“Los airbnb para perros son plataformas totalmente ilegales y en absoluto seguras”

Foto: ASCELCRE

Jordi Sabaté

  • En réplica por el artículo Cuatro servicios para que cuiden tu perro en casa, entrevistamos a Encarnación Meruelo, criadora y presidenta de Asociación de Centros Legales de Cría y Cuidado Responsable (ASCELCRE), un organismo muy crítico con este tipo de plataformas

Tras la publicación el pasado 11 de noviembre del artículo Cuatro servicios para que cuiden tu perro en casa, Encarnación Meruelo, presidenta de la Asociación de Centros Legales de Cría y Cuidado Responsable (ASCELCRE), se puso en contacto con ConsumoClaro para expresar sus quejas sobre el modo cómo enfocamos el papel de las residencias caninas tradicionales en el auge de las plataformas digitales conocidas como “airbnb para perros”.

Según Meruelo la imagen negativa que se está dando de las residencias caninas no siempre les hace justicia, y “viene especialmente fomentada desde esas mismas aplicaciones digitales que han visto un hueco en el negocio del cuidado de los perros”. De todos modos, la crítica de Meruelo y ASCELCRE no se limita a los “airbnb perrunos”, sino que se extiende a todo el sector del cuidado canino y la crianza, que califica de “completo caos”; de modo que muchas veces no garantiza las mínimas condiciones para los perros, para el medio ambiente ni para el bienestar de los vecinos al núcleo.

¿Qué condiciones debe tener una residencia canina para ser considerada viable o legal?

Toda relacionada con el cuidado y la crianza de animales de compañía humanos debe tener dos licencias básicas: primero el que quiera abrir uno de estos negocios debe conseguir una licencia de núcleo zoológico. La mismas verifica que las condiciones de las instalaciones desde el punto del bienestar de los animales son las adecuadas y se atienen a unos mínimos exigibles por ley. La concesión de esta licencia la regula cada autonomía.

Además, el ayuntamiento debe conceder una licencia de y apertura de negocio y actividad económica. Por la misma se verifica que el suelo donde se radicará la actividad es el correcto para la misma, con licencia medioambiental según el impacto que tenga debido a los ruidos, los olores, los desechos, etc. Ambas cosas están relacionadas íntimamente porque para conseguir la licencia del ayuntamiento en teoría debes tener previamente la de núcleo zoológico. Dicho esto, la ley entiende que no es lo mismo las condiciones que se exigen para un centro gigante que a un centro pequeñito.

¿Cual es el panorama en España hoy de las llamadas residencias caninas?

El panorama es un caos absoluto e increíblemente, porque tenemos centros homologados en condiciones maravillosas para los perros, pero son minoritarios y pasan casi desapercibidos entre la cantidad de centros ilegales, es decir que no tienen alguna de las dos licencias antes citadas. Por ejemplo, y aunque los datos reales no están cuantificados, en Madrid puede haber cerca de 300 residencias de las cuales solo treinta tienen licencias de actividades económicas y de núcleo zoológico.

Tenemos datos de otras comunidades: en Aragon hay 30 núcleos zoológicos pero 540 rsupuestas residencias, en Asturias existen quince 15 núcleos de cría reales y en Extremadura dura solo once residencias son legales; el resto son cientos que aparentan ser legales, pero no tienen la licencia administrativa ni de núcleo zoológico. Y así en todas las comunidades... Incluso pagan impuestos y tienen a los trabajadores dados de alta en la seguridad social, pero carecen de las licencias.

¿Qué implica este descontrol?

Implica que existe un maltrato institucional hacia los animales, ya que la Administración pasa de largo y mira hacia otro lado ante condiciones que muchas veces son denigrantes e inaceptables. Lo más sangrante es que al ser quienes conceden las licencias, tienen los datos y saben quién es legal y quién no, pero o no actúan o tardan en actuar.

