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Cuarto episodio de 'Juego de tronos'

'Botín de guerra': el cariño perdura hasta en las peores familias

'Botín de guerra': el cariño perdura hasta en las peores familias

Mónica Zas Marcos

Algo tienen las batallas y grandes masacres de Juego de Tronos que conquistan el corazón de los espectadores. Los guionistas de las anteriores temporadas decidieron dosificar la emoción hasta soltar la artillería pesada en el episodio clímax. La batalla del Aguasnegras, Casa austera o La batalla de los bastardos cuentan con las mejores calificaciones de los seguidores, y no es por casualidad.

Ahora el tiempo apremia y la séptima temporada está diseñada para dejarnos sin resuello, directamente. La lucha pirata de Bajo la tormenta dejó las expectativas bastante altas en combates rodados cuerpo a cuerpo. Pero si algo nos han enseñado estos siete años ha sido a aguantar las ganas hasta el final, pues nunca sabes cuándo organizará Daenerys la primera barbacoa del verano. Y a partir de aquí, muchos más spoilers.

Que la guerra no se gana jugando al Risk en el castillo, bien lo sabe Tyrion. Lo que no se esperaba el Lannister es que floreciese un extraño afecto por su familia después de tanto tiempo en el bando rival. Daenerys tiene de su parte la fuerza y la inteligencia, pero haberse decantado por esta última no le ha dado buenos resultados. “Por vuestra estrategia hemos perdido Dorne, las Islas del Hierro y el Dominio. Quizá no queráis dañar a vuestra familia al fin y al cabo”, le increpa la madre de dragones cuando descubre su desventaja.

Mientras que los Lannister no dudan en matar a una anciana con una cucharada de su propio veneno, arrancar la lengua a los piratas traidores y encerrar a una madre junto al cadáver putrefacto de su hija, la Targaryen se ha dejado llevar por los escrúpulos. Sus consejeros le disuadieron de reducir a cenizas Desembarco del Rey y calcinar a todos los civiles inocentes, pero eso fue antes de la humillación. Ahora está decidida a montar a lomos de sus tres criaturas y expandir las llamas a golpe de dracarys.

“La gente que os sigue sabe que hicisteis posible lo que parecía imposible. Tal vez le ayude a entender que podéis hacer posibles otras cosas imposibles. Erigir un mundo diferente de la mierda que siempre han conocido. Pero si usáis a los dragones para fundir castillos y quemar ciudades, no sois diferente. Sois más de lo mismo”. Jon Snow apela así a la líder que dice ser diferente a su padre El rey Loco.

“Está bien”, concede Daenerys con sus grandes ojos azules mientras mira a sus dragones con impotencia. Pero una cosa es respetar a los habitantes de la Fortaleza Roja y otra muy distinta es quedarse de brazos cruzados en Rocadragón.

La batalla por mar fue una escabechina sin parangón y bien bañada de sangre. La que se libró por tierra en Roca Casterly y Altojardín, en cambio, fue menos vívida pero original por su crueldad narrativa. Las imágenes que veíamos en pantalla se oponían radicalmente al discurso optimista de Tyrion, que narraba las hazañas de los Inmaculados sin saber que los Lannister estaban dando un golpe mortal a sus aliados. Restaba ver qué deparaba el aire, un medio en el que Daenerys se mueve como pez en el agua. Botín de guerra ha despejado la incógnita: ya era hora de que la reina volase poderosa sobre las llamas.

La congoja del Lannister

“Huye, estúpido”, dice para sus adentros Tyrion cuando ve a su hermano Jamie dirigirse hacia las llamas. El enano observa abatido desde lo alto del monte cómo su antigua gente muere a decenas. El paisaje es desolador: los dothraki siegan cabezas como espigas de trigo y Drogon carboniza de un fogonazo las filas de los Lannister. Daenerys ha acudido a orillas de Altojardín para quemar todos los víveres y el oro que han robado los Lannister a la casa Tyrell.

