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'Por la gracia de Dios': una mirada crítica a la Semana Santa por primera vez libre del NO-DO

Fotograma de 'Por la gracia de Dios', de Carlos Taillefer

Mónica Zas Marcos

Festival de cine de autor de Benalmádena, 1978. Un documental congrega a más de mil cien personas en el Palacio de Congresos de Torremolinos. Al término de la proyección, los espectadores se revolucionan y la sala ruge entre una mezcla de vítores, aplausos y sonados abucheos.

El objeto del escándalo no es otro que Por la gracia de Dios, un mediometraje sobre la Semana Santa de Málaga que criticaba por primera vez la connivencia entre lo militar y lo religioso. Un veinteañero melenudo y recién licenciado en Imagen acababa de hacer historia del cine andaluz mostrando lo que tantos años se había maquillado en el NO-DO.

Madrid, 2018. Carlos Taillefer nos espera en una cafetería céntrica con un maletín lleno de recortes de periódico y una copia de Por la gracia de Dios en DVD. No está no en YouTube, ni en Vimeo ni en ningún otro portal de Internet. Han pasado 40 años de aquel estreno y no queda ni rastro de las melenas, pero hay muchas cosas que parecen congeladas en el tiempo, y por eso su documental ha regresado a la palestra. Tras su paso por la Filmoteca Nacional, se proyectará esta Semana Santa en la Cineteca para regresar poco después a la universidad de Málaga.

Donde no se verá es en TVE, cadena que sí compró una copia a finales de los 70 y la emitió en su programa La ventana eléctrica. “No me han dado razones porque no hace falta. Solo hay que ver quién está al frente de la cadena pública y para qué. Canal Sur, al servicio de los socialistas, también la ha rechazado. La Semana Santa es un tema muy delicado en Andalucía y ahora están todos los partidos, salvo la izquierda, tocando las campanas de Cristo y haciéndose fotos con la Virgen”, cuenta Taillefer a eldiario.es.

El ahora veterano director acabó especializándose en producción cinematográfica tras trabajar como tal en El camino de los ingleses, pero el hito de su carrera siempre será Por la gracia de Dios. “Benalmádena fue un escándalo puntual, pero el lío se formó tras la emisión en TVE, donde lo sintonizaron millones de personas”, explica.

Las cartas de los indignados y los mensajes desde los medios locales se sucedieron, “no en vano iba sobre el mamoneo entre el Ejército y la Iglesia en Málaga, algo que no ocurre en los pasos de Sevilla ni Córdoba y que teníamos muy normalizado por el NO-DO”.

Mientras las cofradías rabiaban, el documental recibió premios nacionales -incluido uno del Ministerio de Cultura- e internacionales, y participó en numerosos certámenes. Su elocuente uso de la música, de las marchas militares y las saetas mezclados con las sirenas de feria, parece la banda sonora de un “carnaval”.

“Dicen que es una Semana Santa y no es santa. Es jolgorio. Me parece increíble el dinero que se gasta en esto la Iglesia y que podría invertir en dar de comer a los que no tienen”, dice uno de los entrevistados en el documental. “El contraste que supone tanta riqueza en una provincia que ostenta el mayor número de parados es demasiado fuerte”, suscribe otro.

“Si hay señoras por ahí que reciben joyas de sus hijos de muchos millones de pesetas, por qué el pueblo malagueño no se va a permitir el lujo de regalarle un manto de sesenta millones de pesetas a la Virgen, que es la madre de todos”, opina discordante otro más.

Los testimonios de la calle, unido al de algunos políticos como el alcalde franquista de Málaga y primero de la Transición, el del obispo y los cofrades, convierten a Por la gracia de Dios en un retrato antropológico de esta etapa tan particular.

“A pesar de que era un momento crítico por ETA, había mucho menos control. Rodamos unos planos sin permisos previos que ahora serían imposibles. Por ejemplo, hay uno de los legionarios cantando El novio de la muerte desde un buque de guerra que da pánico y ahora sería impensable”, desvela el cineasta con pasión. También le brillan los ojos al recordar cómo improvisaron un travelling sobre un Citroën de dos caballos descapotable para capturar los desfiles militares y el paso de los tronos.

