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Cataluña y los “manteros” plantean un nuevo urbanismo en la Bienal veneciana

Cataluña y los "manteros" plantean un nuevo urbanismo en la Bienal veneciana
Roma —

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Venecia (Italia), 18 may (EFE).- Imaginar un urbanismo alternativo a partir de la experiencia de los inmigrantes. Ese es el eje central del proyecto que Cataluña ha llevado a la XVIII Bienal de Arquitectura de Venecia y para el que ha recurrido al testimonio y las prácticas del colectivo de “manteros”, los vendedores ambulantes de las calles barcelonesas.

La propuesta, un proyecto colateral de esta edición, se titula “Seguint el peix” (Siguiendo el pez) y pretende plantear alternativas que contribuyan a la “descolonización y descarbonización” de las ciudades, tal y como había encargado la comisaria británico-ghanesa Lesley Lokko.

De este modo el Institut Ramon Llull ha recurrido a las prácticas que trajeron consigo los numerosos senegaleses que en la actualidad conforman el colectivo social y político del “Top Manta”, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona.

El pabellón catalán, que podrá visitarse hasta el 26 de noviembre, se compone de varias de las mantas que estos inmigrantes utilizan para vender productos en calles y aceras, todas extendidas, colgadas del techo, decoradas y entrelazadas para conducir una narrativa.

En resumidas cuentas, recogen la historia de quienes llegaron a Barcelona buscando una vida mejor. La primera manta muestra a África como “origen de la humanidad” con un estampado agreste y natural, mientras que en la última los árboles han sido invadidos por coches.

En el resto, se cuentan las vivencias de los vendedores, la red de ayuda que los asistió o sus trabajos en la agricultura, denuncian el “expolio” de su continente o las leyes que los redujeron a “ilegales” a su llegada a Europa, mediante la muestra de páginas y páginas de legislación sobre las que se ha escrito la palabra “racista”.

Todo para proponer esencialmente un tema: “cómo la arquitectura se impregna de los nuevos paradigmas y de las nuevas necesidades que se plantean desde África y lo hacemos desde la diáspora africana en Europa, desde el colectivo Top Manta”, explica a EFE el director de Institut Ramon Llull, Per Almeda.

La segunda parte del pabellón deja atrás la instalación de mantas para adentrarse en un terreno técnico: una serie de gráficos y mapas con alternativas urbanísticas lanzadas por 106 estudiantes de 26 nacionalidades distintas llegados de seis escuelas de arquitectura y diseño internacionales.

En los paneles, los jóvenes recabaron las experiencias de los “manteros” inmigrantes y, tras un trabajo de estudio y análisis en el denominado “Taller de Reparación”, propusieron tres retos.

El primero, “redefinir los comedores sociales”. Los estudiantes se dieron cuenta de que en el taller “mantero” de Can Batlló, a la hora del almuerzo, todos los vendedores comen juntos, lo que reduce el gasto energético en cocina y los desperdicios. ¿Y por qué no aplicar ese tipo de espacios a una nueva forma de urbanismo?

El segundo desafío pasa por construir “residencias colectivas temporales para migrantes”, abiertas y no separadas en habitaciones. “Los manteros nos enseñan la importancia de una casa siempre abierta donde reina la hospitalidad”, escriben en uno de los paneles.

Por último, también se baraja reconvertir locales a ras de calle, en desuso, en “estructuras sociales difundidas”, siguiendo el caso del almacén del barrio del Raval, donde el sindicato se reúne u organiza sus batallas sociales.

“La diáspora africana cuando llega a Occidente lo hace con una mochila de conocimiento basada en la comunidad versus el individualismo al que estamos acostumbrados. Es una comunidad que no es ideológica, que es por condición, pero que es más sostenible y tiene menos huella de carbono”, resume la comisaria del proyecto y miembro de Leve Productora, Eva Serrats.

Por eso, el pabellón “ensaya que podemos aprender de estas maneras de vivir para aplicarlas en nuestro territorio”, alega.

Almeda considera que “las necesidades que el sistema capitalista nos ha creado se pueden afrontar de otra manera” y en ello puede jugar un rol importante la diáspora del continente africano.

“Tenemos que cambiar el sistema, hacerlo más sostenible, y quizá la experiencia africana de todo un colectivo que ha salido de su país fruto del expolio occidental nos va a hacer mirar la realidad que vivimos en las ciudades y nuestras viviendas de otra manera. Compartir, reutilizar y pensar los usos de una manera multidimensional, es lo que nos están planteando”, termina.

Gonzalo Sánchez

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