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El doble muro de las mujeres palestinas: la ocupación israelí y el machismo

Madleen Kullab, de 21 años, es la única mujer pescadora (conocida) en la franja de Gaza. "No veo ninguna razón por la que ser mujer deba detenerme". | FOTO: UNRWA España - www.unrwa.es

Patricia Ruiz

  • Con motivo del Día Internacional de la Mujer, UNRWA ha lanzado la campaña “mujeres que inspiran”, en la que se recogen estos y otros testimonios de mujeres  palestinas refugiadas

La historia de las mujeres palestinas es la historia de una lucha contra dos muros. Mariam se topó con el primero cuando su padre le impidió ir al extranjero a estudiar con una beca, pero no se rindió. Cuando la joven palestina de la franja de Gaza logró convencerle con la ayuda de su hermano y su primo, se presentó con las maletas en el paso de Erez, dispuesta a cruzar hacia Israel. Vencido el muro del patriarcado llegó entonces el segundo: el de la ocupación. Mariam tuvo que regresar a casa porque los soldados israelíes le negaron la salida. Al volver, su padre decidió casarla.

“Las mujeres palestinas no pueden salir del patriarcado porque existe un bloqueo y una ocupación que lo alimentan brutalmente”, asegura Isabel Pérez, periodista especializada en Oriente Medio y residente de la franja de Gaza, quien a diario recoge historias como la de Mariam para mostrar “los efectos de la ocupación en las mujeres palestinas”. 

“Hay que hacer más visible la triple lucha de las mujeres palestinas”: contra el patriarcado, contra la ocupación israelí y contra la mirada occidental, que tiende a relegarlas a un papel doméstico“, apuntan nueve expertas reunidas esta semana en Madrid –algunas de ellas por videoconferencia–  en el debate 'Palestina a través de sus mujeres'.

A esta realidad se llega remontándose a la llegada del movimiento colonial israelí a Palestina, el cual puso freno a los avances que habían empezado a conquistar algunas agrupaciones de mujeres palestinas que existían antes del desastre de la Nakba de 1948.

“Ya a finales del siglo XIX había movimientos de mujeres palestinas que se unieron ante la amenaza de la colonización británica, y otros que después se posicionarían en contra del movimiento sionista”, explica Mar Gijón, doctora en Estudios Árabes e Islámicos y autora del libro “Historia del movimiento de mujeres en Palestina”.

Entre las páginas de este último expone cómo allí, el movimiento feminista no puede desligarse del contexto histórico de resistencia en el que se han visto forzadas a vivir. “La mujer palestina nunca ha estado al margen de la lucha”, concluye Gijón. 

Al otro lado de la pantalla, Haneen Zoabi explica cómo vive la suya propia. Habla desde Palestina, con una rotundidad en sus palabras que camufla el ir y venir de la conexión a internet. “La causa de Palestina es una causa justa. También la lucha de sus mujeres, nosotras. Hablar de ambas cosas es hablar de justicia”, dice para abrir su ponencia. 

Diputada en el parlamento palestino y cofundadora de la ONG L'laam (Centro para la Información de árabes-palestinos en Israel), Haneen ha luchado desde que tiene memoria por mantener la identidad de su pueblo. “Nuestra resistencia es un logro para nosotras y un fracaso para la administración israelí”, añade. 

Resistir desde el espacio privado

Parte de la clave de ese logro reside, según explican las expertas, en que las mujeres palestinas resisten no sólo desde el espacio público –que muchas consiguieron conquistar–, sino también desde dentro del ámbito privado, al que tradicionalmente se les ha relegado. En los vínculos internos de las familias y en el trabajo de los cuidados, ellas son quienes aportan la fuerza de la cohesión social, día a día y “con un aguante exhaustivo”, añaden.

Cuando Mariam Abu Daqqa abandonó las armas tras haber sido una de las primeras mujeres líderes militares del pueblo palestino en los años ochenta, lo hizo convencida de que el papel de la mujer en la liberación de Palestina también era clave en este otro contexto. “Resistencia hoy en día es criar hijos e hijas en Palestina, es estar expulsada pero seguir luchando por tu tierra”, aseguraba en una entrevista con eldiario.es.