Lo mejor de Por la gracia de Dios es que no censura ninguna opinión. Carlos Taillefer y su equipo se limitaron a ofrecer una mirada heterogénea sobre la Semana Santa que jamás habría tenido cabida en el NO-DO. Aún menos los duros comentarios que se escuchan en off sobre el Ejército español.

“Habría que empezar por eliminar todo lo que huele a militar y a política. Para Franco, la Semana Santa servía para hacer exhibicionismo militar a todo trapo”, critica uno. “Son penitentes. No salen como militares, sino como hermanos”, replica otro. Mientras, en escena no falta ninguno: los grises, la Legión, el mono con chapiri a lomos de la cabra, los paracaidistas y los de aviación.

“Muchos católicos se quejan cada año porque piensan que es una manipulación política de sus creencias. La única ministra que se opuso con más fuerza fue Carme Chacón y se le lanzaron a la yugular”, explica Carlos. Él, que ahora se reconoce como agnóstico, fue inscrito nada más nacer en una cofradía de Málaga y participó como nazareno hasta los 14 años. “Yo creo que eso es lo que más molesta. Quien vea la película no puede decir que no sé de lo que hablo”, afirma.

Machismo e indultos penitenciarios

Por la gracia de Dios no nació como documental. De hecho, al principio ni siquiera tenía nombre. Era el trabajo que presentó Carlos Taillefer ante un tribunal parisino para entrar en el Instituto de Altos Estudios de Cinematografía francés. “No me cogieron, pero la frustración quiso que lo convirtiese en una cinta en 16 mm”. El nombre llegó después y fue el reflejo del espíritu combativo de un grupo de jóvenes criados durante la dictadura.

Sus escasos 40 minutos son suficientes para tratar varias polémicas que hoy en día siguen encabezando titulares. La primera de ellas, el indulto de Semana Santa.

“En la cárcel no hay ningún jueves santo. Amnistía total, COPEL”, se lee en una pintada sobre las paredes de la prisión de Málaga. Ese día, la hermandad Jesús “El Rico” liberó a un preso al que Taillefer intentó entrevistar sin éxito. “El hombre no se atrevía a decir por qué era el elegido, como se ve en la película. En aquel entonces, el debate sobre el sistema penitenciario en España estaba muy jodido”, explica el director.

El otro bloque peliagudo de Por la gracia de Dios trata sobre el machismo inherente en las instituciones religiosas y en las cofradías. “El hombre y la mujer nunca son iguales. Como no son iguales el toro y la vaca. El macho siempre es más fuerte, y por lo tanto lleva el trono. Es una actitud genuinamente masculina”, dice uno de ellos en el documental.

“Es muy difícil, a pesar de estos movimientos feministas tan importantes. Pero me parece bien que participen como penitentes. La mujer es más fácil de barajar que el hombre, que es más rebelde. Y quizá esta rebeldía altera un poco el orden”, corea otro.

“Las mujeres comenzaron a participar como nazarenas en 1974 en Málaga porque a una cofradía le vino mejor suplir las bajas con ellas que salir con menos penitentes y parecer más débil”, desvela Taillefer. En cuanto a las porteadoras, el cambio llegó bastante más tarde, cuando Adela Utrera luchó por portar la imagen de su Virgen. “Parece que está normalizado, pero por supuesto en las hermandades mandan los hombres, excepto en tres o cuatro”, puntualiza.

Cuando Carlos Taillefer fue tachado de “hereje” en los 70 por contar estas verdades, apenas era un chaval. Pero uno valiente que puso en jaque a dos de las instituciones más poderosas de nuestro país y coló una mirada crítica sobre la Semana Santa en la televisión pública. Nadie le advirtió de que, cuarenta años después de la muerte de Franco, el suyo seguiría siendo un logro difícil de soñar en el presente.

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