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Joanna Maranhão, la nadadora antisistema resucita de nuevo

Esta nadadora viaja por el mundo en busca de campeonatos en los que competir.

Víctor David López

La brasileña Joanna Maranhão está pagando un precio demasiado alto por nadar contra la corriente. Pero sigue aleteando. Es una campeona que quedará para la historia del deporte latinoamericano, pero entre sus características está que no se calla nada y que piensa todo lo contrario de lo que piensan los que mandan. Por eso, a pesar de sus medallas –ocho en Juegos Panamericanos y seis en Juegos Sudamericanos con la selección brasileña– y sus récords, se quedó sin patrocinadores y hasta sin equipo.

Ahora, cuando pronto llegará a la treintena, viaja por el mundo costeándose todos los gastos buscando campeonatos donde ganar algún buen premio económico. El Open de Madrid de natación ha sido testigo de cómo volvía a colgarse medallas, y de cómo se pone manos a la obra contra el sistema. En su biografía se computan hasta cuatro Juegos Olímpicos, pero también abusos sexuales de su entrenador cuando era niña y dos intentos de suicidio. Se ha retirado ya una vez, pero volvió. Ahora casi ha estado a punto de abandonar definitivamente, pero sigue aquí.

Siendo una gran campeona, parece que usted está por encima de la competición.

Ya he pasado por esa fase de la natación en la que si no conseguía mi objetivo me sentía una persona fracasada. Si sales de tu burbuja y comienzas a mirar a tu alrededor te das cuenta de lo privilegiada que soy de haber tenido la oportunidad de ser nadadora profesional en Brasil, de pasar por ese embudo hasta ser atleta olímpica. No puedo emplear toda la fuerza de mi vida en esto. Soy extremamente profesional en lo que tiene que hacerse para alcanzar un objetivo, pero existen otras cosas en la vida y otras personas encabezando luchas mucho más arduas que las nuestras. Cerrar los ojos y pensar solo en nosotros es de ser egoístas.

¿Cree que los deportistas de élite viven en su propio planeta?

Sí, viven un universo paralelo. En la natación, por ejemplo, tienes que empezar muy pronto. Tienes que renunciar a tu vida social desde muy pronto. Si entras en esa burbuja sufres menos. Las amistades quedan enmarcadas en aquel círculo, todo queda cerrado allí. Debe haber una explicación social para todo eso, pero no creo que sea obligatorio ser de esa forma para llegar a un nivel olímpico.

En los últimos meses su carrera ha vuelto a dar un vuelco. ¿Cómo ha sido este cambio?

Me despidieron de mi club en diciembre. Me habían dicho que podía vivir entre Belo Horizonte y Sao Paulo, y de repente me dejaron en la calle. Después me enteré de que en la directiva del club, una entidad bastante elitista, había algunos miembros incómodos con mi posicionamiento político.

La historia se repite, como cuando los patrocinadores le dieron la espalda y empezó a acumular deudas.

Exacto. Solo que esto me ha pillado muy de sorpresa. Me quedé preguntándome qué hacía ahora. Estaba en paro. Hablé con marido y le dije que no iba a permitir que ese club decidiera cuándo me tenía que retirar, eso lo iba a decidir yo. Y me propuse intentarlo una vez más. Firmé por la Unisanta, un club de Santos. Y ahora entreno y vivo entre Belo Horizonte y Santos.

Por lo visto en el Open de Madrid, ha vuelto a resucitar, y muy bien.

Está saliendo todo fenomenal. Este ha sido mi primer test, y he venido sola. Pensé que si tenía que arriesgar iba a hacerlo a tope, encarándolo sin entrenador, sin nadie que me tome el tiempo, motivándome sola. Lo necesitaba para creer en mí y en que este año va a ser bueno.

Con estos ejemplos, quizá los deportistas no sean simplemente egoístas, sino un poco cobardes, porque saben lo que les puede pasar si expresan sus opiniones.

