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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Una insoportable sucesión de mentiras

Rafael Sanz Gómez

Resuena un grito ensordecedor contra el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Las personas que heredan en Comunidades Autónomas como Andalucía y Asturias tienen que pagar hasta cien veces más que quien hereda en la Comunidad de Madrid o ¡mil veces más! que quien hereda en Canarias. Hablemos claro, sin pelos en la lengua: esta desigualdad es inadmisible. Es absolutamente necesario que, sin más demora, las Comunidades Autónomas que tienen el impuesto prácticamente suprimido lo recuperen, para que todos paguemos aproximadamente lo mismo.

Ah, ¿que no se trataba de eso?

El Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones era estatal hasta que, en una Ley de 1983, se cedió a las Comunidades Autónomas. El Parlamento no fijó criterios para evitar que las normas autonómicas introdujeran diferencias excesivas. Y esto permitió una competencia feroz entre diversas Comunidades, por motivos ideológicos o económicos. El resultado es bien conocido.

Ese es el marco en que tenemos que afrontar un debate importantísimo: ¿qué hacemos con el Impuesto sobre Sucesiones? ¿Cómo eliminamos la desigualdad entre Comunidades Autónomas: lo armonizamos o lo suprimimos? El debate, por desgracia, está lleno de desinformación. Me gustaría poder tener una discusión calmada sobre las razones del Impuesto sobre Sucesiones, pero para ello hay que empezar por identificar las falsedades que campan a sus anchas en el espacio público. Vayamos con algunas de ellas.

“Por culpa del Impuesto sobre Sucesiones, muchas personas tienen que renunciar a su herencia”. En Andalucía hay en marcha una recogida de firmas donde se dice que el impuesto causa diecinueve renuncias diarias. Esto es mentira. Lo único que es cierto es el número de renuncias, pero éstas tienen motivos muy diferentes.

Si la causa principal fuera no poder pagar el impuesto, ¿cómo se explica que La Rioja, donde las herencias de hijos, nietos y cónyuges tienen una bonificación del 99%, fuera la segunda Comunidad Autónoma con mayor porcentaje de renuncias en 2014? En Baleares, la única modificación normativa entre 2007 y 2014 fue el coeficiente multiplicador para las herencias de parientes de segundo y tercer grado por afinidad (suegros y suegras, nueras y yernos, cuñados y cuñadas), que subió ligeramente. La recaudación subió un 5 por 100 en ese intervalo (de 76.148.050 a 80.171.970 euros). Pero las herencias rechazadas pasaron del 4,5 al 12,2%.

¿La causa es el impuesto? Desengañémonos: como viene afirmando sistemáticamente el Consejo General del Notariado, la causa principal de las renuncias a herencias es no querer o no poder afrontar las deudas del fallecido. Las renuncias han subido en picado con la crisis económica y lo han hecho en todas las Comunidades Autónomas.

“El Impuesto sobre Sucesiones está causando un éxodo fiscal”. El Mundo entrevistaba a una mujer asturiana de 82 años que decía que, con el impuesto, “están consiguiendo que Asturias pierda población”. El PP andaluz ha ido más allá y cifra esta huida por motivos fiscales en nada menos que 40.000 personas al año que se trasladan a Madrid, cifra que El Confidencial ha llegado a poner en un titular. Pero, según datos oficiales del Padrón Municipal de Habitantes recogidos por la Junta de Andalucía, en 2000 había 291.916 andaluces viviendo en Madrid y en 2015 eran 260.181. Vaya, tenemos un éxodo negativo.

Claro que hay gente que cambia su residencia. Para hacerlo más difícil, la ley que cede el impuesto a las Comunidades Autónomas dice que recaudará el tributo la Comunidad donde la persona que fallece haya vivido más tiempo durante los últimos cinco años. Por lo demás, la gente no acudiría a este tipo de estratagemas si no existieran diferencias tan grandes entre regiones. También por eso conviene recuperar el impuesto allá donde está prácticamente desaparecido.

