Cómo guardar la ropa de verano correctamente para que no se estropee

Ropa veraniega doblada y guardada en cajas transpirables para su conservación durante el cambio de temporada.

Edu Molina

20 de octubre de 2025 10:30 h

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Al final del verano, cuando las temperaturas comienzan a descender y se produce el cambio de estación, muchas personas se enfrentan al proceso de reorganizar el armario. Guardar la ropa de verano no consiste solo en retirarla del espacio de uso diario, sino en asegurarse de que las prendas queden almacenadas de forma adecuada. Conservar correctamente camisetas, vestidos, pantalones ligeros o bañadores permite que estén en buen estado la siguiente temporada, sin manchas, deformaciones o malos olores.

Este proceso no es meramente estético ni superficial. Si no se toman ciertas precauciones antes de almacenar las prendas se pueden producir alteraciones en los tejidos, pérdidas de color o la aparición de olores difíciles de eliminar. Además, el almacenamiento prolongado sin ventilación adecuada o sin limpieza previa puede favorecer la aparición de insectos como polillas, hongos por humedad o incluso la degradación de fibras sintéticas. Las condiciones del lugar de guardado, así como los materiales usados para envolver o empaquetar la ropa, también influyen en su estado a medio plazo.

Aunque existen múltiples métodos para almacenar ropa fuera de temporada, la mayoría de expertos en orden doméstico y conservación de textiles coinciden en que hay pautas básicas que deben cumplirse siempre. Estas acciones no dependen de productos específicos ni requieren inversión económica, sino de prestar atención a aspectos como la limpieza previa, el tipo de plegado, el recipiente elegido y la ventilación del lugar. Estas medidas ayudan a evitar daños, prolongan la vida útil de las prendas y contribuyen a un consumo más responsable y sostenible.

Limpieza previa, plegado adecuado y elección del recipiente

La primera recomendación antes de guardar cualquier prenda es asegurarse de que ha sido correctamente lavada y secada. Esto se aplica incluso a ropa que solo se ha usado en una ocasión o que no muestra manchas visibles. Restos de sudor, productos cosméticos o el simple polvo ambiental pueden interactuar con los tejidos durante meses si no se eliminan a tiempo.

También es importante evitar el uso de suavizantes con perfumes intensos o productos químicos que puedan dejar residuos en la tela. En el caso de tejidos delicados o ropa de baño, conviene realizar un enjuague adicional para eliminar por completo restos de sal, cloro o cremas solares.

El secado completo es fundamental. Cualquier rastro de humedad residual puede favorecer la proliferación de moho durante el almacenamiento. Una vez seca, la ropa debe plegarse cuidadosamente. Las prendas que se arrugan con facilidad pueden enrollarse en lugar de doblarse para reducir la aparición de marcas permanentes. No se recomienda guardar ropa colgada si no es estrictamente necesario, ya que los percheros pueden deformar prendas ligeras como camisetas o vestidos de tirantes si permanecen colgados durante mucho tiempo.

Respecto al recipiente de almacenamiento, se deben evitar las bolsas de plástico completamente cerradas. Aunque ofrecen protección frente al polvo, impiden la circulación del aire y pueden condensar humedad. Las bolsas de tela o cajas de cartón con ventilación son preferibles. En caso de usar contenedores plásticos, deben estar perforados o incorporar sistemas de ventilación. También es recomendable intercalar capas de papel de seda sin ácido entre prendas delicadas, especialmente si tienen bordados, detalles metálicos o tejidos propensos al enganche.

El lugar donde se guarda la ropa también importa. Se debe elegir un espacio oscuro, seco y alejado de fuentes de calor o humedad. Altillos, zonas bajo la cama o cajones profundos pueden funcionar bien si se mantienen ventilados y protegidos del polvo. Conviene evitar sótanos sin ventilación o espacios donde puedan producirse cambios bruscos de temperatura, ya que esto puede afectar a las fibras textiles. Revisar periódicamente el estado del lugar de almacenaje ayuda a prevenir problemas como la aparición de hongos o insectos.

Protección contra plagas, control de olores y conservación de calzado y accesorios

Uno de los principales riesgos al almacenar ropa fuera de temporada es la aparición de insectos, especialmente polillas. Para prevenir su presencia, se recomienda guardar solo prendas limpias y completamente secas. Además, se pueden añadir al almacenamiento elementos naturales con efecto repelente, como saquitos de lavanda, hojas de laurel o virutas de cedro.

También existen productos comerciales específicos, que deben usarse con precaución y sin contacto directo con las prendas para evitar residuos o alteraciones en los tejidos. En cuanto al control de olores, se pueden utilizar soluciones absorbentes como bicarbonato, carbón activo o rodajas de cítricos secos, que ayudan a mantener el ambiente fresco sin necesidad de aromas artificiales.

El calzado de verano, como sandalias o alpargatas, debe limpiarse cuidadosamente y almacenarse una vez esté seco, preferiblemente en cajas individuales o bolsas de tela para conservar su forma y protegerlo del polvo. Rellenar el interior con papel puede ayudar a evitar deformaciones.

En el caso de accesorios como sombreros, pañuelos o bolsos de playa, también se recomienda limpiarlos antes de guardarlos, protegerlos del contacto con otros objetos y evitar presiones que puedan dañar su estructura.

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