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Giner de los Ríos y Juan Ramón, una historia de amistad y admiración

Giner de los Ríos y Juan Ramón, una historia de amistad y admiración

EFE

Huelva —

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Giner de los Ríos y Juan Ramón Jiménez se conocieron en los albores del siglo XX, en Madrid y con los nexos de unión de la Institución Libre de Enseñanza y la Residencia de Estudiantes. A partir de ahí, entablaron una relación de amistad que llevó incluso al Nobel a dedicarle “Un andaluz de fuego”.

En 1904, en Madrid, el joven Juan Ramón vivía en casa del doctor Simarro, persona que fue quien propició su encuentro con el pedagogo, pensador, escritor y, entonces, ya fundador de la Institución Libre de Enseñanza, centro educativo basado en modelos pedagógicos modernos, laicos y progresistas, explican desde la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez.

Sin embargo, no es hasta 1913 cuando el Nobel es invitado a vivir en la Residencia de Estudiantes como reconocimiento oficial por su labor como poeta, donde entabla una mayor relación con Giner de los Ríos, al que admiraba hasta el punto de que llegó a reconocer y asimilar en su poesía y forma de actuar los valores krausistas representados por el maestro.

Decía Juan Ramón: “Don Francisco, que era en vida un profesor máximo, era sobre todo un vividor de filosofía. Por eso su ejemplo, su contajio estaba en su persona, más que ha quedado en su obra escrita que no fue lo fundamental en su vida”.

Pero la admiración y el respeto era mutuo, no en vano Giner de los Ríos fue además de amigo impulsor del éxito de la obra del poeta, fundamentalmente de “Platero y yo” al comprar muchos ejemplares en las Navidades de 1914 y regalarlos a las personalidades que visitaban su casa, con los mayores elogios.

Según Giner, Platero expresaba precisamente los valores de la ética institucionista de la regeneración por la naturaleza y la cultura en un proceso de interiorización idealista: “Es perfecto (?) con esa sencillez debía usted escribir siempre”, le dijo a Juan Ramón en la última visita que éste le hizo cuando ya estaba enfermo.

Esta relación propiciada por el hecho de compartir “el mismo marco intelectual” es la que este mes se pone en valor en la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez de Moguer (Huelva), de la mano de la Fundación del Nobel en el marco de la Pieza del Mes.

Recuperados de los fondos del Nobel que custodia la Fundación cobran protagonismo durante febrero libros de Giner de los Ríos de la Biblioteca personal del poeta, correspondencia entre ambos y textos del retrato lírico que sobre el maestro hizo Juan Ramón en “Españoles de Tres Mundos”.

Y junto a ellos, fragmentos de “Un andaluz de fuego”, el libro que el Nobel dedicó a Giner de los Ríos y a cuyo proyecto ya hacía alusión en una carta escrita a Zenobia el 18 de febrero de 1915, en la que recuerda el fallecimiento del maestro.

“He estado toda la tarde con el pobre don Francisco. Está en su celda blanca y pobre, como un santo, entre sus flores y su romero. Cossío me dice que el último libro que ha leído y que la última conversación lúcida que tuvo fue sobre mi Platero. Ahí lo tiene, al lado de su lecho de muerte (...) Voy a escribir un libro sobre don Francisco, que se me ha ocurrido al lado de su cuerpo frío”, escribía.

Aquel proyecto del que habla el poeta cuajó en “Un andaluz de fuego”, que comienza con unos textos engendrados en el velatorio, “Elegía pura” o “Elegía a la muerte de un hombre puro”, que se van amplificando, y que se pueden ver en esta Pieza del mes.

Dos intelectuales, como tantos otros que coparon el Madrid de principios del siglo XX, que, sin embargo, no pasaron desapercibidos, que fueron grandes en sus campos y que se nutrieron el uno del otro dando forma y prolongando una relación de profunda amistad. Laura Ramírez.

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