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Rosa Ribas: “Saberlo todo no siempre es deseable”

Rosa Ribas: "Saberlo todo no siempre es deseable"
Barcelona —

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Barcelona, 18 abr (EFE).- Después de treinta años residiendo en Alemania, incluso soñando en alemán, la escritora Rosa Ribas lo tiene todo a punto para trasladarse a Barcelona este verano e iniciar una nueva vida en el barrio de Hostafrancs. Antes, presenta su nueva novela “Los buenos hijos”, de la que ha hablado con Efe.

Publicada por Tusquets, es la segunda parte de la saga que inició con “Un asunto demasiado familiar”, protagonizada por una familia de detectives barcelonesa, los Hernández Obiols, quien en esta ocasión se verán inmiscuidos en un caso con una muchacha adolescente que lleva una doble vida.

Historia de retornos y secretos, con vueltas de tuerca, que son como un obús para el lector, reconoce que el libro debería venderse con una faja en la que se indicara que, tal como ocurría con las películas de Alfred Hitchckok, “hay que recomendarlo, pero no contar nada de lo que sucede”.

No esconde que cuando puso el punto y final con su lápiz -siempre escribe primero a mano- estaba “tocada”, pero considera que el relato tenía que ser tal como ha acabado llegando a las librerías y, fan como es de “El conde de Montecristo”, ha querido que el lector lo sienta de forma “muy física”.

Tampoco obvia que ha buscado que quien se enfrente a estas páginas, que en septiembre Capital Books publicará en catalán, “también disfrute de la venganza”.

Como ya ocurría en “Un asunto demasiado familiar”, aquí los Hernández pivotan alrededor de la matriarca Lola, con problemas de salud mental, pero con una gran intuición para las investigaciones.

Además, volverán a aparecer el patriarca Mateo, con un pasado oscuro, y sus hijos, Nora, que ha estado desaparecida durante unos meses, tras enviudar muy joven; Marc, que ha tenido problemas de alcoholismo; y Amalia, la hija pequeña que mantiene una relación amorosa con Ayala, el encargado en la oficina de los asuntos más sucios.

Los secretos que guardan todos ellos, aunque Nora haya descubierto muchos en sus averiguaciones fuera del horario laboral, son un peso difícil de soportar.

Rosa Ribas, una de las damas de la novela negra española, cree que en toda familia “hay como una red de cosas que no nos explicamos y que sí que podemos contar a personas de fuera. También ocurre que queremos hacer ejercicios de sinceridad, pero contando solo una parte, de manera que todas las familias vivimos tapando por aquí y abriendo por allí”.

“No tengo respuesta para saber por qué lo hacemos así -prosigue-. Igual es por el miedo a perder el amor, el aprecio, y la estima, porque, al final, lo que deseamos es que los otros nos quieran y cuando pensamos que algo lo puede poner en peligro, entonces optamos por taparlo, haciendo una bola enorme, difícil de resolver”.

A su juicio, “somos animales sociales, necesitamos la aceptación del grupo y el más próximo es el de la familia”.

Asimismo, desvela que asocia la imagen de los secretos a algo que pesa mucho y “Nora descubre sucesos que no sabe si su hermana Amalia será capaz de aguantar si los conoce ella. Nora aprende que después de comer del árbol de la ciencia hay cosas insoportables, que saberlo todo no siempre es deseable”.

En cuanto a la parte de la obra centrada en la trata de menores, Ribas deja claro que no tiene “una idea panfletaria de la literatura, pero sí me gusta plantar una suerte de cámara en un lugar y dejar que las cosas vayan pasando por delante, aunque no nos gusten”.

“Lo que quiero -precisa- es hacer literatura y poner la mirada en determinado punto, porque el enfoque sí es voluntario, y que sean los personajes desde sus diferentes perspectivas los que vayan mostrando el resto y que sea el lector quien piense ante determinado hecho que es repugnante”.

Tampoco esconde que le gusta poner a sus personajes en situaciones difíciles y ver cómo reaccionan, ver si “explotan o se compactan”. “Busco que lo que investiguen les toque, porque no me gustan nada los detectives que resuelven un caso y en la siguiente novela se encuentren como si no hubiera pasado nada anteriormente”, continúa.

Con nuevos casos en cartera, asevera que los Hernández Obiols regresarán y avanza que, además, está acabando una novela que no es de género, y que ha terminado un libro ilustrado, de apenas cien páginas, sobre la claustrofobia.

Igualmente, está ilusionada con su primera novela escrita en alemán, que transcurre entre Fráncfort, la ciudad en la que todavía vive, y Offenbach, que empezó como una prueba y que la llevó a darse cuenta de que tenía “una lengua literaria alemana propia”.

También se ha sentido “muy libre”, lo que la llevó a “hacer el gamberro, creando algunas palabras y situaciones que la agente alemana que está moviendo la novela ve como muy divertidas”.

Irene Dalmases

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