Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Una evocación histórica del imperio almohade

EFE

Barcelona —

0

Cuando no redacta informes policiales para un juez, el escritor Sebastián Roa se sumerge en la escritura. Su actual proyecto es una evocación histórica del imperio almohade en una trilogía, del que ha dicho: “Sólo fue posible por la superioridad militar y la división de los reinos cristianos”

Roa, que ha sido avalado por dos especialistas del género como Santiago Posteguillo y José Luis Corral, acaba de publicar el segundo volumen de la trilogía, “El ejército de Dios” (Ediciones B), que se sitúa en el año 1174, cuando el imperio almohade, fortalecido tras someter todo al-Ándalus, se dispone a lanzar sus inmensos ejércitos sobre los divididos reinos cristianos.

Frente al fanatismo africano, el rey Alfonso de Castilla trata de lograr un equilibrio que supere las rivalidades entre cristianos y lleve a la unión contra el enemigo común.

“Los almohades eran fanáticos integristas musulmanes que consiguieron parar la Reconquista aprovechando la división de los cristianos, un momento de la historia que me interesaba mucho por los conflictos sociales, políticos y religiosos que se viven en el siglo XII”, ha explicado el autor a Efe en una entrevista.

Las constantes rencillas entre los reyes de León y Castilla, auxiliados respectivamente por las poderosas familias de los Castro y los Lara, se mezclan con la intervención de una hermosa y astuta noble, Urraca López de Haro, y por las maniobras en la sombra de la reina Leonor Plantagenet.

En la frontera con el islam, el cristiano Ordoño de Aza se debatirá entre la amistad con un andalusí, Ibn Sanadid, y la fascinación que despierta en él la hija del rey Lobo, Safiyya bint Mardánish, esposa del príncipe almohade Yaqub, algo que “era habitual en las franjas de frontera, donde los contactos entre cristianos y musulmanes eran normales”.

En la zona almohade, “al igual que sucede hoy en Siria o Iraq, los fanáticos atacaban a los propios musulmanes que no eran tan estrictos en su religión; sin embargo, éstos se debatían entre expulsar a los almohades y que los cristianos fueran mantenidos a raya”.

Roa habla con admiración del alcance que tuvo el imperio almohade en la Edad Media: “Controlaban las rutas de oro y los esclavos negros en África, y sus fronteras se extendían desde el límite del Sahara hasta Sierra Morena, desde la actual Marruecos a parte de Libia, incluida Argelia y Túnez”.

Ya añade: “Y en la península toda Andalucía, el levante español, la mitad sur de Portugal, media Extremadura y media Castilla-La Mancha actuales”.

Además, “consiguieron reunir ejércitos inmensos, algo inédito en aquella época, hasta el punto de que estuvieron a punto de cambiar el rumbo de la historia”.

No cambiaron la historia, señala Roa, por “la unión de los reinos cristianos en las Navas de Tolosa, que determinó el fracaso de los almohades”.

Roa aprovecha su maleta de experiencias vitales como policía nacional destinado en Valencia para dibujar “las vivencias de sus personajes, que se enfrentan, como en la realidad, al miedo o que exhiben en otros momentos un falta de escrúpulos”.

Considera el autor que “la historia es cíclica, pues todo lo que se vio entonces lo vemos ahora y las motivaciones de las personas las podemos ver ahora aunque hayan pasado dos mil años”.

Aunque “El ejército de Dios” forma parte de una trilogía es, a decir de su autor, “totalmente independiente en la trama de la primera (”La loba de al-Ándalus“), pues a pesar de que hay personajes transversales, cambia el protagonismo, y Roa prefiere que los personajes tengan una evolución completa.

Para poder escribir sobre la segunda mitad del siglo XII, Roa se ha sumergido en la época a partir de archivos, internet, de libros y asociaciones recreacionistas, “grupos de apasionados por el pasado que se reúnen para recrear épocas del pasado y que hacen auténtica inmersión histórica, viviendo, si es necesario en una haima, comiendo los alimentos de entonces y simulando las batallas con armas inofensivas”.