Niño hiperregalado: cuando los Reyes Magos maleducan a hijos y nietos

Foto: Harald Groven

Jordi Sabaté

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Se acerca la festividad de Reyes Magos, el lunes que viene, y muchos niños estarán ansiosos la noche antes, levantándose de la cama en la madrugada para ver si los Magos de Oriente ya han traído en sus camellos los regalos deseados, y pedidos por carta, y los han dejado en sus calcetines o debajo del árbol de navidad.

Sin duda la tradición de Reyes tiene muchos aspectos positivos, como fomentar la ilusión, la imaginación y la fantasía, además de hacer entender que para obtener las cosas hay que pedirlas y que su concesión está condicionada al esfuerzo y el buen comportamiento, es decir, que las cosas se ganan y no se exigen. También nos enseña a ser pacientes y contener los impulsos egoístas.

No obstante, todas estas ganancias educacionales para la niña o el niño pueden echarse a perder con algo tan plausible hoy en día como que los más pequeños reciban un alud de juguetes que hagan desatar una serie de rasgos de carácter totalmente contrarios a los buscados. Especialmente cuando por Navidad algunos de ellos también habían recibido regalos. Cuando estos rasgos se hacen evidentes, estamos hablando del síndrome del niño (o niña) hiperregalado.

¿Qué define al niño hiperregalado?

Si bien este síndrome no es un trastorno clínico, si tiene unos rasgos comunes en los niños afectados que entran en el campo pedagógico y de formación de la personalidad, y que con los años sí podrían hacerlos más sensibles a trastornos de diversa índole. La psicóloga infantil Sara Tarrés define los siguientes rasgos en el niño hiperregalado:

  • Baja tolerancia a la frustración, ya que la niña o niño comprueba que puede conseguir lo que sea solo con pedirlo y, por tanto, desconoce los límites.
  • Imaginación empobrecida debido a que los regalos concretan el deseo del niño y le permiten jugar, pero a la vez limitan la capacidad de jugar con su mente imaginando y aburriéndose positivamente.
  • Caprichosos. Los niños saturan demasiado rápido su deseo al verlo cumplido y necesitan recibir nuevos estímulos de ilusión, lo que les lleva a pedir constantemente para mantener la sensación de deseo.
  • Menosprecio a lo que tienen, pues el exceso de oferta hace bajar el valor de cada juguete concreto y, por lo tanto, el o la menor juega con menos intensidad y a veces ni juega.
  • Egoísmo a raíz del alud de regalos: el niño o niña se constata como centro de la familia y por tanto crece creyendo que la vida es solo exigir y pensar en uno mismo sin importar los demás.
  • Materialismo y consumismo exacerbado en los menores que crecen creyendo que la vida es una rueda de continuo consumo de usar y tirar y que sus padres valen y merecen ser amados por lo que les pueden dar con su dinero, con menoscabo para los valores. 

Cómo impacta en la educación del menor

Victòria Gómez i Serés, vicepresidenta del Col·legi de Pedagogs de Catalunya, destaca en la publicación pedagógica Ertheo, que estos valores no tienen la importancia real que deberían en el niño hiperregalado. Se refiere a valores como la espera, la perseverancia, la resiliencia ante la frustración o el esfuerzo. La pedagoga opina que los padres deberían enseñar “por qué las cosas no salen como uno quiere, ver si dependía de uno mismo o bien de circunstancias ajenas y que aprendan del error para evitar la frustración”.

También incide Gómez Serés en que no se debe confundir el fomento de los valores con explicar el valor del dinero a niños pequeños, que seguramente no entiendan. Pero si es imprescindible ayudarles a que comprendan “lo afortunados que son y que otros niños como ellos no pueden disponer de lo mismo”. En este sentido propone acciones prácticas pedagógicas como acordar con el o la menor donar los juguetes que ya no usan o instarles a compartir sus juguetes con otros niños.

La regla de los cuatro regalos

“Una buena oportunidad para enseñar a los niños a pensar de forma solidaria y evitar el pensamiento materialista es escribir con ellos la carta a los Reyes Magos; de esta forma, se les ayuda a comedir su impulso de elegir más regalos de los que les conviene recibir”, señala Grecia de Jesús, psicóloga de Blua de Sanitas. Además, de Jesús apunta una norma práctica -que proponen tanto pedagogos como psicólogos infantiles- para evitar el niño hiperregalado. Es la de “los cuatro regalos”.

Se trata de regalar a los niños cuatro tipos de regalos distintos:

  1. algo que vayan a usar, como ropa o calzado
  2. algo que necesiten, como una mochila para el colegio o algo relacionado con sus actividades extraescolares
  3. algo para leer, un libro sobre un tema que le interese especialmente, aunque también puede ser un cuento, dibujos, cómic o música, etc. En definitiva un regalo que estimule el intelecto.
  4. algo que deseen, “ese regalo que han pedido con más ímpetu”, concluye Grecia de Jesús, que insiste en que es importante limitar este regalo por el valor instructivo de la contención.

Si bien es cierto el número de regalos será inferior a los que el niño pueda esperar, deberemos presentarlos de una manera atractiva y compartir la ilusión con ellos enseñándoles la función de cada uno. “No debemos olvidar que realmente el mejor regalo que podemos darle a un hijo es nuestro tiempo, así que intenta que alguno de los regalos que le des sea algo que le permita compartir tiempo contigo”, finaliza la psicóloga de Sanitas. 

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