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Vicky Krieps, la actriz que huye de la celebridad: “El cine europeo es más humano”

Vicky Krieps, la actriz que huye de la celebridad: "El cine europeo es más humano"
Madrid —

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Magdalena Tsanis

Madrid, 8 may (EFE).- Nunca imaginó poder dedicarse a la interpretación viniendo de un país “tan pequeño” como Luxemburgo pero Vicky Krieps (1983) ha logrado situarse como una de las grandes actrices europeas contemporáneas, con una brillante trayectoria a la que ahora suma 'Hasta el fin del mundo', un western dirigido por Viggo Mortensen.

Con casi sesenta títulos a sus espaldas, el éxito le llegó gracias a 'El hilo invisible' (2017) de Paul Thomas Anderson, donde Krieps logró robarle el foco nada menos que a Daniel Day Lewis, pero la maquinaria de Hollywood le dejó exhausta y decidió volver al cine europeo y a Berlín, donde vive actualmente.

“El cine europeo es más humano y antepone el pensamiento a la persona, mientras que la sociedad americana ha evolucionado de tal manera que la persona es más importante que el pensamiento, no te valoran por lo que dices sino por tu aspecto o cuántos seguidores tienes en Instagram”, dice a EFE.

Krieps ha sido Isabel de Austria en 'La emperatriz rebelde' (2022) -un papel que le valió el premio a la mejor actriz europea-, la reina Anna de Austria en 'Los tres mosqueteros' (2023) o la escritora Ingeborg Bachmann en 'Viaje hacia el desierto' (2023) y en todos esos papeles ha encarnado a mujeres que desafían la norma.

Lo vuelve a hacer en el “western humanista” de Mortensen, que explora los roles en una relación romántica entre una mujer moderna para su época y un inmigrante danés en la América del siglo XIX, una relación interrumpida cuando él decide ir a luchar en la guerra de Secesión y ella se queda sola en un pueblo corrupto y violento.

“No creo que Viggo buscara hacer una película moderna, creo que ha hecho un filme muy personal y honesto en el que habla de su familia, de sus padres y de esas generaciones que durante mucho tiempo repitieron los mismos patrones”, afirma la actriz, que aprovecha la pregunta para exponer su visión del feminismo.

“Creo en un feminismo neutral, como mujer soy todo lo que puedo ser y todo lo que debo ser, no hay nada que deba cambiarse, todo debe ser aceptado, pero no busco ningún tipo de venganza ni de lucha (...), si seguimos jugando a este juego de yo te hiero, tú me hieres, nos pasamos la vida así y el resultado es más ira y violencia”.

Aboga, eso sí, por hablar y normalizar, trascendiendo la llamada cultura de la cancelación. “Como sociedad, desde el inicio y especialmente la iglesia, nos han dicho que guardemos silencio, desde niños tus padres te enseñan a apretar los dientes y ser fuerte, a no hablar del dolor y el resultado es que cuando por fin hablas estás lleno de ira”.

Hija de un distribuidor de cine, Krieps no siempre tuvo claro lo de ser actriz. “Cuando vienes de un país tan pequeño tienes esta especie de complejo, no pensaba que alguien como yo pudiera ser actriz, aunque me atraía la actuación, una parte más racional de mi pensaba que no era un trabajo real y me planteé estudiar Derecho”.

“Supongo que, de manera bastante inocente, pensaba en cambiar el mundo desde ahí (...), pero ahora no estoy segura de haber encajado en ese ámbito, porque me paso el día luchando contra las normas y las estructuras, cuestionándolo todo, supongo que habría sido una abogada que cuestiona la ley”.

Hay una imagen recurrente en 'Hasta el fin del mundo' que muestra a la protagonista, Vivienne, de niña, jugando sola en el bosque, donde se le aparece, en su imaginación, Juana de Arco. Cuando Krieps leyó esa escena en el guion se le pusieron los pelos de punta.

“Esa niña era yo, crecí literalmente en los bosques, muchas veces he pensado que soy actriz por eso, porque pasaba mucho tiempo en la naturaleza imaginando otros mundos y además era una gran admiradora de Juana de Arco, me pareció una coincidencia increíble”.

Dice que en Juana de Arco veía a una heroína fuerte y luchadora pero también la posibilidad de “permitirte creer en algo que no ves y llevarlo a otro nivel en que consigues que sea real”.

“Tuve una etapa en la que hablaba mucho con Dios, mis padres eran ateos, así que me inventé un sistema de creencia que en realidad era muy poco católico, y se trataba de lo mismo, de elevar la experiencia humana, llevarla a un lugar donde es posible creer en algo más grande que todo esto”.

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