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Crítica

Rozalén inunda el Teatro de la Zarzuela de verdad, apego a la tierra y folclore

Rozalén y Beatriz Romero, en el Teatro de la Zarzuela

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Una mujer baja del escenario, micrófono en mano, con una sonrisa radiante, a compartir su música, cara a cara, con su público. Camina por el pasillo central del patio de butacas, mira hacia todos los lados, agarra de la mano a las mujeres mayores, algunas con mascarilla, y les dedica versos. Termina la canción, el recinto se pone en pie, aplaude emocionado, aún vibrando. Su mirada vuelve a recorrer el espacio hasta que retrocede y sube de nuevo a escena. Aunque antes, se detiene en la primera fila para hacerse una fotografía con otra señora que se abraza a ella conmovida. Ya encima de las tablas, se gira una última vez para comprobar lo que ha conseguido: poner en pie al Teatro de la Zarzuela de Madrid. Ella es Rozalén y este martes convirtió su último concierto por sus diez años de carrera en un regalo de viaje por el folclore de distintos rincones de España cargado de emoción, memoria y mucha alegría.

Pero no lo hizo sola. Le acompañan otros seis músicos vestidos, como ella misma describió con humor, “de pastores del Belén”; y Beatriz Romero, su inseparable intérprete en lengua de signos. Juntas componen una imagen que, pese a que ya forma parte del valioso ADN de la propuesta artística de la cantante, sigue siendo una excepción. También estuvieron presentes los artistas con los que ha compuesto varios de los temas de su último disco, Matriz. Rodrigo Cuevas, Tanxugueiras y Silvia Pérez Cruz aparecieron proyectados sobre una sábana blanca colocada en el fondo, que igualmente mostró imágenes del campo, del trigo y de la guerra civil en distintos momentos del evento.

“Quiero pediros que abráis hoy todos los sentidos, que os dejéis llevar, que os emocionéis si hace falta”, fue la petición con la que Rozalén dio la bienvenida a un concierto que duró dos horas y media. Y por segundo día consecutivo. La albaceteña llenó tanto el lunes como el martes las 1.218 localidades del teatro.

“Va a haber duelo inevitablemente, porque una no puede separar lo que le pasa en su vida con lo creativo”, advirtió, “os aseguro que nuestros ancestros van a venir a bailar con nosotros. Espero que los abracéis fuerte y recordemos tantas cosas bonitas. Porque la nostalgia no es nada malo, significa que fuiste feliz. Por eso hay que brindar tantas veces”.

Todo lo cría la tierra y Mar en el trigal fueron las canciones elegidas para abrir el espectáculo en el que, repitiendo la escritura del álbum, incluyó los interludios que Rozalén grabó en el cementerio donde está enterrada su familia. Le siguieron el fandango Te quiero porque te quiero y La Paloma. El público respondió desde el primer instante, algo que la artista agradeció exultante cada vez que concluía un tema, quedándose unos segundos, sonriendo, mirando y disfrutando de todo lo que estaba removiéndose en el patio de butacas. No en vano, en más de una ocasión, pidió que encendieran las luces para poder ver las caras de los asistentes.

Bienvenidos sean todos los rincones de España

Una de las grandes proezas del disco Matriz, y que se hizo extensible en el evento, es su amor y respeto por todos los lugares de España que ha incluido en sus composiciones. De Barcelona a Albacete, pasando por Catalunya, País Vasco, Sevilla y Madrid. Rozalén cantó en euskera, catalán, castellano y gallego; en una apuesta por acoger a la riqueza de las diferentes lenguas del país. El resultado fue un homenaje orgánico, íntegro y bello .

Cómplice desde el arranque del espectáculo con todos sus compañeros, es particularmente hermoso el vínculo que comparte con Beatriz Romero. Antes de interpretar Xalbadorren Heriotzean, que conoció al ver la película Maixabel (Icíar Bollaín, 2021), bromeó sobre cómo le había obligado a hacerse “chuletas vascas” con las que interpretar en lengua de signos los temas. Desde la primera planta se escuchó a un espectador clamar “eskerrik asko”, “gracias” en euskera. “No me digáis que hay vascos, que me pongo más nerviosa”, replicó ella riendo. Más allá de su inquietud, la interpretación del tema fue uno de los momentos más emocionantes de la velada.

