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Cómo acertar con los vinos de la cena de Nochebuena sin arruinarnos

Foto: Kaboompics

Jordi Sabaté

En una completa cena de Nochebuena debe tener la misma presencia el género que comeremos que el criterio a la hora de elegir los vinos adecuados, que hagan de la experiencia un placer para todos. En realidad no se trata de gastar mucho en grandes vinos, como algunos piensan, sino de invertir el tiempo necesario en pensar qué vamos a cocinar u o ofrecer y cómo maridarlo adecuadamente.

A continuación te ofrecemos una serie de ideas para que des la mejor experiencia de usuario en cuando a la bebida en función del menú que hayas diseñado. No estamos marcando reglas, sino sugeriéndote y, por supuesto, el elenco de alternativas es bastante más amplio. 

1. Un vino para los aperitivos

El primer vino que deberemos maridar será el de los aperitivos, cuando recibamos a la familia e invitados y los vayamos sentando en la mesa. Tendrá que ser un vino adecuado según lo que vayamos a servir de pica-pica. Si apostamos por los encurtidos, tipo aceitunas, banderillas, etc., podemos ofrecer un fino o una manzanilla, que son vinos ligeros de Jerez y tienen una oferta variada y asequible en los comercios. También podemos ofrecer un vino de Oporto o de Madeira. 

Si apostamos por una entrada más potente, tal vez porque vamos a servir solo una copa o porque hay abundancia de aperitivos, podemos optar por un amontillado, un oloroso o un palo cortado, tres variedades de vino de Jerez que presentan una mayor oxidación y grado. En caso de aperitivos grasos o cremosos, como los patés, un buen consejo es un blanco con algo de crianza, por ejemplo un Rueda.

Si servimos conservas podemos probar con vinos blancos del Penedés, por ejemplo, que tengan la variedad Chardonnay, con mucha fruta. Opcionalmente, podemos sustituirlos por cerveza o algún tinto ligero para aquellas personas que no gusten de los blancos. A este respecto, los vinos del Bierzo con la variedad Mencía sin crianza son una buena opción, al igual que los que tengan Pinot Noir o bien la variedad catalana Trepat. Todos estos vinos pueden oscilar en precio entre los 5 euros y los 10 euros sin desmerecer la calidad en absoluto.  

2. El marisco nos lo pone fácil

Si nuestro primero es el pescado y más concretamente marisco, que suele ser norma en los menús de Nochebuena de muchas regiones, sin duda los blancos serán la mejor apuesta. Podemos apostar por un Albariño, y seguro que acertaremos, sobre todo si optamos por los de gama media y nos salimos un poco de los grandes 'dealers' del mercado. Pero también es acierto seguro los Godello, de las zonas vecinas de Rías Baixas y Miño, o un Ribeiro de cierto nivel. No hace falta gastarse más de 10 a 15 euros por botella para tener excelentes vinos.

Otra opción es apostar por las nuevas mezclas de variedades alemanas y alsacianas que se están haciendo en bodegas españolas, para fusionar con comidas asiáticas, pescados, mariscos, etc. La variedad Gewurztraminer o la Riesling, se están utilizando en coupages con Albariño e incluso con Macabeos del Penedés para buscar vinos untuosos ycon un punto dulce a la vez que ácidos.

Sus precios suben respecto a la apuesta clásica, sin embargo, por encima de los 15 euros. Si queremos algo similar y está al abasto en nuestra zona, pueden ser una buena idea los blancos de la denominación de origen Alella, con un punto de uva pasa. Por descontado, ofrecer vinos de Rueda, con la variedad Verdejo o un Chardonnay también es interesante para amantes del blanco, y nos podemos mantener en precios muy competitivos, sobre los 5 a 10 euros, quedando muy bien. 

Los blancos riojanos y los rosados navarros también tienen un excelente encaje; los rosados también podemos ofrecerlos con los entrantes, sobre todo los llamados de 'piel de cebolla' por su palidez.

En cuanto a un tinto opcional para irredentos, de nuevo los Mencía sin paso por barrica del Bierzo o la zona del Miño, los atlánticos gallegos, donde priman las variedades Espadeiro, Caiño, Brancellao o Sousón, también son muy interesantes, así como los Pinot Noir que se hacen en Navarra, en Costers del Segre. Son vinos entre 10 y 15 euros la botella. Otra sugerencia es un tinto de la Tierra de Cádiz, aunque no son baratos.

3. La carne, la reina de la noche

Viene el punto álgido de la cena, la gran estrella puede ser el chuletón, el pavo, el capón o cualquier otra carne sabrosa y jugosa. En el caso de carnes de ave, como generalmente vendrán rellenas, podemos optar por tintos fuertes o más ligeros. El consejo siempre es la media normativa, que son los Rioja y los Ribera cosecheros, que resultarán frescos y a la vez con carácter. Un Montsant sin exceso de madera o de garnachas no demasiado viejas también puede funcionar. Nos moveremos aquí

Si las carnes son rojas o guisos recios, pasaremos a los Rioja y Ribera con crianza prolongada -el tiempo depende de nuestro bolsillo y la gama de precios es enorme-, pero también podemos apostar por un Jumilla con la variedad Monastrell, muy tánica y que da una escala de aromas muy interesante en boca. Las garnachas aragonesas del Campo de Borja, los vinos de Pirineos-Somontano o un Priorato recio son buenas ideas para guisos.

De nuevo el bolsillo manda, per a este respecto una buena idea puede ser indagar en el campo de los Cariñena, donde la relación de calidad y precio suele ser muy buena. Ahora bien, para los que no se mueven del blanco, dos recomendaciones: el blanco de Jerez de fermentación lenta de Ximenez-Spínola -ojo, a 30 euros la botella, pero es una rareza exquisita- o una garnacha blanca de la Terra Alta con paso por barrica, que tiene el cuerpo de un buen tinto. También algunos blancos clásicos de Rioja pueden ser agradecidos.  

4. Turrones y café, un remate con clase

Para postres sin duda la recomendación son los cava pero saliéndose del dorremifasol comercial; busquemos bodegas pequeñas y alternativas y subamos un poco la espectativa del precio: a partir de 15 euros podemos encontrar cavas espectaculares, pero por algo menos también cosas que satisfagan un paladar exigente. Además, tanto en el Penedés como en la Rioja, Aragón, Valencia o Extremadura se pueden encontrar cavas de autor muy satisfactorios.

Si queremos apostar por champán, bien, sin duda es una buena alternativa, pero cara y para encontrar aquellos champanes que marcan verdaderamente la diferencia deberemos pagar comparativamente mucho más. Ahora bien, el grado de satisfacción será muy alta con un buen champán, pero que conste que no son vinos para hacer el chin-chin, sino para disfrutar.

La alternativa a parte del brindis son un buen oporto joven, un Pedro Ximénez, un Moscatel, un Tokaj húgaro, un Sauternes francés, etc., que son perfectos para quesos, aunque para el turrón quizá resulten demasiado empalagosos. En todo caso pueden cerrar la cena con éxito, así como puede hacerlo un ron añejo, un whisky de malta o un brandy. Gasto medio por botella para una calidad buena, entre 15 y 30 euros; el secreto es saber preguntar y escoger. 

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