La novela de caballerías no era solo cosa de hombres: el 'Cristalián' de Beatriz Bernal resucita después de 500 años

Ana Campoy

4 de diciembre de 2025 22:20 h

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Dice Beatriz Bernal en su Cristalián que la fortuna no gusta de mantener las cosas siempre de la misma forma. Los destinos de los libros pueden cambiar con el paso del tiempo y a veces es necesaria casi una eternidad para que un texto vuelva a ver la luz. La fortuna ha querido que Beatriz Bernal siga viva 480 años después de escribir Don Cristalián de España, la primera novela de caballerías creada por una mujer que se conserva en lengua castellana, y que, siglos más tarde, los lectores puedan disfrutarla.

Su adaptación, Las aventuras del caballero Cristalián, que acaba de llegar a librerías, está dirigida, principalmente, a los amantes de la fantasía. El libro recoge dos peripecias pertenecientes a la obra original de Bernal, publicada por primera vez en 1545, y pretende ser una transcripción fiel de sus palabras. “Me he acercado al texto más como escritor que como filólogo”, explica Diego Arboleda, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y adaptador de la obra. “Debía conseguir que alguien se lo pasara tan bien como yo leyendo el original y que se sorprendiera de las cosas extraordinarias que hay en él”.

Y es verdad que las hay. Cristalián es un joven caballero, príncipe de Trapisonda, que protagoniza unas aventuras rebosantes de fantasía. Lagos con príncipes que levitan, dragones con puertas incorporadas, bestias temibles de cuyas piernas salen caballeros que se baten en duelo… Un despliegue de imaginación medieval. Arboleda llegó al texto original por puro divertimento, poco antes de la pandemia. Pronto descubrió que lo que Beatriz Bernal narraba no solo era un libro de caballerías plagado de fantasía, sino que algo más lo distinguía: una visión inusual.

“Lo que lo hace original es su mirada femenina y tiene que ver, precisamente, con los personajes femeninos”, dice Arboleda, que se refiere, sobre todo, a la virgo bellatrix, un tipo de personaje recurrente en los libros de caballerías. Son mujeres atrevidas, que se enfundan la armadura, dispuestas a batallar. Pero, en este caso, el fin no es el casamiento. En el Cristalián, la infanta Minerva —inspirada en la tradición clásica de la que bebió su autora— se viste de caballero solo por vivir aventuras. Las brujas y magas son tan sabias que prefieren no casarse y la escritora lo deja claro repetidas veces. Los personajes femeninos están activos y muy presentes a lo largo de las 800 páginas del original.

Gracias a una edición del libro perteneciente a la biblioteca histórica de la Universidad de Valencia, Arboleda pasó el confinamiento por covid desentrañando su facsímil, escrito a doble columna y letra gótica. Confiesa que una de las partes más fascinantes es el prólogo del mismo. Pues, a pesar de que en la primera edición no se revela la identidad de Beatriz Bernal, ella sí reivindica en dicho apartado la autoría femenina: “No oculta que es una mujer. Al contrario, lo dice de manera muy abierta. Acepta la 'osadía' de que una mujer se atreva a escribir un libro y es humilde, pero también inteligente: afirma que es un texto que está muy bien escrito”. No será hasta la segunda edición del libro, publicada 42 años más tarde gracias a su hija Juana, cuando la identidad de la autora quede, al fin, revelada. Para entonces, Beatriz Bernal ya habrá fallecido.

Una escritora fascinante

Pero ¿quién era Beatriz Bernal? Es difícil encontrar datos sobre la escritora fuera de los círculos académicos. Tan solo se sabe que fue una vallisoletana de clase acomodada y que, desde su visión femenina, dio una vuelta de tuerca a las novelas de caballería.

“Es la primera novelista en lengua castellana con obra conservada”, señala Arboleda, “y esto es muy importante recalcarlo porque probablemente hubo otras cuya obra no se ha conservado o también obras anónimas que fueron escritas por mujeres”. Y es que el anonimato era habitual en algunos casos y acceder a la publicación era enrevesado. Había que pedir permisos —denominados privilegios— y los prólogos se redactaban a modo de petición para lograrlo. En una aventura digna de su personaje, y gracias a estar casada con un funcionario, Beatriz Bernal pudo tener información para que su Cristalián viera la luz. Algo aguerrido en una época en la que las autoridades, sobre todo eclesiásticas, recomendaban que las mujeres no se acercaran a los libros.

