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La cara B de la “burbuja” del vinilo

La cara B de la "burbuja" del vinilo

EFE

Córdoba —

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Tocadiscos, “pick ups” y discos de vinilo van a volver a ser regalos estrella de estas Navidades después de años marcando una tendencia al alza que hace que hoy este formato esté en números similares a los de los 80, lo que ha significado un empujón, que, como los propios discos, tiene su cara B.

A falta de conocer los datos del año en curso, las ventas de vinilos en 2016 ya eran lo suficientemente relevantes para hablar de tendencia, con más 435.000 unidades vendidas, un número considerable que, además, supone casi un 20 por ciento más que en 2015.

Las cifras son de Productores Musicales de España (Promusicae) y confirman la vuelta del soporte físico en general, y del vinilo en particular, un formato que, prácticamente desde finales de los 80 y hasta hace un lustro, han mantenido casi en su totalidad los disyoqueis y los sellos pequeños de música negra, “indie” y electrónica.

Uno de ellos es el cordobés afincado en Berlín Cecilio, pinchadiscos del sello Slow Life, que ha editado una decena de referencias en este formato, todas ellas agotadas en las tiendas especializadas, y que está en su ciudad de origen para participar en una “jam session” de DJ en vinilo llamada Jukebox Jam!.

Cecilio explica a Efe que la llamada “moda” del vinilo “tiene un lado bueno y un lado malo”. Lo explica en la tienda Amigos del Disco de Córdoba, que lleva abierta desde el año 1994 y ha aguantado la crisis del formato físico por el empuje del archivo digital.

“La parte buena es que ha revitalizado a una industria que realmente nunca había muerto pero que estaba malviviendo, y la mala es que quienes durante años han sostenido precisamente a esta industria están viendo ahora cómo los grandes sellos y las grandes multinacionales están copando la producción, que se realiza según estándares obsoletos y que no ha evolucionado a nivel tecnológico”, reflexiona el DJ cordobés.

Lo cierto es que la mayoría de prensas de vinilo que trabajaban en los 80 han sido desmanteladas y hoy toda la demanda la cubren fábricas de prensado repartidas en 42 países, uno de los cuales es la República Checa, donde “plancha” sus discos Cecilio, que han logrado convertirse en un próspero negocio, aunque trabajando a marchas forzadas.

Basta con ver la web de GZ Media, una de las principales plantas del país centroeuropeo, que reconoce que llega a producir 65.000 vinilos al día, lo cual, en términos generales, es más de lo que se consumía en España en 2008.

Cecilio reconoce que no es nativo del vinilo, pues creció cuando el formato predominante era el CD, aunque recuerda que su atracción por la figura del DJ le hizo animarse a comprarse su propio equipo y a destinar “prácticamente todo el dinero” que ha tenido en comprar discos.

“Yo no recuerdo cuál, cuándo o dónde me bajé mi primer MP3, pero sí que recuerdo perfectamente cuál fue el primer disco que me compré”, apostilla Juani Cash, otro disyóquey cordobés que ha puesto en marcha Jukebox Jam!, unas fiestas en las que exclusivamente se pincha en vinilo y que son de día y gratis con el objetivo de “difundir la cultura del disco”.

Al igual que Cecilio, Juani Cash compra mucha música de segunda mano, la mayoría por internet, donde páginas como Discogs llevan años favoreciendo el contacto entre particulares, y sólo en los primeros seis meses del año han registrado 700.000 transacciones de discos.

A este respecto, Cecilio reconoce que estas páginas son “una buena herramienta que tiene su parte mala”, ya que es habitual dar con gente que está “abusando y especulando con discos que, por un motivo u otro, tienen una repercusión”. Él lo sabe bien, puesto que ha visto a particulares especular con la música de su propio sello.

De todo esto sabe también Bartolomé Jaén, regente de la tienda Amigos del Disco en la que se desarrolla la entrevista y que confiesa que tiene “alrededor de 200.000 discos”, muchos de los cuales “no vendería jamás” después de 45 años dedicado al coleccionismo.

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