La desgracia de nacer toro: un llamamiento al respeto

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Si a día de hoy nacer toro indiscutiblemente es una desgracia, a mi entender la causa la encontramos en una visión humana egocentrista. En una manera de concebir que la vida de todos los seres vivos no merece el mismo respeto.

Esta visión del mundo, que entiende que el hombre está por encima de la naturaleza y la somete a su voluntad, es una visión egoísta y antropocentrista (el humano como centro del Universo), que desprecia las vidas del resto de individuos a los que considera bienes de uso o de cambio, en definitiva, seres inferiores.

Este antropocentrismo, es causante de praxis tan censurables como aquellas en las que se utiliza al toro como divertimento humano, provocando maltrato al animal.

Cuando hablamos de bienestar, nos referimos a que el organismo no debería de presentar alteraciones fisiológicas, las manifestaciones emocionales del animal no deberían de diferir de las que presentan en condiciones normales.

Y en este tipo de espectáculos, los animales sufren dos tipos de sufrimientos:

1. Un sufrimiento emocional: nadie puede negar la existencia de esta sensación, el miedo que sufre el toro es brutal. Existe especialmente un sufrimiento emocional ya no solo durante el acto, sino también de manera previa durante el transporte del animal, que puede ocasionar en él la pérdida de hasta 30 kilos de peso.

2. Y un sufrimiento físico: además del padecido durante el transporte, se tiene que tener en cuenta que a estos animales, antes de la celebración del “festejo”, se les han manipulado los cuernos, lo que se reconoce como causa de altísimo sufrimiento en bóvidos por organismos veterinarios internacionales. Estos procedimientos son para los animales altamente estresantes y dolorosos.

Además, los vacunos tienen mayor cantidad de fibras musculares de contracción rápida, lo que significa que son incapaces de generar energía a través del oxígeno, lo cual provoca que sufran enormemente cuando se les somete a un ejercicio físico para el cual no están preparados, cómo es el que desarrollan durante estos actos.

Se reconocen importantes lesiones en los músculos encargados de la locomoción y en los enderezadores del raquis, así como altísimas elevaciones de las enzimas que nos dicen si hay o no alteraciones musculares, lo cual conocemos como miopatías.

Por si esto fuera poco, además, sabemos que en estas situaciones, los animales sufren lo que se conoce como acidosis metabólica, que es un parámetro inequívoco para medir el sufrimiento en los bóvidos, una complicación médica que puede provocar la muerte en seres humanos y también en animales.

Al mismo tiempo, se reconoce la elevación de los marcadores de la función renal y hepática y por supuesto altas elevaciones de las hormonas del estrés.

Además de todo este calvario, los bóvidos sufren una intensa hipoxia puesto que presentan, en su sangre y en sus tejidos, altos niveles de dióxido de carbono y niveles de oxígeno por debajo de lo que sería deseable.

Todas estas son razones a sumar a las ya evidentes lesiones por caídas o a las quemaduras en la cara, en el caso del toro embolado.

- Pasamos ahora a analizar aquellos argumentarios que se escudan en la tradición:

En primer lugar, hay que destacar un detalle importante: Los espectáculos de toros en las calles, han experimentado una expansión por imitación durante las cuatro últimas décadas. Y es que no es hasta la transición democrática, cuando se extienden estas prácticas en algunas poblaciones como paradigma de las fiestas populares. En este sentido, no podemos hablar de un profundo arraigo histórico. Por lo tanto, esa tradición a la que algunas personas se refieren, no es tal.

En segundo lugar, el hecho de la reiteración, por muy grande que fuera el arraigo que pueda tener -que no es, tal como acabamos de ver-, no es un criterio suficiente, para catalogar la práctica como un bien jurídicamente relevante que tiene que ser protegido.

Las prácticas taurinas incluyen manifestaciones como el toro embolado o el toro ensogado, que suponen un maltrato y una violencia explícita hacia el animal.

Las tradiciones que no aportan más que sumisión y humillación no tienen que preservarse. Las tradiciones buenas tienen que perdurar, las aberraciones no.

La historia del mundo se ha caracterizado porque, en todas las épocas, guerras, desigualdad, esclavitud e injusticia han estado presentes. De hecho, numerosas tradiciones actuales tienen siglos de historia, como la ablación del clítoris, los matrimonios forzados con niñas, las lapidaciones o las ejecuciones públicas. Acatarlas acríticamente, sin plantearnos su sentido por el hecho de llevar cierto número de años haciéndose, hará que cometemos los mismos errores infinitamente y nos impedirá avanzar. Si hubiera ocurrido lo mismo con todas las tradiciones, reflexionemos sobre que sería de muchos de nosotros. Tradiciones injustas, más largas y arraigadas que los toros, han desaparecido porque ciertas personas se cuestionaron su sentido y lucharon contra lo que estaba establecido hasta aquel momento. Exactamente lo mismo que muchas personas, y algunas administraciones, hacemos y estamos convencidas de seguir haciendo.