“El Impuesto sobre Sucesiones perjudica sobre todo a las personas que heredan poco, o que heredan solo una casa que necesitan para vivir”. Eso es abiertamente falso: en las Comunidades Autónomas donde la campaña contra el impuesto es más fuerte, Andalucía y Asturias, existen beneficios fiscales por la adquisición de la que era vivienda habitual de la persona fallecida y un mínimo exento cuando se hereda de parientes cercanos. Ese mínimo exento es de 250.000 euros en Andalucía y de 150.000 euros en Asturias, donde se ha pactado una reducción de 200.000 euros y hay un compromiso de subirla a 300.000 este mismo año.

¿Quieres saber si te tocará pagar en el futuro? Si tus padres tienen un patrimonio de 600.00 euros y sois dos hermanos, cuando muera uno de tus padres la mitad de ese patrimonio pasará a los hijos (la otra mitad sigue siendo del cónyuge superviviente). 300.000 euros a dividir entre dos son 150.000 euros, dentro del mínimo exento. Ahora mismo, ni en Asturias ni en Andalucía pagarías nada.

El ejemplo que suele aparecer en la prensa para mostrarnos la insoportable carga que tenemos en algunas regiones es una herencia total de 850.000 euros. Pero ¿quién hereda esas cantidades? Según datos de 2016 de la Agencia Tributaria de Andalucía, el 92,5% de las personas que presentaron autoliquidación no tuvieron que pagar nada. Repito: nada. Cero. Aunque puede que parte de los más ricos estén evitando pagar el impuesto (hay formas de hacerlo y deben tomarse medidas al respecto), creo que podemos asumir que ese 7,5% que paga el impuesto no es precisamente pobre.

“Esto es una doble imposición. Mi padre ya pagó por esos bienes, ¿por qué debería yo pagar algo?”.

La respuesta, en este caso, es sencilla: porque no has pagado nada. ¡Lo pagó tu padre!

El Impuesto sobre Sociedades grava un incremento de renta, así que vamos a compararlo con el IRPF. Tu padre gana un sueldo con el sudor de su frente y tributa por ello en IRPF (buena parte lo paga indirectamente, vía retención). De su salario neto (descontado ya el IRPF), paga a un albañil para que reforme su casa. Ese pago, para el albañil, es renta que vuelve a tributar. Pero en absoluto eso es doble imposición, es dinero circulando.

Ese sueldo se va acumulando en el banco: son ahorros. Para heredarlos, tú pagas el Impuesto sobre Sucesiones. Como en el ejemplo anterior, no hay doble imposición: tú tienes parte de la carga genética de tu padre pero eres un individuo distinto. Tampoco hay doble imposición cuando heredes la casa reformada por el albañil a cambio del dinero que tu padre pagó de su sueldo, por el mismo motivo.

“¡Pero es que esa casa es de la familia!”. Ajá, entiendo.

Volvamos a los datos, para presentar esta cuestión en su dimensión justa: los herederos directos (descendientes, ascendientes, cónyuges) que, en Andalucía, tienen que pagar, son el 2,1% del total de personas que heredan.

Es cierto que un problema con el Impuesto sobre Sucesiones es que no vemos que haya una transmisión, quizá porque sentimos que esa casa (en la que tal vez vivimos nuestra infancia, o en la que pasamos los veranos) era ya, en parte, nuestra. Pero jurídicamente no es así, y al adquirir la propiedad (y por tanto, el derecho a disponer de esa vivienda) tenemos que pagar el Impuesto sobre Sucesiones.

Puedo entender que, para mucha gente, esa casa forme parte, sentimentalmente, del patrimonio familiar. Pero pensemos de manera más amplia. ¿Queremos una sociedad que esté ahí cuando la familia lo necesite; cuando necesite acceder a servicios básicos y protegerse de riesgos como la enfermedad o el desempleo? Para tener una sociedad que pueda ayudar a la familia, necesitamos familias que apoyen, económicamente, al Estado.

Hay quien dirá que es mejor que el Estado no se entrometa y cada cual gestione lo suyo. Pero si tenemos impuestos progresivos (y el de Sucesiones lo es) es para que quien más tiene ayude a quien tiene menos. Nos toca a cada uno y a cada una decidir cómo queremos que se organice esta cuestión. Yo lo tengo claro, y por eso escribo a favor del Impuesto sobre Sucesiones.

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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

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