Los retornos que niega Marlaska: “Me devolvieron en fila junto a cientos de menores tras una noche en Ceuta”

Después de rodear el espigón fronterizo del Tarajal, Anas no tardó en subir una story a Instagram. El adolescente, de 16 años recién cumplidos, se hizo una foto junto a varios amigos y quiso destacar en el medio de la imagen la localización del lugar donde se encontraba: Ceuta. Detrás de ellos, se pueden identificar los portones azules de las naves donde fueron alojados los niños llegados a la ciudad durante los días 17, 18 y 19 de mayo. Anas envía la fotografía a elDiario.es desde Marruecos, adonde asegura haber sido devuelto de forma forzosa el día siguiente de su llegada junto a “cientos” de menores tras pasar una noche en España.

Su testimonio se suma a las muchas evidencias recopiladas por periodistas y ONG que documentan la irregularidad que reinó en la frontera ceutí durante la crisis migratoria, aunque el ministro del Interior insista en defender que todos los retornos cumplieron con la legalidad. “No hubo ninguna devolución ilegal, sino que todas las personas que regresaron lo hicieron conforme a la ley: voluntariamente o a través de los oportunos expedientes”, dijo Fernando Grande-Marlaska en la Comisión de Interior celebrada el viernes en el Congreso de los Diputados.

Interior continúa defendiendo la actuación de los agentes fronterizos a pesar de la apertura de una investigación en la Fiscalía de Ceuta, las advertencias del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y las numerosas imágenes y testimonios recopilados por periodistas y ONG que documentan devoluciones sin ningún tipo de trámite previo, incluidos menores y potenciales solicitantes de asilo, casos en los que los retornos inmediatos están prohibidos de forma clara en la normativa.

El reloj parado

Anas llegó a la ciudad autónoma el lunes 17 de mayo, el día en que Marruecos empezó a levantar el control fronterizo con la ciudad autónoma, lo que permitió la entrada irregular de entre 8.000 y 10.000 personas, la mayoría a nado. Cuando se le pregunta por la hora a la que entró, el adolescente mira su reloj. En el agua, relata, se le paró y sus agujas aún marcan la hora exacta de su entrada clandestina a Ceuta: las 17:20 horas.

“Al salir del mar, vino Cruz Roja y nos llevó a las naves. Pasé la noche allí y a la mañana siguiente nos echaron a todos”, cuenta el adolescente por videollamada desde Catillejos, la ciudad marroquí donde vive. “Yo no quería salir, por más que dijésemos que no, nos llevaban para fuera”.

Según su relato, aquella noche la pasó junto a alrededor de 1.000 menores en el polígono del Tarajal, sentados unos muy cerca de otros, sin que la policía les permitiese apenas levantarse y sin poder tumbarse para descansar. “Teníamos que estar sentados y con las piernas dobladas hacia nosotros. Todos éramos menores. Éramos muchísimos. Durante todo el día y la noche nos dejaron con la misma ropa, mojada. No me dieron casi agua y tenía mucha hambre”, dice el adolescente, cuya apariencia no esconde que es menor de edad.

La devolución “en fila” desde las naves

Al día siguiente, cuenta, los agentes los ponían “en fila” para devolverlos a Marruecos. “Por más que no quisieses salir, no había opción para decirlo. Los policías estaban alrededor con las porras”. Según su testimonio, los agentes colocaron a decenas de migrantes, uno detrás de otro, y los acompañaron a la zona fronteriza a través de la puerta que comunica las naves donde estaban alojados los niños migrantes con el paso del Tarajal.

“Como la frontera estaba cerrada, nos llevaron a la playa [la zona conocida como 'tierra de nadie' ubicada entre dos espigones] y desde allí nos abrieron una puerta en la valla que comunicaba con la playa marroquí”, detalla Anas. Antes de la devolución, dice, les dieron una botella de agua, galletas y un cartón de leche.

Cuando se acercaban a la puerta, varios agentes les urgían que saliesen rápido: “Nos gritaban: '¡Corre, corre!' Nos amenazaban con la porra y a más de uno le llegaron a dar”. Según explica, en todo ese proceso participaban agentes de la Policía, de la Guardia Civil y militares. “Yo quería llegar a España, como muchos niños, para tener más oportunidades en la vida. Me habían dicho que a los menores no se les devuelve una vez ya están en los centros, nunca pensé que me iban a sacar otra vez. También suelen decir que a los niños los tratan bien en Ceuta, pero a nosotros nos trataron muy mal”, explica en la pequeña tienda de ultramarinos donde trabaja su padre.

