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Segovia exhibe los botijos pintados por Dalí, Barjola o Forges de Ismael Peña

Segovia exhibe los botijos pintados por Dalí, Barjola o Forges de Ismael Peña
Segovia —

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Segovia, 9 jun (EFE).- El trazo inconfundible de un dibujo de Dalí, el humor gráfico que caracteriza la obra de Forges o la feroz descomposición de Barjola son algunas de las joyas plasmadas en botijos que componen la colección del folclorista Ismael Peña y que desde este miércoles están expuestos en Segovia.

Cuarenta piezas de las cien obras de alfarería que ha reunido el artista segoviano a lo largo de su vida, fruto de su relación de amistad con los autores, componen la exposición 'En la piel del agua', que estará disponible durante los tres próximos meses en el Palacio Provincial de Segovia, sede de la Diputación.

“Yo les doy el botijo y que hagan lo que quieran” es la premisa que hay detrás de cada obra de arte y que ha dado lugar a las creaciones más diversas y originales, según ha explicado en una entrevista con Efe su poseedor.

Entre la muestra se pueden encontrar desde los diseños más extravagantes a otros más sobrios pero de autoría inconfundible, como un botijo completamente blanco a excepción de unos suaves trazos que parecen hechos a lápiz para formar el dibujo de un juglar repleto de la personalidad de quién los pintó.

La amistad de Ismael Peña con Salvador Dalí “surgió de una manera muy especial” y duró “hasta sus últimos días”, según relata el músico segoviano, quien define al que fue su amigo como “divertidísimo” y “originalísimo”.

A este grupo de botijos de pocos colores pero con firmas de renombre pertenece otra obra, también en negro sobre blanco, esta vez con un trazo más grueso, como de rotulador: Se llama 'Botijo digital' y en él Antonio Fraguas, más conocido como Forges, plasmó diversos elementos como un router o un corcel, al que denominó 'mando a distancia'.

El pintor Juan Galea Barjola tituló a su botijo 'Tauromaquia' y en el plasmó su particular retrato de este rito popular, a través de una descomposición de la escena en la que, no sin esfuerzo, se pueden diferenciar algunos brazos, piernas y cuernos de animal.

Peña recuerda que el pintor le explicó que tuvo que adaptar su estilo al inusual soporte: “Me dijo 'normalmente, mis cuadros tienen solamente una cabeza, pero aquí, al ser redondo, he tenido que meter cuatro o cinco'”, reproduce el segoviano.

El coleccionista destaca entre sus piezas la reflexión “más intelectual” que subyace tras la pieza del dibujante y grabador español Francisco Echauz, cuyo botijo está pintado en negro y rojo y tiene varios tornillos incrustados, algunos de ellos tapando los orificios de la boquilla y el pitorro.

“Representa el simbolismo del hombre en una sociedad que nos está atornillando, porque no podemos hablar, no podemos decir, no podemos pensar, ni hacer la vida sexual, todo lo tienen precintado”, explica Peña, quien también elogia el trabajo del escultor Javier Gómez al crear un botijo a su manera, con láminas de vidrio.

El dibujante Antonio Mingote escogió plasmar en su lienzo los personajes de la Verbena de San Antonio de la Florida que habían servido para ilustrar el cartel de esta festividad madrileña en el año 2000.

Ante la pregunta '¿Por qué un botijo?', el ideólogo subraya el carácter popular del utensilio: “Yo coleccionaba alfarería, conozco muy bien a los alfareros y quería unir el arte mas popular, más 'sucio' si quieres, con el arte 'culto' (hace un gesto de comillas con las manos), para decir que en realidad no hay diferencia”, reflexiona Ismael Peña.

Esa mezcla entre la 'suciedad' de lo popular y el gusto más refinado por el arte ha sido una constante en la trayectoria de este coleccionista, quien dejó su pueblecito de Segovia para estudiar en Madrid y acabó afincado en París, donde comenzó su trayectoria en la música basada en temas populares castellanos.

Después de recorrer muchos países, ya en España grabó diversos discos, entre ellos un LP antológico en 1976 junto a otros artistas consagrados como Agapito Marazuela o el grupo de folclore castellano Nuevo Mester de Juglaría.

En los años sesenta comenzó su empeño por recuperar y divulgar la cultura popular a través de sus colecciones, entre las que se encuentran unos 1.200 instrumentos musicales, 2.700 juguetes, 600 trajes, 1.200 objetos de la vida cotidiana de diferentes profesiones y los cien botijos customizados por sus artistas y amigos.

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