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La explosión de Imagine Dragons

El líder de Imagine Dragons, Dan Reynolds, durante su concierto en Madrid

Jesús Travieso

En una época donde el desaliento asola a la mayoría, que alguien cumpla sus sueños y los comparta es un bálsamo. Si ya hablamos de ensoñaciones musicales, elevadas a utopía por las dificultades que entrañan, éstas solo pueden consumarse con un directo ante miles de personas. Los veinteañeros de Imagine Dragons lo han hecho realidad. Y este viernes por la noche en Madrid demostraron que de verdad querían subirse a un escenario para el resto de su vida. Porque su forma de disfrutar con su trabajo es lograr que lo pase bien aquel que se gasta casi 40 euros en una entrada para verles.

La banda de rock independiente de Las Vegas congregó a unas 12.000 personas en el Palacio Vistalegre en su primera actuación en España (este sábado estarán en Barcelona), donde arrasó gracias a un concierto de 105 minutos explosivo, con una selección de temas acertada y en el que engancharon al público con su simpatía. Y es que no dejaron de alentar a los asistentes, a pesar de que ya los tenían a su merced antes de empezar. Pero, al contrario que un gran número de grupos consolidados, ellos no se relajaron y ofrecieron todo lo que estaba en su mano. Todo con el respaldo de un escenario muy sobrio que lanzaba juegos de luces mediocres, y donde los fans trajeron de casa parte de la escenografía, en forma de globos, carteles o sacando el móvil para iluminar el recinto en el momento acordado.

La primera media hora fue la más suave del espectáculo de Imagine Dragons. Canciones como Round and Round, Amsterdam, Tip Toe, Hear Me o Cha-Ching permitieron disipar el frío sempiterno del pabellón madrileño. El clima desangelado se transformó en una fiesta por la voluntad de los asistentes, la gran mayoría adolescentes o universitarios noveles.

El poder de Dan Reynolds

A todos ellos se entregó Dan Reynolds, cuya presencia en el escenario es abrumadora. Guapo, simpático, y hasta con buena voz, el líder del conjunto buscaba al público en todo momento y no paró de moverse. Salvo cuando le tocaba dar cuenta a la percusión que aporta con uno, dos o más tambores, como demostró en Rocks.

Fue en este momento cuando el poderoso Reynolds quiso cumplir el sueño de todo aquel que fantasea con estar encima de un escenario: versionar un tema que le haya marcado. La elegida fue Song 2, de Blur. Un acto temerario, pero llamativo, que una banda tan joven se atreva con himnos del rock independiente de los 90. Y lo hicieron bien. Aunque no se quedan ahí, ya que el otro cover que suelen ofrecer es Smells Like Teen Spirit de Nirvana.

Tras este homenaje, en Vistalegre pasó frío quien quiso. Era el ecuador del directo, e Imagine Dragons comenzó a tirar de su repertorio de singles. El primero fue It’s time, elegida como prolegómeno para la juerga que iba a desatarse posteriormente. Con 30 Lives como preparación, sonó Demons, uno de sus temas de mechero con el que se vieron las pancartas acordadas previamente por sus incondicionales en las redes sociales o los foros. Underdog fue la que precedió a la catarsis.

Con el primer silbido de On top of the World, la locura se desató en Vistalegre. El recinto se enardeció, e incluso los padres que acompañaban a sus hijos menores se dejaron llevar hasta hacer sus propios corros de la patata. Los niños, mientras, aumentaban la potencia de sus saltos y empujones conforme transcurría la canción más infantil y rítmica de la banda. El aspecto salvaje del show finalizó con la reivindicativa Radioactive, que hizo la transición de la explosión anterior a la comunión entre la banda y los que asistieron.

Dos canciones más por primera vez

Así se marcharon durante unos escasos minutos, para regresar con el objetivo de hacer algo inaudito en otros conciertos. Como anunció el propio Reynolds, que aseguró que “jamás lo hemos hecho en la historia de esta banda”, se dispusieron a tocar dos canciones más (lo máximo había sido una en los directos que han ido ofreciendo por Europa). Las elegidas fueron Bleeding Out y Nothing Left to Say.

El buen sabor de boca que dejaron en Madrid se revitalizó con su despedida. La percusión, su punto fuerte, se erigió en protagonista junto a las guitarras con la intención de que nadie dejase de mover la cabeza con el ritmo enérgico que imprimían. Incluso se marcaron una versión del himno español que sonaba mucho mejor con respecto a la que estamos acostumbrados.

Imagine Dragons aseguró que el de Madrid había sido el concierto donde más calor habían recibido hasta la fecha. Con el frío que hacía en Vistalegre, debe de ser verdad.

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