La cantante reconoció a elDiario.es que haciendo su último álbum se había sentido “más patriota que nunca, porque amo mucho mi tierra”. Un sentimiento que no solo dejó patente en sus grabaciones, sino también en el directo. El Teatro de la Zarzuela —por otro lado, no podía ser el espacio más adecuado para acoger semejante reivindicación del folclore—, fue más capital del país que nunca. La sala se transformó en una suerte de mapa en el que hubo júbilo cada vez que Rozalén mencionó nombres de comunidades y ciudades. Pero sin delimitaciones, con su música consiguió ensalzar un orgullo atravesado profundamente por el abrazo y no el enfrentamiento. Realzando la cultura de cada zona y con la suma integradora por bandera. Rozalén es verdad y fue imposible no rendirse a su apego.

La cantante recordó que la emigración sigue siendo actual y alabó la naturaleza del arte al que se dedica como generador de empatía, con la que entender el dolor y las alegrías de los demás.

La memoria como acorde

Rozalén había avisado de que el duelo y la memoria iban a estar muy presentes en el recital. Y así fue, partiendo de su recuerdo a su tío abuelo desaparecido en la canción perteneciente a sus trabajos previos Justo. “Cuando fuimos de gira por América fue curioso que después de cada concierto siempre había alguien en redes que me decía '¿por qué no has cantado ésta, que es por la que he venido?”, expuso. La artista reconoció que sacar nuevos discos era muy bueno, pero que a la vez provocaba “la tragedia de tener que ir quitando canciones” en los directos. Como solución, brindó un popurrí que incluyó títulos como Y busqué y El paso del tiempo.

Junto a una virtual Silvia Pérez Cruz, que ha sido su sucesora este año como ganadora del Premio Nacional de las Músicas Actuales, interpretó Amor del Bo. “Es un abrazo eterno que me ha hecho”, compartió sobre la creación de su compañera, para la que era la primera vez componiendo una habanera. “La hizo para su padre y el mío”, afirmó, ambos fallecidos. La cantante recordó a su progenitor a su vez con Si me quieres escribir, con La Ronda de Motilleja. “Cuando la escuchaba con mi padre nos poníamos malos, porque para él era la que simbolizaba a mi abuelo, que fue camillero de la guerra civil. Vivió la batalla del Ebro, la Bolsa de Bielsa, estuvo en varios campos de concentración. Conozco mucho de él a través de un diario que nos dejó de ese tiempo”, rememoró.

En su afán por estar cerca de su público, Rozalén y Beatriz salieron en un momento determinado de escena, dejando a la banda al mando. Minutos después, reaparecieron desde el patio de butacas, junto a Javi Collado, La Mare, María Ruiz & La Jose, con quienes cantó a capella. “El folclore se canta sin micro”, reivindicó la albaceteña sentada en el borde del escenario. Las emociones siguieron a flor de piel con las Sevillanas de la Amapola y El Romero junto a Álvaro Gandul al piano, el culmen del espectáculo por su afinación, conmoción y dinámicas que encogieron el teatro. Rozalén emociona con su particular timbre y la forma en la que conjuga sus cuerdas vocales con el corazón cada vez que se comparte al cantar un tema.

Fin de fiesta con coreografía

Dentro del recorrido por España en el que la artista convirtió el concierto, el final fue un colofón con mucho ritmo, palmas y hasta coreografía. A los locales dedicó Pichi 2.0, un chotis modernísimo y divertido. “Anda y que te ondulen, anda y que te den. Que yo sola vivo muy requetebién”, reza uno de sus irónicos versos. Le siguió su tributo a su tierra con Es Albacete, invitando a la gente a quedarse con ganas de haber nacido allí.

“Os veo muy paraditos”, llegó a pronunciar inmersa en la recta final. Aunque para entonces el público estaba prácticamente de pie. La Puerta Violeta terminó de poner de levantar a quienes aún no se habían animado y, como cierre, enseñó unas nociones básicas para bailar Inés Inesita. “El folclore adelgaza”, bromeó.

Así, tras haber recargado las baterías de emociones de todos los presentes, Rozalén agradeció la cariñosa y partícipe acogida. Por último, avisó que estarán un tiempo sin volver a pisar escenarios, para descansar y componer. Desde luego, este martes se desfondaron, regalando una noche muy bella, emocionante y de las que dejan como poso una semilla con mucho por germinar, recordar y celebrar.

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