Quizá haya conseguido deshacerse de lo primero, pero el botín ha zarpado ya a Desembarco del Rey, donde Cersei lo espera para saldar su deuda con el Banco de Hierro. Lo que sí ha logrado la madre de dragones es minar el mejor brazo militar de Jamie Lannister. Recordemos que el cabecilla del ejército de los leones se llevó a sus hombres más hábiles a Altojardín, dejando a los pusilánimes en Roca Casterly en una jugada magistral.

Fue una buena estocada, pero a estas alturas del partido no se puede dar nada por ganado. Habían amenazado durante temporadas con la efectividad de los dothraki en el campo de batalla y no ha sido para menos. Sin embargo, el rey del baile ha sido Drogon y su inusitada buena puntería. Precisamente para él, los Lannister tenían reservado un juguete más valioso que los lingotes de oro: El Escorpión, la ballesta que atravesó la calavera de Balerion el Terror como si fuese mantequilla.

El sicario de Jamie, Bronn, es el encargado de poner en marcha el arma y la única esperanza de supervivencia del ejército sureño. Apunta la flecha gigante hacia Drogon y le da en el cuello, pero sin propinarle el golpe mortal. El dragón gasta su penúltimo aliento en derretir el arpón, para luego revolverse en el suelo de dolor mientras Khaleesi le arranca la flecha de las escamas. El último lo dirigirá hacia Jamie, que aprovecha el despiste para correr a matar a la Targaryen. Error, “jodido imbécil”. Justo antes de ser cocinado a la brasa, una presencia (puede ser Bronn o Dickon Tarly) le empuja hacia el agua y le salva la vida.

Fríos reencuentros

Mientras que la familia más desestructurada de la serie rebusca entre el cariño del pasado, los Stark protagonizan un reencuentro más frío que Invernalia. Arya llega por primera vez a su hogar y así lo reconoce. Pero puede que sea su hogar el que no la reconozca a ella. Se reúne con Sansa en la cripta donde descansan los restos de su padre y se sonríen, pero han pasado por demasiadas cosas entre ellas como para derretirse en afecto. “Es una historia muy larga. Imagino que como la tuya”, le dice Arya a su hermana. “Pero nuestra historia no ha terminado. No, para nada”.

Botín de guerra también nos regala una de las mejores escenas de la serie. La pelea amistosa entre Brienne de Tarth y la pequeña Stark deja ojipláticos a todos los que pasean por la fortaleza del Norte. El tiempo fuera de casa no solo ha convertido a Arya en una excelente espadachín, sino en una joven brava y vengativa que no dudaría en sacar los ojos a Cersei Lannister. La lista de víctimas no es ninguna broma, y Sansa por fin lo entiende.

Pero si pensábamos que el encuentro entre las dos Stark había sido tenso, siempre nos quedará Bran para poner una nota más de tirantez. El Cuervo de los Tres Ojos justifica su nueva actitud en que “recuerda lo que es sentirse como Bran, pero ya no soy Bran”. De momento solo ha servido para recordar a Sansa la peor noche de su vida y entregarle una daga simbólica a Arya. Tendremos que esperar a que Jon Snow regrese a Invernalia para que desvele por fin el secreto de su origen y quiénes son sus verdaderos padres.

¿Volverá en Rey del Norte con una rodilla hincada en el suelo? Esa es la condición que ha puesto Daenerys para ayudarle en su lucha contra los Caminantes Blancos. “Vuestro pueblo confió en vos. ¿Su supervivencia no os importa más que vuestro orgullo?”, le contesta la reina ante su negativa. Por mucha conexión que hubiese en la cueva de Vidriagón, Khaleesi ha venido a dominar los Siete Reinos y no descansará hasta que todos la reconozcan como legítima candidata al Trono de Hierro. Sobre todo Jon Snow.

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