- Y es que ¡NO es cultura!:

Los actos de toros en las calles pueden ser costumbre y espectáculo (espectáculo bárbaro, a mi parecer), pero no toda la costumbre y espectáculo es cultura. La cultura debe de ser patrimonio de todo ser humano y una cosa a la que todas y todos tenemos que aspirar, lo que no ocurre con los retrógrados espectáculos taurinos.

Desde otro punto de vista, si por cultura quiere entenderse el afinar las facultades intelectuales y el enriquecimiento de las personas, no hay nada de cultura en torturar y matar animales.

- Tampoco son válidas las apelaciones a la economía o al empleo. El negocio de los espectáculos con toros, genera una ocupación fantasma:

Una de las mayores industrias mundiales es la de armas, a la cual se dedican un porcentaje importante de personas a nivel mundial; de hecho, una guerra cada ciertos años “reaviva” la economía de muchos países productores y esto no justifica su idoneidad. Pero además, de los toros sólo vive un puñado de gente. Después del reparto millonario entre ganaderos, empresarios y toreros, los otros trabajadores malviven con sueldos miserables que no incluyen cobertura social, por lo cual, en muchos casos no se dedican a esto de forma completa. Otros muchos oficios más antiguos, con más historia y más bonitos, sobre todo artesanos y recolectores de recursos del campo, han desaparecido en silencio.

Si nos ceñimos a los estudios de la “Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal” (*AVATMA), veremos como en España hay registradas unas 1.000 ganaderías de lídia, de las cuales solo el 23% vendieron animales para “festejos”. En cuanto al número de “festejos”, solo el 8%, participó en más de 10 festejos. Es evidente que la sostenibilidad de este sector no es posible en base a la crianza de estos animales para estos actos, sino que viene derivada de otro tipo de actividades agrícolas y ganaderas. De hecho, muchas ganaderías de lídia utilizan sus explotaciones para la crianza otros animales y como espacios cinegéticos.

Riesgo para la ciudadanía:

Nadie puede negar que los contratiempos mortales son inherentes a los actos de toros en la calle, dado que son la esencia misma de un espectáculo en el cual de lo que se trata es de evitar ser embestido por el toro.

En los últimos 20 años, han perdido la vida en espectáculos taurinos populares en tierras valencianas casi un centenar de personas, y unas 15.000 han resultado heridas.

Lo verdaderamente trágico de estas cifras es que son el balance de un espectáculo público, lo cual convierte a los toros en la calle en un grave problema de salud pública, puesto que no puede garantizarse la seguridad y se pone en grave riesgo la vida de las personas asistentes (en algunos casos menores de edad, como estos últimos días estamos pudiendo comprobar).

A mi entender, sólo hay un camino posible, la valentía de anteponer la vida de las personas y el bienestar de los animales a los intereses de una minoría que se lucra con un espectáculo que causa decenas de víctimas mortales y miles de heridos.

En la ciudad de València, con la llegada del gobierno de Joan Ribó y la creación de la Concejalía de Bienestar Animal, hemos conseguido dar pasos firmes en la defensa de los derechos de los animales y de su bienestar.

Una de las primeras actuaciones de la nueva Concejalía, en 2016, fue la de prohibir en nuestras calles, la realización de aquellos actos taurinos que suponen la manipulación del animal, el empilonado o ligamento con cuerdas que limitan su movilidad, o cualquier otro que pueda generar estrés o maltrato, como así ocurre con el toro embolado, el toro en cuerda, el toro ensogado, etc.

Y por supuesto que no consideramos actividades subvencionables los actos taurinos, ni las escuelas de tauromaquia, priorizando las ayudas públicas en otros fines de interés social.

A mí, me llena de orgullo ver que últimamente otros municipios han seguido los mismos pasos firmes y valientes que en València iniciamos en 2016.

Al fin y al cabo, no hacen más que reforzar la necesidad de un cambio de paradigma que deje de lado la visión antropocentrista y se centre en el ecocentrismo, defendiendo el conjunto de la naturaleza. 

Hay que preservar y respetar toda vida dentro del conjunto de un ecosistema. ¡Ese es el camino!

  • Gloria Tello Company es concejal de Bienestar Animal del Ayuntamiento de València

Fuentes:

- Declaración Universal de los Derechos de los Animales, adoptada por la Liga Internacional de los Derechos del Animal en 1977, que la proclamó en el año siguiente. Posteriormente, fue aprobada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Informe sobre la normativa dels bous al carrer (2009), Consell Valencià de Cultura.

- Informe de la Universitat de València al voltant de la declaració de les “corregudes de bous” i els “bous al carrer” com a Patrimoni Cultural Immaterial per part de la Generalitat Valenciana (2012), Universitat de València.

- Informe técnico veterinario sobre el sufrimiento de los «toros de fuego» o «toros embolados», AVATMA,  Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal.

- Sufrimiento del toro en festejos populares, AVATMA,  Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal.

- Informe técnico veterinario sobre el sufrimiento de los «toros de fuego» o «toros embolados», AVATMA,  Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal.