¿Es peligrosa el agua del grifo, tal como asegura una web de la UNED?

Foto: Wikimedia Commons

Jordi Sabaté

Ivonne, socia de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto en un correo electrónico: “Buenos días: no sé si conocéis el enlace de la UNED Guía de Alimentación y Salud. Contiene información muy interesante y relevante. He descargado el documento en pdf: Guía Nutricional. Principios básicos sobre nutrición y salud, y en el punto sobre el agua (página 31) se recomienda el uso de agua embotellada.

Soy una consumidora acérrima de agua potable porque pensaba que el agua del grifo en España tenía todas las garantías. Sin embargo en esta guía he encontrado el siguiente párrafo que también se puede leer en este enlace: 'En la mayoría de las poblaciones es preferible consumir agua mineral, o de un manantial o fuente de confianza, al agua del grifo. A las redes públicas de distribución de agua se le añaden compuestos químicos como el flúor o el cloro, que a pesar de ser imprescindible para evitar la contaminación microbiológica, puede resultar peligroso incluso en las dosis utilizadas por la sanidad pública'.

¿Cómo se puede saber cuán peligrosas o no son las dosis utilizadas por la red pública española de agua potable? Agradecería conocer cómo obtener información fidedigna que facilite la toma de decisión de dejar o no dejar de consumir agua del grifo en España.“

El texto de la UNED

Antes que nada, agradecer a Ivonne por desvelarnos esta guía y sobre todo el polémico párrafo al que hace referencia. El mismo es más extenso de lo que nos relata nuestra socia y en concreto dice:

“En la mayoría de las poblaciones es preferible consumir agua mineral, o de un manantial o fuente de confianza, al agua del grifo. A las redes públicas de distribución de agua se le añaden compuestos químicos como el flúor o el cloro, que a pesar de ser imprescindible para evitar la contaminación microbiológica, puede resultar peligroso incluso en las dosis utilizadas por la sanidad pública.

En Estados Unidos se ha comprobado que uno de cada cuatro cánceres de vejiga en no fumadores, o uno de cada diez en fumadores, se debe a la cloración del agua potable. Además, si las tuberías por donde circula el agua hasta nuestro grifo están hechas de plomo, es conveniente saber que este metal pesado se disuelve en el agua de consumo, y que el plomo es un tóxico para el organismo. Al ser ingerido, aún en dosis pequeñísimas, puede dar lugar a graves enfermedades. También se pueden encontrar en el agua del grifo otros elementos altamente tóxicos como el mercurio, el cadmio y los nitratos de los pesticidas agrícolas (especialmente en zonas industriales o agrícolas).“

Con tales aseveraciones y tales porcentajes de cáncer, lo raro es que estemos vivos en los países civilizados en los que circula agua potable por las cañerías. Ya desmontamos una serie de mitos sobre el agua del grifo en anteriores artículos, así como nos preguntamos si era más saludable beber agua del grifo o embotellada y nos respondimos que, en términos generales, el agua del grifo es igual de buena y mucho más barata.

Mitos, mentiras y medias verdades en la guía

Pero ante el texto de la Guía de Alimentación y Salud, nos vemos obligados a desmentir otra vez algunos mitos y matizar la mayoría de las aseveraciones. Empecemos por el flúor; en nuestro artículo sobre los mitos ya explicamos que solo se añade flúor en España en algunas zonas de Euskadi y en el resto del país jamás se ha añadido a pesar que durante los ochenta hubo ciertas campañas para institucionalizar su presencia. El flúor previene las caries pero es corrosivo para los dientes.

Pasemos al cloro y su polémica relación con el cáncer de vejiga. Lo cierto es desde hace décadas existe una polémica con estudios a favor y otros en contra de una relación clara entre este tipo de tumor y el consumo de agua del grifo clorada. Entre los más recientes se encuentra este meta-análisis de 2005, que fija un incremento en el riesgo de 0,8 puntos (del 1,1% al 1,9%) en hombres y de 0,6 puntos (del 1,2% al 1,8%) en mujeres.

En 2007 los autores de esta revisión publicaron un estudio realizado en base a controles en España en el que aumentaban el riesgo medio al 2,1%, e incluían riesgo en oler el agua clorada e incluso en ducharse con ella. El culpable de este riesgo serían los triahalomentanos, compuestos volátiles que se producen al reaccionar el cloro con la materia orgánica durante la potabilización.

Sin embargo, la OMS considera que el riesgo es de un caso por cada 100.000 personas que beben agua potable del grifo durante 70 años, y para los mismos parámetros, la Unión Europea traslada el riesgo a una persona de cada un millón. El riesgo de contaminarse por beber agua no tratada es en cambio altísimo. En todo caso no hemos encontrado datos que apoyen que un 25% de los cánceres de vejiga se deban al consumo de agua del grifo, ni que dicha proporción sume el 10% en fumadores.

Respecto al plomo, baste con decir que es el plomo como elemento iónico y molecular, libre, el que es venenoso por su alta reactividad. El plomo de las tuberías, por encontrando formando una estructura sólida, no se liberará en forma iónica, pues el pH del agua no es lo suficientemente ácido como para que se produzca tal liberación. Si fuera así, serían miles los muertos desde la época del imperio romano. Otro asunto es que existan materiales más modernos e inertes, y de hecho la presencia de plomo ya es casi inexistente.

Finalmente, respecto a “otros elementos altamente tóxicos como el mercurio, el cadmio y los nitratos de los pesticidas agrícolas (especialmente en zonas industriales o agrícolas)”, baste con decir que del agua de consumo se hacen constantes controles en todas las redes de abastecimiento del país y cuando se detecta una fuga o una contaminación del origen que sea, se emite aviso a la población para que la evite hasta que se solucione el problema.

ConsumoClaro se ha intentado poner repetidas veces en contacto con las directoras de la Guía, docentes de la UNED, sin obtener respuesta para aportar su versión.

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