La importancia de esa resistencia en el espacio privado quedó también reflejada en la imagen que la periodista Teresa Aranguren, especialista en el conflicto de la región, vio ante sus ojos en abril de 2002, cuando el Ejército israelí se retiró del campo de refugiados de Yenin (en Cisjordania) tras la operación 'Muro Defensivo', una de las más sangrientas.

“En ese momento el único movimiento en el terreno era de mujeres. El escenario era de completa destrucción, pero ellas reaccionaron, salieron a rebuscar entre los escombros, a atender a los demás. Las mujeres rehacen y recuperan la vida en los momentos más atroces”, recuerda Aranguren. 

Capacidad de resiliencia

Una de las consecuencias clave de la ocupación israelí es que ha vuelto más vulnerables a las mujeres palestinas en casi todos sus perfiles y contextos. Desde las adolescentes como Mariam, forzadas a casarse para encontrar “protección” y “liberar de carga económica a sus familias”, hasta las casi 800 adultas mayores que quedaron viudas en 2014 a raíz de la ofensiva militar israelí Margen Protector

Como Sameera Abd Alaal, quien tras haber huido de una guerra para acabar en otra al refugiarse en Siria, aún recobró fuerzas para sacar a todos sus familiares del país. Mientras, Khawla Abu Diab superaba un cáncer de pecho en Cisjordania y Manal Abu Saloom lograba montar su propia escuela de apoyo escolar en el campo de refugiados de Marka, en Jordania. 

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, UNRWA ha lanzado la campaña “mujeres que inspiran”, en la que se recogen estos y otros testimonios de mujeres  palestinas refugiadas en Siria, Líbano, Jordania, Cisjordania y Gaza. 

Todas ellas están entre los casi cinco millones y medio de personas que cuentan con el estatus de refugiado palestino –el 40% de la población refugiada del mundo de larga duración–, según datos de la ONU. Son las vulnerables de los vulnerables, porque al hecho de ser refugiadas y palestinas, suman también el de ser mujeres, apunta la Agencia.  

Pero aunque tras las tres etiquetas se esconde una realidad dura, sus historias son, principalmente, de lucha y superación. “Hay que resaltar la capacidad de resistencia de estas mujeres, que sufren tanto la violencia de género como la violencia contra su pueblo, mientras son ellas quienes dan todo ese apoyo psicosocial para que sus comunidades sigan manteniéndose en pie”, recuerda Miguel. 

La similitud de las luchas

Aunque comprender el contexto histórico en el que se ha desarrollado la lucha de las mujeres palestinas es, según las expertas, un aspecto clave para entender las opresiones que afrontan, parte del discurso también apuesta por encontrar similitudes con otras luchas feministas. 

A Ferial Sabri Kiwan le repitieron hasta la saciedad que “no estaba capacitada” y que “no servía” porque el puesto al que postulaba era “un trabajo de hombres”. También le hicieron creer que no conseguiría el empleo porque estaba embarazada en el momento en que hizo la entrevista. Pero lo consiguió. Esta palestina refugiada en el Líbano es ahora la primera Oficial de Servicios de Campamento en el campamento de Shatila, en Beirut. 

Pese a las diferencias en el contexto, un rápido repaso en la prensa española nos permite comprobar que en nuestro país también hay casos en los que algunas mujeres han sufrido en su entorno laboral juicios similares a los que tuvo que soportar Ferial, tanto por estar embarazadas como por acceder a un puesto de trabajo tradicionalmente desempeñado por hombres

“Históricamente hay muchas sociedades patriarcales en el mundo y el patriarcado, en cada cultura y en cada sociedad, es diferente. Sin embargo, las luchas de las mujeres son parecidas”, apunta Sorbida Hussein, cofundadora de la organización Comité Técnico de Asuntos de la Mujer en Palestina (WATC). 

Para reivindicar la unidad y las particularidades de todas esas luchas feministas, este 8 de marzo miles de convocatorias recorren el mundo llamando a exigir igualdad de derechos y oportunidades. También en Palestina, donde sus mujeres se manifestarán contra la opresión de la sociedad patriarcal en la que viven, en su caso especialmente alimentada por el bloqueo israelí. Este miércoles, salen a la calle para derribar sus dos muros. 

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