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Haneke: “La mayoría disfruta de la violencia, y yo intento lo contrario”

Michael Haneke

elDiario.es / Agencias | eldiario.es

Oviedo —

El director, guionista y dramaturgo Michael Haneke recogerá su Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013 mañana viernes, pero llegó ayer a la capital asturiana y ya ha comparecido ante los medios en el ovetense Hotel de la Reconquista, antes de participar en Gijón en un encuentro con el público.

Allí ha declarado que hay géneros que no le llaman. Haneke explicó que su abuela ya le había preguntado si algún día iba a dirigir una comedia pero que “no se pueden pedir peras al olmo”. Tampoco tiene interés en hacer películas de acción, “porque rechazo ese cine que es una especie de atontamiento general del público”. Típicamente, el director no ha querido hablar de sus actuales proyectos por si luego los cambia. “Procuro hacer lo que me interesa, y el interés cambia de lugar- explica. -Hay distintas cosas que me cabrean o me entristecen, y ahí voy con mis películas”.

Según el fallo del jurado del Príncipe de las Artes, Haneke destaca por su “original y personalísima aproximación de radical sinceridad, aguda observación y extrema sutileza a problemas fundamentales que nos conciernen o afectan individual y colectivamente”. Habrá quien no esté de acuerdo con la palabra “sutileza”, teniendo en cuenta la brutalidad que caracteriza alguno de sus títulos más reconocidos, como La Pianista o Funny games.

“La mayoría disfruta de la violencia, y yo intento lo contrario, que dé asco a los espectadores”, se justifica Haneke, para quien la única forma de revertir esa actitud entre los espectadores que consumen ávidamente la violencia es no presentarla como algo atractivo.

La conciencia incómoda de Europa

El cineasta, que nació en Múnich en 1942 pero ha crecido en Austria y se considera austríaco, empezó a hacer cine a los 46 años y le ha ido bien. Entre El séptimo continente (1989) y 71 fragmentos de una cronología del azar (1994) y su última película, la devastadora Amour, ha disfrutado de una satisfactoria carrera de premios y reconocimiento. “Empecé a aprender el oficio desde sus comienzos y con 46 años me sentí con suficiente madurez como para decir que podía hacer cine”. Acerca de su profesión, el oscuro Haneke es optimista, y está convencido de que los cines no morirán nunca del todo, porque a la gente le gusta esa sensación de compartir una película.

No se siente responsable de las etiquetas que le ponen los críticos, como la de ser la conciencia incómoda de Europa, pero que tampoco hace películas con la intención de provocar, aunque al final sus producciones resulten polémicas. “Quiero describir la realidad un poco más allá de la superficie, y eso suscita provocaciones, pero no me siento como alguien que hace películas para provocar”.

Haneke es el sexto galardonado con el Premio de las Artes procedente del mundo del cine, ha asegurado que hasta que le propusieron para este premio desconocía su existencia, pero que está “contento” de haber recibido esa distinción y deseando conocer a otros premiados como la fotógrafa norteamericana Annie Leibovitz, Premio de Comunicación y Humanidades.

También ha reconocido que no conoce mucho del cine español, salvo las películas de Pedro Almodóvar, pero que tampoco le gusta opinar sobre directores, porque, cuando lo hace en Austria, que es lo que más conoce, siempre hay alguien que se enfada.

A preguntas más políticas, como la polémica desatada en torno al entierro del criminal de guerra nazi Erich Priebke, que murió este mes en Roma a los 100 años, Haneke se ha limitado a decir que no era la persona indicada para contestar a ese tipo de cuestiones y que su presencia estaba motivada sólo por su condición de cineasta.

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