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Una cuadro, una bomba y una gorra: el Prado recorre su historia

Una cuadro, una bomba y una gorra: el Prado recorre su historia
Madrid 16 mar (EFE).- El Museo del Prado rinde tributo a su historia con tres salas dedicadas a revisar más de dos siglos de su vida. La instalación —

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Madrid 16 mar (EFE).- El Museo del Prado rinde tributo a su historia con tres salas dedicadas a revisar más de dos siglos de su vida. La instalación, de carácter permanente, muestra la evolución de su edificio y los personajes, populares y anónimos, que lo han convertido en la institución internacional que es hoy.

La pinacoteca madrileña se convierte en “el primer museo de España” y “uno de los pocos del mundo” que tienen una exposición de este tipo, según ha recalcado su director, Miguel Falomir, que ha presentado hoy las salas al público.

La exposición “Historia del Museo del Prado y sus edificios” se ubica en la zona donde antiguamente se mostraba el Tesoro del Delfín, en el sótano del edificio original de Juan de Villanueva.

“No es tanto una exposición de la historia oficial, sino una historia más sentida”, ha resumido el responsable del proyecto, Víctor Cageao, director de Inmuebles y Medio Natural de Patrimonio Nacional, que hasta hace poco era coordinador general de Programación del Prado.

Junto a multitud de mapas, maquetas y documentación que reflejan cómo ha ido evolucionado la institución y su edificio principal, se encuentran decenas de objetos anónimos y curiosos, como una gorra de ascensorista o la bomba que estuvo a punto de volar el edifico en la Guerra Civil.

Una de las “piezas estrellas de la muestra” es un antiguo armario del departamento de restauración. En él se puede ver un cúmulo de utensilios, herramientas, pigmentos y otros cachivaches que hasta hace poco se usaban en la restauración de cuadros.

“Es una metáfora de la profesionalización de la institución”, ha apuntado Cageao.

También se muestran otras curiosidades, como una de las escupideras que hasta hace apenas un siglo se encontraban en todas las salas del museo, los tornos para acceder de finales del siglo XIX o la gorra de uno de los primeros ascensoristas que trabajaron en el museo durante el franquismo.

“Aunque hay protagonistas con nombre y apellidos, queremos que también estén presentes personas anónimas, que no son conocidas -ha detallado- y sin las que hubiera sido imposible llegar aquí”.

Hay, cómo no, un homenaje a María Isabel de Braganza, la mujer de Fernando VII, que es la verdadera impulsora de la institución y que no siempre es conocida por el gran público. La reina recibe al visitante en un gran cuadro, en el que aparece junto a los planos del museo y el edifico al fondo.

“Es una pieza destacadísima, que se hizo cuando ella ya había fallecido”, ha explicado Cageao. Ha estado siempre colgado en el museo y ahora se quedará como pieza central de la exposición.

Aunque la construcción del edificio se remonta a la época de Carlos III, en 1785, su uso iba a ser el de Academia de Ciencia y Gabinete de Historia Natural.

El proyecto se frenó con la llegada de las tropas francesas en 1808. El edificio estaba a medio terminar y los soldados franceses lo terminaron de destrozar al arrancar los canalones y los tejados para hacer proyectiles.

Fue María Isabel de Braganza la que propuso a su marido crear un museo de arte en Madrid con las pinturas de las Colección Real. El rey encargó reformar el edificio y el museo abrió sus puertas el 19 de noviembre de 1818, aunque sin actos solemnes.

Al principio solo se abría una vez a la semana y únicamente se exponían 311 pinturas. Lo demás es historia.

“Parece una exposición muy sencilla, pero tiene más de doscientas piezas” ha indicado Cageao.

En su selección han participado prácticamente todos los departamentos del museo y muchos de sus trabajadores.

La gran mayoría de los objetos son de la pinacoteca, pero también hay alguna pieza prestada, como la maqueta de la ampliación de Rafael Moneo, propiedad del arquitecto.

A través de la decena de maquetas dispuestas en las salas se puede ir viendo las distintas ampliaciones que ha vivido el edificio a lo largo de su historia y que demuestran cómo “el museo siempre ha estado persiguiendo su ampliación”. Todavía queda una, la del Salón de Reinos que, si todo va bien, comenzarán en noviembre.

La de Moneo es quizás la más conocida, pero otros arquitectos han ido sumando metros cuadrados a su trazado a lo largo del siglo XX, como Fernando Arbós o Pedro Muguruza. Todas estas modificaciones, pasadas y futuras, se pueden ver en un vídeo en la muestra.

Terminan de completar el mosaico de la exposición carteles de exposiciones, fotografías o recortes de prensa que recuerdan la vuelta del “Guernica”, la restauración de “Las Meninas” de 1984 o sus años más trágicos, los que estuvo cerrado por la Guerra Civil, con sacos de arena protegiendo lo que no se puedo trasladar a Suiza.

La exposición tienen un valor simbólico en el momento que atraviesa el museo, con el desplome de visitantes que ha generado la caída del turismo y sin que se haya reabierto su recorrido al completo desde que comenzó, hace un año, la pandemia de coronavirus.

Por Celia Sierra

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