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Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Geometría variable por tiempo indefinido

Oriol Junqueras y Gabriel Rufián, en una imagen de archivo.

Javier Pérez Royo

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Mientras la COVID-19 siga dominando la agenda, tendremos geometría variable en el Congreso de los Diputados. Y los datos que nos van llegando no nos permiten ser optimistas respecto de un fin inmediato de la crisis sanitaria.

La composición del Congreso de los Diputados es la que es. Con dicha composición se acabó consiguiendo muy trabajosamente una mayoría de investidura, que se ha visto afectada en apenas unas semanas por la mayor crisis sanitaria desde hace un siglo La mayoría de la investidura no ha tenido ni una semana de normalidad en la que poder expresarse como tal.

Con esa composición del Congreso, el Gobierno ha tenido que conseguir que se aprueben todas las medidas que se consideraban necesarias para controlar la fase inicial de la emergencia, que ya podemos considerar que ha quedado atrás, aunque ello no quiera decir que hayamos salido por completo de la situación de emergencia. Y en la aprobación de esas medidas, una pieza importante de la mayoría de investidura, ERC, ha dejado de estar presente en algunas votaciones e incluso ha votado en contra en más de una ocasión, mientras que otra pieza que estuvo frontalmente en contra de la investidura, Ciudadanos, se ha sumado en todas las ocasiones.

La situación no es tan dramática como la de hace unos meses, pero sigue siendo igual de grave. El virus sigue estando presente y el porcentaje de la población susceptible de ser infectado sigue siendo muy alto. Se ha reducido algo en estos meses, pero todavía muy poco. El riesgo de contagio sigue siendo enorme.

A esta emergencia sanitaria que sigue estando presente, hay que sumar la emergencia socio-económica que la misma ha generado. Y si de la primera se ha hecho uso de la forma que hemos visto en las sucesivas prórrogas del estado de alarma o en los intentos persistentes de judicialización de los problemas generados por la emergencia, que no se han limitado a la manifestación del 8M, de la segunda es previsible que se haga uso de forma parecida. “No hay que ser ingenuos”, nos avisó Angela Merkel hace unas semanas: “las fuerzas antidemocráticas y los movimientos radicales autoritarios están esperando una crisis económica para explotarla políticamente”. Y ella no ha tenido que padecer la explotación política de la crisis sanitaria y no ha vivido por tanto los momentos de crispación extrema por los que ha pasado Pedro Sánchez.

Por el momento parece que hemos entrado en una fase de menos tensión, probablemente porque se ha iniciado la campaña electoral en sentido estricto en País Vasco y Galicia y en ninguna de ellas el gobierno presidido por Pedro Sánchez es el actor central. El PP se juega mucho en Galicia y su actuación en estas semanas va a estar orientada a no poner en riesgo la mayoría absoluta de Nuñez Feijóo que apuntan las encuestas. En el País Vasco, la hegemonía nacionalista parece muy consolidada.

Pero en cuanto finalicen las elecciones vascas y gallegas y se enfile la recta que debe conducir a la presentación de los Presupuestos Generales de 2021, la tensión volverá a aumentar de manera considerable. Mi impresión es que la tregua que hemos empezado a vivir esta semana con el debate y aprobación del Real Decreto-ley para el fin del estado de alarma va a ser de corta duración. La mayoría parlamentaria de la que dispone el Gobierno se va a volver a poner en cuestión.

De una manera distinta a la de la prórroga del estado de alarma, la aprobación de los Presupuestos de 2021 plantea un problema de naturaleza similar. El Gobierno no podía aceptar de ninguna manera que no se aprobara la prórroga del estado de alarma. Hubiera preferido hacerlo con la mayoría de investidura, pero ha dejado claro que estaba dispuesto a hacerlo con una mayoría distinta, en la que Ciudadanos ha jugado un papel destacado.

El Gobierno no puede aceptar que no se aprueben los Presupuestos Generales para 2021. Van a ser los Presupuestos de la COVID-19. La gestión de la emergencia no puede hacerse con los de Montoro. ¿Con qué mayoría parlamentaria podrá contar el Gobierno? ¿Puede dar garantías ERC de que los Presupuestos serán aprobados con seguridad o tendrá el Gobierno que buscar una suerte de opción B al mismo tiempo que está negociando con ERC? ¿Proporciona ERC la seguridad suficiente como para imponer un veto a cualquier participación de Ciudadanos en la mayoría parlamentaria de la aprobación de los Presupuestos? ¿Qué tendrán que decir el PNV y los demás partidos ya muy minoritarios, pero que también pueden tener que ser necesarios? ¿En qué medida influirá en la formación de esa mayoría la negociación en la Unión Europea?

He tenido la impresión al leer esta mañana las declaraciones de Oriol Junqueras de que se ha quedado detenido en el momento anterior a la llegada de la COVID-19. Con la estrategia que han puesto en marcha conjuntamente Vox y PP respecto del estado de alarma, la posición de Ciudadanos se ha visto muy revalorizada. Para el Gobierno, que el PP se quede abrazado a Vox exclusivamente tiene un valor extraordinario. No es lo mismo tener en frente a las tres derechas que a las dos derechas, que se convierten en una sola prácticamente ante la opinión pública.

La legislatura está empezando y las relaciones para configurar mayorías en las decisiones parlamentarias van a ser variadas. Hasta es posible que el PP tenga que empezar a revisar su 'no a todo' y tenga que avenirse a negociar determinadas cosas.

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