Es más, piden como requisito para actuar que se denuncie la ilegalidad, pero es difícil ponerse a denunciar a tanta gente en los juzgados de cada provincia. Hay centros grandes que ya están inaugurados, trabajan y se hacen publicidad pero no tienen todavía la licencia de núcleo zoológico. De cara a medio ambiente o los vecinos, estas situaciones generan mucho estrés. Hemos recibido correos de gente impotente porque les habían instalado al lado una residencia ilegal en las cercanias de su casa. Pero llamas a Seprona y te ignoran totalmente; te remiten a hacer denuncias.

¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?

Algo tan simple como aplicar las leyes que ya existen. La ley que rige es vieja, de 1975, pero es muy completa, se ha ido actualizando y ha sido adaptada por cada autonomía. Es una ley buena porque busca el bienestar animal, que insta al que quiera trabajar en esto que cumpla una normativa. Bastaría con que gobiernos y ayuntamientos tomaran cartas en el asunto y exigieran licencias: quien las tenga es legal y quien no, debe ser cerrado al menos hasta conseguir las licencias pertinentes.

¿Qué opinión le merecen las aplicaciones y plataformas que ofrecen el llamado “airbnb de perros”?

Si existiera una plataformas que te dijera que puedes encontrar un periodista por horas que te escriba los artículos que quieres leer sin mostrarte el título, o un político que te legisle por horas, ¿qué opinión te merecería? Obviamente me parece una intrusión apoyada en la tecnología, pero no en las garantías para el cuidado animal, ni para el respeto al medio ni a la tranquilidad de los vecinos, Imagina que tu vecino del piso de abajo cuida a siete perros que se pasan el día ladrando estresados.

Lo que no se puede hacer es que en nombre del amor se ejerza una actividad lucrativa sin la regulación ni los conocimientos necesarios. Y lo digo con conocimiento de causa: me he hecho perfiles de todo tipo con datos falsos y me han admitido como cuidadora, incluso en las que aseguran que pueden acreditar tus condiciones. Y luego esta lo de la responsabilidad civil; ellos dicen que Axa les hace un seguro pero, ¿quien es el responsable si pasa un accidente? El propietario legal eres tu, el cuidador es un tenedor. Eso no pasa en una residencia. 

¿No cree que este tipo de servicios hacen visible un problema de falta de adaptación de las residencias a las necesidades del consumidor?

Sí, ya te he reconocido antes que las residencias legales somos en realidad muy minoritarias; ASCELCRE nació para dar respuesta a esta situación masiva irregular, y en cierto modo estamos fallando en dar a conocer nuestra calidad y nuestros esfuerzos al consumidor, que no nos percibe a la hora de decidir quién debe cuidar a su perro.

Pero la solución no es un “airbnb de perros” porque es un problema en muchos sentidos: vecinal, de control de calidad, de responsabilidades, de cotización fiscal, etc. En Londres y en Nueva York los están prohibiendo y solo legalizan a cuidadores que van a tu casa a cuidar a tu perro, pero no permiten que acojan, puesto que para ello debes tener licencia de núcleo zoológico. En Valencia también están introduciendo regulaciones en ese sentido.

Por otro lado, algunas residencias ya se están adaptando a los nuevos tiempos; las hay que se están poniendo las pilas, pero sí que las hay que todavía son obsoletas, aunque hay otras de auténtico lujo. Esto es como los hoteles, que los hay de alto standing y los hay muy sencillos, pero con unas licencias que garantizan el bienestar de los perros del entorno.

¿Cree que este tipo de iniciativas deberían ser ilegalizadas?

No es que deban ser ilegalizadas sino que son ilegales de partida. Pero además de la ley te puedo exponer otras razones: generan molestias ambientales, devalúan el precio de las viviendas en edificios donde hay un piso de este tipo, incumplen normativas ruidos, etc. Estamos tolerando la existencia de plataformas y negocios ilegales; incluso hay uno, DogBuddy, que reconoce 500.000 noches perrunas, lo cual contabilizado como actividad económica puede entenderse como un fraude notable a Hacienda. 

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