiva se las ingenia para mostrar 93 obras realizadas casi a tientas, en la que se presume que puede ser su última exposición. Razón por la cual Nilo Casares animó a Sánchez para que produjera tan prolífica serie dedicada a su gran pasión por el cine clásico de los años 50.
Recreando algunos de los iconos de ese cine clásico, principalmente del género negro, del oeste y de vampiros, Manolo Sánchez ha invertido el proceso de creación. Primero los ha dibujado y luego los ha trasladado a la pantalla del ordenador, donde con la lupa de aumento ha podido concluir una obra dominada por la escala de grises, que finalmente ha impreso en un papel especial. El resultado es ‘De luces a sombras’, un amplio muestrario de rostros astillados cuya proximidad al constructivismo se debe más a las limitaciones físicas que a una cuestión de estilo.
“Son los destellos que él va teniendo”, explica Nilo Casares en relación con la serie de trabajos expuestos en La Llotgeta. Trabajos de un pintor con “mirada cinematográfica”, subraya el comisario. Una mirada que parece conjugar la falta de luz con su propia pasión por un tipo de cine, igualmente dominado por las sombras en las que parecen envueltos los personajes. Detectives repletos de claroscuros, mujeres zarandeadas por una vida turbia o vampiros saliendo de la oscuridad a punto de chupar la sangre de una víctima. También está la guerra civil española, que Sánchez rememora mediante vivencias de su pasado en Chiva.
Diseñador gráfico y pintor, Manolo Sánchez accedió a trabajar ‘De luces a sombras’, tras encontrarse con Nilo Casares en La Filmoteca de Valencia para ver Amanecer de Murnau. Esa paradoja de quien perdiendo la vista convoca al comisario de su futura exposición para contemplar entre sombras dicho amanecer de película, también es característico del artista: “Tiene un gran sentido del humor”, puntualiza Casares. Humor de quien alumbra 93 piezas a partir del chorro de sombras que anega su mirada.
De ahí el oportuno título ‘De luces a sombras’. La luz de las estrellas cinematográficas y de los resistentes al franquismo derivando, gradualmente, merced a la amplia paleta de tonalidades grisáceas, hacia el reino de las sombras. Manolo Sánchez, haciendo de la necesidad virtud, ha explotado al máximo la escasa luz de sus ojos para mostrar un caleidoscopio de rostros de enorme fuerza expresiva. Casi un centenar de obras al filo de lo imposible, con La Llotgeta haciendo de testigo mudo de la que puede ser la última exposición de Manolo Sánchez. Salvo que el Amanecer de Murnau le haya vuelto a iluminar por dentro.