¿Debería pulverizar mis plantas además de regarlas?
Pulverizar o no pulverizar. Esta es la cuestión. Rociar las hojas de las plantas con agua es uno de los primeros consejos que recibimos al aterrizar en el mundo del cuidado de las plantas de interior. En especial, cuando vivimos con una planta de origen tropical o amante de ambientes húmedos, como un helecho, una orquídea o una begonia.
El supuesto objetivo: reproducir las condiciones de humedad ambiental que tanto parecen amar estas plantas. Y, por otra parte, tan alejadas del aire seco que respiran normalmente en nuestras casas; sobre todo, si encendemos la calefacción.
Pulverizar las plantas: ¿mito o beneficios?
La cuestión es que pulverizar las hojas de las plantas puede conseguir este efecto, y aumentar la humedad del aire alrededor de nuestras plantas. Pero, según los estudios, lo consigue durante un tiempo insignificante: el incremento de humedad puede durar apenas diez minutos; antes de que toda esa agua, y esos beneficios, literalmente, ¡se evaporen! Y acaben esparcidos por toda la habitación.
De hecho, para reproducir con un pulverizador las condiciones de humedad que muchas de nuestras plantas necesitan para vivir felices, necesitaríamos, según estos estudios, rociarlas con agua, al menos, una vez cada hora. Una tarea poco práctica cuando no directamente imposible para la mayoría de quienes intentamos mimar a nuestras plantas.
Si el pulverizador no funciona, ¿cómo logro la humedad para las plantas?
Si nos hemos propuesto mimar a nuestras compañeras vegetales de vida, y estas realmente necesitan una humedad ambiental alta para estar bonitas, hay modos más efectivos de conseguirlo; además de menos agotadores.
El primer truco: agrupemos las plantas en un cuarto de baño o una cocina (con luz natural), ya que en estas habitaciones la humedad del aire suele ser naturalmente más elevada. Y mantenerse agrupadas crea un pequeño microclima que las ayuda mantenerla más tiempo.
Esta práctica funciona razonablemente bien con algunas de las plantas amantes de la humedad que más nos suelen gustar, como los helechos, plantas tipo palmera, las begonias y las orquídeas.
Pero conviene abstenerse con otras que, por el contrario, viven felices en los entornos secos, como cactus, suculentas o la planta araña. [Hace un tiempo te contamos cómo lograr que nuestra orquídea no deje de echar flores.]
Para las plantas más sedientas, y amantes de la humedad ambiental, podemos usar directamente un terrario. Mientras que rociar con agua las hojas de las plantas para incrementar la humedad del aire a su alrededor no funcione con las macetas más comunes, esta práctica resulta muy efectiva en los terrarios, donde el flujo de aire es cerrado.
Los terrarios, o plantas que viven encapsuladas bajo el cristal, suelen ser una instalación vegetal estupenda para decorar el salón y que exigen poco mantenimiento. Y, aquí sí: un poco de agua pulverizada, una o dos veces a la semana, puede marcar la diferencia y aumentar de forma significativa la humedad del aire dentro del receptáculo acristalado. El secreto: en este caso, la humedad no tiene escapatoria, y queda retenida dentro del terrario.
Además del terrario, algo tan sencillo como colocar las macetas sobre una bandeja con grava, o pequeñas piedras de jardinería, y llena de agua, funciona de maravilla con la mayoría de las plantas que necesitan mucha humedad. Y este invento suele resultar mucho más efectivo que el pulverizador en la tarea de proporcionar a nuestras plantas la humedad que anhelan.
Pulverizar las plantas: beneficios inesperados
Ahora bien, si nos hemos aficionado a la creciente práctica de pulverizar nuestras plantas, puede que haya otros motivos sorprendentes, y menos evidentes, para seguir haciéndolo. Y sus beneficios pueden ir más allá de los terrarios.
Las plantas de interior más comunes, como los potos, también pueden obtener beneficios del pulverizador; ya que este artilugio ayuda, por ejemplo, a retirar el polvo y suciedad de sus hojas de forma sencilla. Lo que no solo mejorará la apariencia de nuestras plantas, también las ayudará a capturar mejor la luz de sol. Y, en consecuencia, a crecer más vigorosas y felices.
Aficionarse al pulverizador tiene otra ventaja insospechada: nos pone fácil vigilar nuestras plantas de cerca; y detectar pronto si, por ejemplo, las hojas están sanas o si ha aparecido algo de moho blanco sospechoso en la tierra de nuestras plantas, del que deberíamos librarnos.
Puede que el pulverizador no nos ayude a transformar el salón en un bosque tropical, pero estos beneficios justifican de sobra que sigamos utilizándolo.
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