Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Israel amenaza con una guerra en Líbano
Moreno y Rueda piden que el Gobierno busque mayorías para los Presupuestos
Los problemas que no preocupan a los españoles. Opina Rosa María Artal
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

Etxebarri, el asador en el que Arginzoniz pone a prueba su sexto sentido

Etxebarri, el asador en el que Arginzoniz pone a prueba su sexto sentido
San Sebastián —

0

San Sebastián, 9 oct (EFE).- En la cocina del chef vasco Bittor Arginzoniz no hay nada escrito, ni medidas exactas ni tiempos milimétricos. Manda la intuición, el sexto sentido de un profesional que ha llevado su restaurante Etxebarri a lo más alto a fuerza de experiencia, “de prueba y error”.

Este cocinero, uno de los menos mediáticos de la alta cocina, ha abierto hoy las puertas de par en par a las cámaras de San Sebastián Gastronomika, que han emitido en directo para quienes siguen el congreso por internet cómo se desarrolla un servicio en el tercer mejor restaurante del mundo, según The World's 50 Best Restaurants, que luce además una estrella Michelin.

El pasado miércoles lo hizo por primera vez en la historia de Gastronomika Eneko Atxa, en su triestrellado Azurmendi, y este viernes se ha repetido la fórmula en el establecimiento que Arginzoniz puso en marcha hace 30 años en Axpe (Bizkaia).

El chef vizcaíno ha logrado la excelencia a base de años en los que logrado un control total del fuego y de cómo va a responder cada pieza sobre las brasas porque “no todas se comportan igual”. El propio alimento “te va diciendo” en qué estado está, así que parte de su labor es tener siempre el ojo encima.

“La parrilla es aparentemente sencilla, lo difícil es encontrar el punto de cocción exacta y la única receta es la experiencia”, ha afirmado Argingoniz, que durante el confinamiento se construyó una parrilla para no perder facultades, pues asegura que merman incluso tras unas vacaciones.

También ha ideado gran parte de los utensilios que utiliza en la preparación de los platos, con los que ha sacado elaboraciones impensables, como unas kokotxas de bacalao rebozadas en las que no existe la inmersión en aceite y en la que la mezcla de huevo y harina llega al producto pulverizada por un spray.

Si fue el primer cocinero en hacer angulas a la parrilla es porque inventó una sartén perforada que utiliza también para alimentos pequeños.

Con su vaporera para parrilla -una cazuela con un tubo central abierto por el que entran los aromas de las brasas- ha cocinado un bacalao fresco que salan en el mismo restaurante.

También han salido hacia el comedor unas gambas rojas de Palamós y unos granos de judías verdes que acompaña sobre una vaina con suero de mantequilla, sal y pimienta, una propuesta vegetal de las que cada vez hay más en la carta del Etxebarri, que ofrece asimismo productos caseros que no pasan por la parrilla, como el chorizo que elaboran en temporada de matanza, las anchoas en salazón de primavera y el queso fresco de búfala del que disponen a diario.

La puerta pequeña del restaurante da acceso directo a las parrillas, un espacio que comunica por otra puerta con la cocina y donde están también dos hornos fundamentales en la tarea del Etxebarri porque hacen las veces de almacén de brasas.

Es la manera de “controlar las brasas”, ya que para cada plato utiliza las estrictamente necesarias.

No hay carbón, solo entra leña al restaurante; de encina para el horno que guarda las brasas destinadas a pescados y mariscos, y de cepas de vid para las carnes porque su aroma es “más potente”.

Arginzoniz señala que también es imprescindible la “plena confianza” con el proveedor, a la que dice que ha llagado tras “un trabajo de años”.

Agradece las distinciones y los elogios que le hacen, pero precisa no está en el oficio para buscar “una calificación”. “El mejor reconocimiento es que el cliente salga contento y no hay más”, recalca este cocinero, que añade que si alguien acude a su restaurante a “buscar fallos” es “mejor” que no vaya.

“Yo respeto a todo el que viene y pido respeto, nada más. Y si no te gusta, no vuelvas, es tan sencillo como eso. Hoy en día, con las redes sociales, cualquiera que se sienta a la mesa y que encima no ha comido caliente en su vida, tiene el atrevimiento de sacar la lengua a pasear y además de escribir, y eso es totalmente irrespetuoso”, ha subrayado.

Por Ana Burgueño

Etiquetas
stats