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Los faraones egipcios muestran en CaixaForum Barcelona su faceta más humana

Los faraones egipcios muestran en CaixaForum Barcelona su faceta más humana

EFE

Barcelona —

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La figura de los faraones en el Antiguo Egipto centra la nueva exposición del CaixaForum Barcelona, la tercera en colaboración con el British Museum, en la que, a través de 164 piezas, se explora la construcción de la naturaleza divina de estos monarcas, a la vez que se desvela su faceta más humana.

Estatuas monumentales, minúsculas joyas de orfebrería, relieves en piedra de antiguos templos, papiros, así como objetos rituales ocupan una de las alas del centro barcelonés, donde destacan varias piezas únicas, como una cabeza del faraón Tutmosis III, de limolita verde, de la Dinastía XVIII, de 1479-1457 a.C., o la figura del dios halcón Re-Haractes.

Tampoco pasan desapercibidas unas losetas del palacio de Ramsés III; un busto de mármol de Alejandro Magno; una losa con la representación del faraón Nectanebo I en basalto negro; la estatua del funcionario del gobierno Sennefer; la jamba de una puerta de la tumba del general Horemheb de caliza o el fragmento de la tapa del sarcófago del faraón Ramsés VI, del Valle de los Reyes, de 1143-1136 a.C.

La comisaria jefe del proyecto, Marie Vandenbeusch, ha explicado hoy en rueda de prensa que la idea es que los visitantes viajen por 3.000 años de la historia del Antiguo Egipto y descubran diferentes facetas, “vean la realidad que se esconde debajo de los mitos, así como los cambios y reglas que tenían que afrontar los faraones”.

A través de los objetos expuestos, se quiere subrayar que hubo faraones y faraonas, que algunos nacieron fuera de Egipto, como el rey macedonio Alejandro Magno, o que hubo conspiraciones regicidas.

Tampoco se revela que, mientras unos cuantos, una vez desaparecidos, fueron objeto de veneración, como Tutmosis III o Amenhotep I, adorado como un dios, hubo quien quedó condenado al más absoluto ostracismo, como Akenatón, especialmente, por haber introducido el culto al disco solar de Atón como único dios nacional.

El comisario adjunto, Neal Spencer, conservador del Departamento del Antiguo Egipto y Sudán del British, ha destacado que en esta exposición, una de las estrellas de la temporada del Caixaforum, se exhiben piezas icónicas de la institución británica e incluso, después de una “excavación” por los almacenes, se muestra por primera vez en público el dintel de una puerta del Reino Nuevo, de entre 1550-1069 a.C.

Además, no se centra únicamente en cómo era adorado el faraón y los templos que construía por todo el imperio en honor a los cientos de dioses a los que se rendía culto, sino que se quiere atestiguar cómo eran los palacios en los que residían, cómo se relacionaban estos personajes con su familia o con otros pueblos vecinos como los nubios, los persas o los libios.

Marie Vandenbeusch ha relatado que los palacios de los faraones “no eran tan suntuosos como los palacios de los dioses, los templos, que no eran de congregación, sino lugares sagrados y muy restringidos, puesto que el faraón era el único al que se le permitía llevar a cabo los rituales del día a día”.

Por otra parte, ha remarcado que en esta exposición se puede ver de cerca un fragmento de papiro “muy interesante porque refleja las cuestiones de la vida administrativa y se pueden leer las tareas que realizaban los sacerdotes, los objetos que almacenaban e incluso un calendario de trabajos, utilizando tinta roja y negra”.

En el apartado en el que se explica que hubo faraones nacidos fuera de Egipto, también se deja constancia de que estos reyes, algunos de ellos grecomacedonios o romanos, construyeron templos consagrados a dioses egipcios y ellos mismos se representaban en esculturas como faraones tradicionales.

La exposición acaba con un espacio dedicado a la muerte y la vida eterna, puesto que para los faraones era una cuestión fundamental “y desde muy pronto empezaban a construir sus tumbas”, algunas de ellas, con los años, saqueadas por otros gobernantes para reciclar objetos.

Vandenbeusch ha comentado que los reyes “preparaban su vida para después de la muerte y lo hacían de manera que estuvieran junto a todo tipo de pequeñas figuras, que representaban a sus asistentes, porque querían una eternidad cómoda, con otros que trabajaran para ellos”.

La exposición, que se podrá visitar hasta el próximo 16 de septiembre, viajará, posteriormente, hasta el Caixaforum Madrid.

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