Eduardo Mendoza reivindica la figura del editor en la apertura del Foro Edita

El escritor barcelonés Eduardo Mendoza ha reivindicado hoy la figura del editor, “una figura nada superflua”, en la apertura del Foro Edita Barcelona, que durante tres días analizará el futuro del sector del libro con la perspectiva de 2030.

En su intervención en el Saló de Cent del Ayuntamiento, el último premio cervantes ha dicho que “durante miles de años la mayoría de la población ha sido analfabeta, pero no ajena a la literatura, ya que se producía de forma oral” y ha añadido: “Los editores han hecho posible que las grandes obras de la literatura universal hayan llegado a nosotros, porque su destino era perderse en el tiempo”.

Mendoza ha hecho una distinción entre el escritor, que “escribe”, y el editor, que “hace libros”, y ha recurrido a su experiencia juvenil, cuando ni siquiera se planteaba ser escritor, “unos años en los que gozamos de un estado dictatorial que desertizó buena parte del territorio literario”, ha rememorado.

Entonces, conseguir un libro prohibido por la censura era un riesgo, pero el placer eran “indescriptible” cuando llegaban de manera clandestina libros de Francia, del Reino Unido, de Italia o de América Latina, según el autor.

Fue en esos años cuando Mendoza conoció a algunos editores figuras míticas, entre las que ha mencionado al patriarca José Manuel Lara, con quien tuvo una “cordial relación”, y a su hijo José Manuel Lara Bosch, con quien tuvo “una cordial amistad”.

En España, ha asegurado Mendoza, la figura del editor era en aquellos años la de “un artesano, algo de pícaro y mucho de romántico”.

Mendoza entró en el mundo literario por la puerta de Seix Barral, en la que sigue después de más de 45 años, junto a su editor y amigo Pere Gimferrer.

El escritor de “El laberinto de las aceitunas” ha evocado su primera experiencia en Sant Jordi en la caseta de Seix Barral, en la parte alta de la Rambla, en los primeros años de la Transición, en los que había muchas manifestaciones que convirtieron aquella jornada en “un campo de batalla”, hasta el punto de que una pelota antidisturbios perdida iba dirigida a él mientras cenaba con su editor en un restaurante de la zona.

“La bola no llegó a impactar en mí, porque el editor, con muchos reflejos, se interpuso entre la pelota y yo. Cuento esta anécdota como ejemplo de hasta qué punto un editor debe cuidar a sus autores”, ha bromeado con su habitual fino humor.

En relación con el lema del Fórum, Mendoza ha confesado: “Me preocupa menos qué pasará con el mundo de la edición en 2030 que no qué pasará conmigo en 2030”.

Desde esa imagen casi artesanal de los editores de la dictadura o la Transición se ha pasado, en palabras de Mendoza, a unos editores que se han convertido hoy en “un punto intermedio entre la literatura y los presupuestos generales del estado, o lo que es lo mismo entre el poder y la libertad”.

En este punto, el escritor barcelonés se ha mostrado quejoso con el Gobierno, que “en materia fiscal muestra un rigor que en ocasiones roza la cicatería o el acoso, un control que se produce mientras la piratería goza de total impunidad”.

La Barcelona que tanto describe en sus novelas es, según Mendoza, “una ciudad intensamente literaria”, a pesar de que “alguien que pasee por las calles del centro pueda pensar que nos dedicamos a otra cosa, pero también se editan libros y es una ciudad de editores”.

Del Quijote que Cervantes trae a Barcelona, Mendoza se queda con ese pasaje en el que el autor habla con un editor de las cuestiones que le importan: de la impresión, de las traducciones y, sobre todo, del cobro de los derechos. “Cervantes nos deja constancia de que ya entonces había problemas entre los escritores y los editores”.

Entre los asistentes al acto inaugural del Foro Edita había representantes del mundo de la edición como José Creuheras (Grupo Planeta), Núria Cabutí (Penguin Random House), Oriol Castanys (Anagrama), Luis Solano (Libros del Asteroide), Joan Sala (Comanegra) o Daniel Fernández (presidente de la Federación de Gremios de Editores de España), así como del Centro de Derechos Reprográficos (Cedro) y del Gremio de Libreros de Cataluña.