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David LaChapelle: Busco la provocación artística, no la religiosa

David LaChapelle: Busco la provocación artística, no la religiosa

EFE

Madrid —

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Llenas de desnudos y de símbolos religiosos, las fotografías de David LaChapelle son tan famosas como fácilmente reconocibles, con un estilo colorista y barroco que contiene mucha crítica social, aunque él asegura que lo que busca es únicamente la provocación artística.

“Me gusta provocar desde el punto de vista artístico pero no provocar en el sentido de molestar a otras personas. La gente está ya bastante amargada por el mundo como para que un artista les moleste tratando de conmocionarles, creo que eso sería un objetivo muy superficial”, asegura LaChapelle a Efe.

A sus 56 años, este artista consagrado, que comenzó su carrera gracias al apoyo de Andy Warhol, destila tranquilidad y amabilidad mientras desgrana en la entrevista una carrera influida por el miedo a la muerte por sida en los ochenta, el posterior uso de estrellas del pop para atraer la atención o la confusión del mundo actual que ha documentado a través de sus imágenes.

Las distintas etapas de su trabajo se pueden contemplar en los dos volúmenes “Lost and Found” y “Good News” que Taschen acaba de editar, por separado o en una edición de arte conjunta, de tan solo 500 ejemplares, que incluye tres de sus obras firmadas.

“El primer libro es el comienzo, en los ochenta, y con un intervalo de 20 años, el segundo muestra mi trabajo de los últimos diez años, con una parte que no se había publicado”, explica el fotógrafo en Madrid, donde ha presentado esta obra.

Dos libros que cuentan una historia a través de las imágenes, desde esa pérdida y confusión que documenta en el primer volumen a las buenas noticias del segundo, que se centra en la idea de que está por llegar “el despertar espiritual de la Humanidad en un mundo que está dominado por la avaricia y el mal”.

“Vivimos -asegura- en un momento de shock, en internet hay cosas que todo el mundo puede ver, incluso torturas reales. Mi punto de partida es que ya hay muchas películas, series de televisión, programas, que son ultraviolentos, sin olvidar los videojuegos, con torturas y muertes”.

La gente “está obsesionada con los asesinos en serie. Para mí todo esto es parte de la oscuridad y la confusión de esta época, el materialismo, la avaricia”, reflexiona.

Las amenazas nucleares, las guerras o el cambio climático forman parte de la sexta extinción que está viviendo el mundo -la primera provocada por el hombre-, pero él está convencido de que hay esperanza, y eso es lo que trata de reflejar en sus últimos trabajos.

LaChapelle quiere mostrar el futuro posible, quiere recuperar las enseñanzas de Jesús y los principios del cristianismo en unas fotografías que tienen mucho de utópicas y de místicas pero con las que, en ningún caso, insiste, quiere provocar a los creyentes.

“En Estados Unidos, los evangelistas en los ochenta alinearon el cristianismo con el Partido Republicano, actuaban como si hablaran por todos los cristianos, eran anti-gay, anti-mujeres y consideraban el sida un castigo contra los jóvenes que eran homosexuales”, explica.

Y eso, en su opinión, es una perversión de la Biblia, “porque la base del cristianismo es el amor, por encima de todo, el amor entre todos, el perdón, cuidar de los pobres...”.

Todo eso está reflejado en sus fotografías, como también lo está su preocupación por el cambio climático, un problema que ha visto de primera mano durante los últimos años, que ha vivido en Hawai, “en un bosque prístino cuya fauna está disminuyendo. Cada vez hay menos ranas, lagartos o pájaros”.

Mezcla imágenes de figuras religiosas con naturaleza exhuberante, usa a la Piedad para simbolizar la idea de la gran pérdida, la del hijo. Son imágenes “sinceras y no irónicas” porque, asegura: “la pura provocación no me interesa”.

En ese proceso de concienciación, el fotógrafo ha abandonado las fotografías de moda y el uso de rostros famosos que antaño utilizaba para atraer las miradas a su trabajo, que siempre contenía una cierta crítica social.

Aunque no reniega de aquellas imágenes que le hicieron un hueco en el mundo del arte a nivel mundial -posaron para él desde Elizabeth Taylor a Michael Jackson, pasando por David Bowie, Andy Warhol o Amy Winehouse-, reconoce que su mirada cambió.

“Cuando empecé tenía solo 17 años y todo el mundo moría de una enfermedad que ni siquiera tenía nombre. Mis fotografías eran imágenes de ángeles, metafísicas, porque creía que yo también iba a morir. Más tarde vi que no tenía esa sentencia de muerte y me volví más luminoso en mi trabajo, llegaron las estrellas del pop, como Pamela Anderson, Britney, los vídeos musicales”.

Regresó entonces al comienzo. “Y ahora he encontrado el camino y cuando miro atrás y veo mi evolución, creo que tiene sentido más allá de mí mismo”.

Por Alicia García de Francisco

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