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Zaira: “No sé cómo se canta el 7, me sale un gallo siempre”

Zaira: "No sé cómo se canta el 7, me sale un gallo siempre"

EFE

Madrid —

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“Yo no sé cómo cantar el 7 porque me sale un gallo siempre”, asegura nerviosa Zaira, una de los veintiún niños que este año serán los encargados de extraer las bolas y entonar los números y premios del sorteo de Navidad.

Ni ella ni ninguno de los otros doce niños y ocho niñas han cantado El Gordo nunca, pese a haber participado en varios sorteos navideños, según explican en uno de los ensayos previos al sorteo.

Incluso alguno ha estado cerca de hacerlo; Nicol y Josué fueron los que extrajeron las bolas premiadas el año pasado, pero no quienes cantaron el número.

Aunque se trata de niños que, junto con el resto de sus compañeros, cantan semanalmente en los sorteos de lotería de los jueves y sábados, participar en el de Navidad es, como explica uno de sus educadores, Ignacio Villarrubia, “un premio a la actividad que llevan haciendo todo el año”.

Isaac, Zaira, Lorena, Nicol y Juan Ismael serán quienes canten los números el 22 de diciembre; Nazaret, Kevin, Nicol, Youssef y Josué Ariel harán lo propio con los premios, y Deni, Daniel, William, Aroa, Jehicob, Wilmer Alberto, Yaneiri, Wendy, Carlos y Esther extraerán las bolas.

Llevan desde noviembre ensayando casi a diario en la Residencia-internado de San Ildefonso, en chándal, y sacando las pequeñas bolas de maderas de sacos de terciopelo marrones en vez de bombos.

Repiten número tras número para asegurarse que su dicción, su entonación y su posición son las correctas, y que están listos para la posibilidad de cantar El Gordo de este año.

6539, es el número ganador que entona Lorena en el ensayo dos semanas antes del sorteo, bajo la atenta mirada del preparador, Pedro Vázquez, subdirector de la Residencia-internado de San Ildefonso, donde viven de lunes a viernes todos los niños que participan en el sorteo.

“Es mucho más especial”, dice Lorena del sorteo, “porque normalmente los números no se cantan”, por eso a esta niña de 12 años le gusta más entonar números que canciones.

Para Nicol, que celebra su duodécimo cumpleaños el mismo día del ensayo, también es especial porque cuando sea mayor quiere ser “una gran cantante”.

Si le tocase el premio, a Lorena le gustaría viajar a París o a Nueva York , Nicol querría que lo ganase su madre, de la que habla continuamente, Isaac lo compartiría con sus amigos y Zaira prefiere que sea para “gente que lo necesite de verdad”, pero si en algún momento le toca tiene claro que lo compartiría con el resto.

Las parejas están hechas desde hace tiempo. “A base de selección, de mezclar niño con niño”. Explica Pedro Vázquez, porque así consiguen determinar qué voces son “armoniosas” y van bien juntas.

Villarrubia, no ve tan fácil determinar esa armonía.

Hace unos días cambiaron unas parejas porque no encajaban sus voces, cuenta, pero él piensa que la mejor fórmula es que se lleven bien entre ellos, como es el caso de “sus niños” Juan Ismael y Josué que actuarán juntos.

Pero igual que es importante esa sintonía en las voces, también es necesario “esa misma armonía” entre las parejas cantantes y las que extraen para que “no se rompa el buen ritmo”, asevera Pedro Vázquez.

Sólo siete niñas y cinco niños cantarán las 1.807 bolas de los premios y las de los números.

“Que tengan una voz agradable” es importante, según dice el educador, pero también lo es que sepan leer los números y se les comprenda, algo que no pueden hacer los más pequeños de la residencia, y que aparenten ser niños y no hombres y mujeres como los más mayores.

El cinco es la terminación más premiada en la lotería, pero es también la pesadilla de Zaira junto con el siete; a su lado Isaac dice que a él no le importa el número.

Los nervios “no hay forma de calmarlos”, dice esta chica de 12 años, pero Isaac la tranquiliza diciéndole que la primera vez que cantó estaba nervioso, “pero no me salió tan mal”.

“Que vaya relajada porque cuando vas relajada cantas mejor y luego te sueltas”, le aconseja a su vez Lorena a Nazaré, que se inicia en este arte.

Pero Nazaré tiene su propia fórmula: “Como voy a ver a mi familia antes del sorteo, me calman”.

La clave para que todo vaya bien, explica Ignacio Villarrubia, es que “ellos tienen ilusión”, y que sólo necesitan “mucho ánimo”, confianza y pequeñas técnicas muy básicas de relajación.

Y aunque haya fallos, todos los niños y niñas darán lo mejor de sí para hacer que El Gordo suene fuerte y claro en el Teatro Real de Madrid el próximo 22 de diciembre. ¡Suerte!.

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