Sí. Somos pocos los que nos expresamos. Se creó la verdad absoluta de que un deportista no habla, un deportista solo es deportista. Y no estoy de acuerdo con eso, no me identifico con eso. Creo que hablar sobre política, sobre movimiento LGBTi, no va a desconcentrarme de lo que tengo que hacer. El día tiene veinticuatro horas. Cuando estoy en el agua estoy haciendo lo que hay que hacer.  Las empresas quieren una imagen de un deportista más limpio, bien cuidado, bien alimentado, eso vende más, pero yo no me veo como un producto comercial, me veo como un ser humano plural que puede hacer de todo.

¿Ahora le ha llegado el momento de meterse en política?

Me he afiliado al (Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), pero en este momento no tengo ninguna intención de presentarme a elecciones. Realmente creo que existen mujeres y hombres mucho más capaces que yo para eso. Prefiero estar apoyando esas candidaturas, que creo que me representan. Dando voz a esas luchas, aprovechando que me he convertido en una persona pública.

¿Los políticos de ahora hacen política de verdad, piensan en el pueblo?

No. Hubo un filósofo que decía que ningún político va a invertir realmente en educación porque un pueblo educado sabe votar. Ahora la gente va a votar como en un corral, sin parar para pensar.

Una niña que está empezando a nadar debe saber que le vendrán días felices y días tristes. ¿Cómo gestionar eso psicológicamente?

Yo a las niñas les diría que se pongan delante del espejo y se pregunte si eso es lo que realmente quieren. Si la respuesta es sí, a por ello, y a pagar el precio. Decir que todo son flores es una enorme mentira. Son muchos sacrificios, pero vale mucho la pena. Siempre digo que después de mi carrera como deportista profesional, habrá pocas cosas que me paralicen en la vida. El deporte me ha preparado para la vida.

Y a lo más alto, realmente, llegan muy pocas nadadoras. El resto no lo consigue.

Cuando llegas al escenario mundial, la criba es muy grande. Muchas de las que no llegan se frustran. Mi motivación es la competición interna, es Joanna contra Joanna. Yo no puedo controlar lo que hacen Katinka Hosszú o Mireia Belmonte, que son mejores que yo, más técnicas y más fuertes. Cuanto más cerca de ellas llegue, mejor, pero no soy una fracasada por no ganarles.

Esas niñas tendrán que pelear también contra el machismo.

Cuando comencé a leer sobre feminismo, a Simone de Beauvoir y otras escritoras, me di cuenta de cómo el machismo estaba impregnado dentro de mí. Es necesario eliminar eso. Entrar en un proceso de deconstrucción. Cuando comienzas a hacer eso, te das cuenta de cómo el machismo está por todas partes. Es muy duro ser mujer todo el tiempo. Lo voy intentando poco a poco y la cosa va mejorando. Es un proceso muy largo y requiere mucho de una misma. Nos han enseñado machismo desde el principio, desde que las niñas van de rosa y los niños de azul.

¿Este machismo fue clave también en el proceso de ‘impeachment’ contra la presidenta Dilma?

En la época de Fernando Henrique Cardoso y en el Gobierno Lula hubo muchos pedidos de ‘impeachment’, pero no siguieron adelante porque ambos tenían al Congreso en su mano. En el caso de Dilma estaba el hecho de ser mujer y el hecho de que fue poco política. Como mujer que soy, comprendo perfectamente el hecho de no ser política ante aquel Congreso. ¿Cómo vas a hacerlo ante un Congreso como aquel? Es imposible. Influyó el hecho de ser mujer, el hecho de no estar casada. Muchos decían que era lesbiana, como si eso tuviera algo que ver. Es la ola conservadora que va creciendo en el mundo entero y que asusta: militarismo, posesión de armas, contra la comunidad LGBTi, las mujeres en casa haciendo comida para el marido, privatizaciones, etcétera.

Incluso privatizando el agua en Río de Janeiro.

Las privatizaciones es el típico caso de políticos agradando a quienes financiaron su campaña, y ofreciendo a los ciudadanos algunos beneficios a corto plazo.

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