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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Campaña electoral con la muerte de un fiscal de fondo

Wolfgang Kaleck

A veces lo que se dice sobre alguien revela más acerca de aquel que lo dice que de la persona descrita. Esto es lo que está sucediendo ahora mismo con los dos grandes diarios argentinos, Clarín y La Nación, que, juntos, tienen prácticamente el monopolio periodístico del país. Los artículos publicados por estos dos diarios acerca de la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, el 14 de enero de este año, no resultaron demasiado informativos, pero evidenciaron que sus autores no son periodistas que se guían por la ética, sinceramente interesados en esclarecer los hechos, sino que forman parte de una tropa de choque política que ejerce de correa de transmisión de los mensajes de la derecha o incluso los idea.

En otoño de 2015 habrá elecciones en Argentina. La Presidenta en funciones, Cristina Kirchner, no puede volver a presentarse como candidata, aunque las encuestas sitúan a su formación política, el peronismo de izquierdas, a la cabeza de la intención de voto para las elecciones. La base electoral que en los últimos diez años se ha beneficiado de las políticas gubernamentales del matrimonio presidencial Kirchner es amplia; los últimos en sumarse han sido los pensionistas. En cambio, la oposición está fragmentada, no logra convencer con su programa y, por ello, aprovecha cualquier oportunidad para desacreditar a la Presidenta. Hasta aquí la situación de partida.

Ciertamente, no se puede sostener que Kirchner haya actuado de forma inteligente en el asunto Nisman. Por ejemplo, podría haber declarado: “Argentina tiene una justicia eficaz, debemos confiar en que se esclarezcan estos hechos de forma meticulosa y serena”, pero, en lugar de decir esto, lo que hizo fue comentar los hechos ocurridos hasta la fecha en toda su extensión, en ocasiones llegando a contradecirse.

Así de mala y triste es la situación de la cultura política en Argentina, donde la polarización entre la aprobación incondicional y el rechazo incondicional del Gobierno es extrema.

¿Pero cómo están tratando este asunto los medios alemanes? ¿Cómo calificar lo que los reporteros alemanes nos cuentan acerca de la situación en Argentina? El Frankfurter Allgemeine Zeitung es el que más claramente se posiciona, afirmando que el intento de los Gobiernos Kirchner de librarse a través de medidas políticas del cerco económico que puso al país al borde del abismo en la crisis económica de 2001-2002 “probablemente haya perjudicado más al país que todas las demás insuficiencias de su sociedad”. Y prosigue: “El populismo de izquierdas que ha arruinado al país y a otros lugares de América Latina está logrando cada vez más adeptos también en Europa; véanse los casos de Grecia y España”.

Esto es lo que escribe el periódico que, poco después del golpe militar de 1976, expresó su “esperanza por los cambios positivos” y que calló de forma vergonzante mientras los militares argentinos asesinaban a decenas de miles de personas. Muy al contrario, lo que hizo el FAZ fue aplaudir las importantes relaciones económicas existentes entre la República Federal Alemana y la dictadura argentina.

El Spiegel y el Süddeutsche Zeitung han retirado a sus corresponsales de Buenos Aires y en su apática cobertura de este asunto se han limitado a adoptar las tesis de las tropas de choque de Clarín y La Nación: tesis que van de sostener que la Presidenta está a un paso de ser acusada, o que se ha librado de ser acusada, o que la acusación y la orden de detención son inminentes. Ninguna investigación independiente por parte de estos medios, que evitan dar luz al trasfondo. ¿Y el Die Tageszeitung, que al menos sí tiene un corresponsal sobre el terreno? Se limita a redactar noticias menores acerca de las manifestaciones de ciudadanos de clase media encolerizados.

La excepción es Horacio Verbitsky, un periodista argentino que realmente merece ese nombre, ampliamente inadvertido para la prensa alemana, que explica en el New York Times que la presunta acusación del fiscal Nisman tiene poca fundamentación jurídica. Por cierto, eso es lo que afirman en Argentina todos los juristas de nivel, además del juez Daniel Rafecas en su decisión de la semana pasada, que afirma que no existe ni el más mínimo indicio para una acusación.

¿Y cuál era el supuesto trato por el que Nisman quería llevar ante el tribunal a la Presidenta, entre otros? Revocar las órdenes de detención de los iraníes acusados de un atentado a cambio de petróleo iraní, aunque resulta que el petróleo iraní no se puede utilizar en las refinerías argentinas. Por otra parte, el jefe de Interpol había expresado de forma clara, en directa oposición a Nisman, que las órdenes de detención en cuestión continuaban en vigor, al igual que las órdenes de búsqueda de Interpol.

Para mí, la conclusión es clara: la información relativa a Argentina en Alemania es un desastre político.

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