Lo que sí se sabe es que era una mujer muy culta —algo que se observa al leer su texto—. Un detalle poco habitual. De hecho, uno de los documentos que se conservan es el listado de los más de 60 libros de su biblioteca, compartida con su hija Juana. “Cuando ves que en el Cristalián menciona a Homero y a Virgilio, entiendes que el nivel cultural de Bernal era muy superior no solo al de muchas mujeres, sino al de muchísimos hombres de la época”, señala Arboleda.

De hecho, Bernal consiguió que el libro fuera relevante. Resulta curioso fabular sobre el recorrido de una publicación en pleno siglo XVI comparándola con la distribución actual. Pero existía gracias a las tiendas de libros, similares a las librerías actuales, las librerías-imprenta —que ofertaban sus propios productos— o incluso los mercaderes de libros, que recorrían los pueblos.

“Los compraba alguien que sabía leer y se lo leía en grupo a los que no sabían. Había mucha lectura en voz alta”, cuenta Arboleda. “De hecho, cuando Beatriz Bernal se dirige al lector, no dice 'como habéis leído antes' sino 'como habéis oído antes', porque cuenta con que muchos de los que están atendiendo a esa historia no la están leyendo”.

Gracias a este modelo, es muy comprensible, por tanto, que las aventuras de Cristalián llegaran incluso a Italia, que cuenta con su propia traducción, y que permeara en los lectores —o escuchantes— populares. También que Góngora lo mencionara en uno de sus poemas.

Un libro del siglo XVI para lectores actuales

Es posible que, debido a ese éxito, su hija Juana lograra el privilegio para la segunda edición. El ejemplar de la Universidad de Valencia, firmado ya por Beatriz Bernal en 1587, ha sido la fuente original para que Diego Arboleda realizara la adaptación.

Aunque, en realidad, Arboleda se entretuvo un poco. Antes escribió Una librería en el bosque, una de sus últimas novelas infantiles. En el libro, Beatriz Bernal aparece como personaje. “Ella me parece fascinante”, explica el escritor. “Me daba mucha rabia que tras plasmar a un personaje histórico como ella, que es la primera novelista en lengua española de la historia, alguien leyera mi libro, le diera curiosidad y no pudiera leer algo de esta autora”.

Es por ello que se propuso recuperar el Cristalián, pues entendió que no distaba mucho de la fantasía que el lector actual consume. De hecho, hay una sensación de confort, de reconocimiento en las historias clásicas, mientras se pasan las hojas del libro. Sus personajes se topan con retos como la cruz de las aventuras, donde, si toman un camino, les llevará a vivir aventuras intensas pero, si eligen el otro, las aventuras serán aún más difíciles. “No tiene nada que envidiar a los videojuegos actuales”, coincide Arboleda, “y sucede porque los libros de caballerías beben de los círculos artúricos y fantásticos de su época, cosa que comparten con los libros de fantasía de ahora”. 

El libro también cuenta con las ilustraciones minuciosas de Eugenia Ábalos, quien, además de reflejar los cánones de la época, también se inspiró en el ejemplar de la Universidad de Valencia para el diseño de las capitulares. Mientras tanto, Arboleda se encargaba del texto: “Me interesaba mucho que fuera un libro ilustrado y que no tuviera notas a pie de página, pensando precisamente en el lector juvenil”.

Asimismo, Arboleda menciona a Donatella Gagliardi, experta en Bernal y cuyo trabajo previo fue capital a la hora de adaptar el Cristalián, ya que la autora solo es conocida en los círculos universitarios. El libro cayó en el olvido y era completamente desconocido para el gran público, algo que trata de revertirse. Arboleda recalca la importancia de esto: “En el Cristalián hay personajes femeninos haciendo cosas importantes. Hasta la misma autora se introduce a sí misma en el libro. Ojalá alguna mujer del siglo XVI lo escuchara y se sintiera identificada”. Y no solo en ese siglo, pues las historias escritas con otra mirada no solo son importantes como reflejo de pluralidad de su época, también crean referentes para que otras enarbolen la pluma.