“Me preocupé mucho por él, pero cuando me llamó y me dijo que ya estaba dentro, me quedé más tranquilo”, cuenta su padre. “Al volver, estaba muy cansado y llegó con mucha hambre. Me dijo que la policía le había tratado peor que en Marruecos”, añade.

Otros casos documentados

El relato de la devolución de Anas coincide con el testimonio de otros menores recogidos por medios de comunicación y organizaciones sociales. Uno de ellos es Ashraf, el primer caso concreto de devoluciones de menores registradas durante la crisis migratoria que impulsó la investigación de la Fiscalía de Ceuta, tras una denuncia de la ONG Coordinadora de Barrios en la que incluía las imágenes de su retorno forzoso a Marruecos, grabadas por la agencia Reuters.

“Me van a golpear”, clamaba Aschraf ante las cámaras. “No quiero volver, por favor”, imploraba después de llegar a Ceuta a nado con un flotador fabricado con botellas de plástico. Al final de la grabación enviada a la Fiscalía, varios militares y un guardia civil le acompañan a la puerta del espigón fronterizo para conducirlo de vuelta a su país. Las imágenes del fotoperiodista Olmo Calvo (una aquí abajo) también documentaron esta devolución en elDiario.es.

El menor, de 16 años, contó en una entrevista publicada en El País haber sido devuelto en dos ocasiones. Además del retorno documentado por la prensa, el menor explica que el día anterior había logrado llegar a Ceuta y pasó la noche del martes al miércoles en “un centro”, previsiblemente la nave del Tarajal.

Al día siguiente, fue devuelto desde las instalaciones donde pasó la noche, según su relato: “Me metieron en un centro, donde pasé la noche. Al día siguiente me dieron una toalla y unas galletas y me echaron”. Otro menor llamado Reduan, de 14 años, también aseguró a elDiario.es haber sido devuelto a su país tras pasar unas horas en el polígono ceutí, pero lo volvió a intentar y, a la segunda, consiguió permanecer en la ciudad española.

A mediados de mayo, especialmente a lo largo del martes 18 y el miércoles 19, el Ministerio del Interior devolvió en caliente en Ceuta a toda persona que atravesase a nado el espigón fronterizo, niños incluidos, como quedó reflejado en numerosos vídeos e imágenes publicados en prensa internacional y nacional. Las expulsiones se produjeron tras la entrada de entre 8.000 y 10.000 personas a la ciudad autónoma, un tercio de ellos niños —según las cifras iniciales de Delegación del Gobierno — después de que Marruecos levantase las labores de control migratorio en este punto de su frontera con España. Durante aquellos días, según Interior, fueron devueltas el 80% de las personas que accedieron a la ciudad.

Acnur pide una investigación

Según la normativa, la expulsión de menores extranjeros no acompañados solo puede realizarse si se contacta previamente con sus progenitores, se confirma la voluntad del niño de regresar a casa y se demuestra el interés superior del menor. Sin embargo, militares y guardias civiles devolvieron a chavales, visiblemente menores. La falta de un estudio individualizado de cada caso, característica de estos rechazos, impide también detectar a potenciales solicitantes de asilo y víctimas de trata antes de ser retornados de manera forzosa, otro de los perfiles protegidos especialmente por la legislación. La Agencia de la ONU para los Refugiados ha recibido “algunos testimonios de personas que nos trasladaron su interés en pedir asilo y que habían sido devueltas de manera forzosa y, en algunos casos, con violencia”.

A lo largo de su comparecencia de este viernes, el ministro esquivó las numerosas preguntas recibidas acerca de la expulsión de menores. Grande-Marlaska no habló ni una vez de las devoluciones de niños, sino que insistió en la legalidad de “todos” los retornos. Para justificarlo, Marlaska se ha escudado en la cooperación de las fuerzas de seguridad con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en la identificación de los perfiles vulnerables y evitar así su expulsión, un extremo que Acnur no ha tardado en desmentir.

El ministro negaba la irregularidad ligada a estos retornos a pesar de que la Agencia de la ONU asegura haber puesto en conocimiento de las autoridades españolas estos episodios, que califica de “estos hechos graves en materia de protección internacional”. El organismo internacional también ha solicitado la apertura de una investigación.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado, a la que también mencionó el ministro en su discurso, ha reiterado que durante aquellos días de mayo se produjeron “devoluciones en caliente de posibles solicitantes de protección internacional y de menores”. La ONG especializada en asilo destaca que “en la medida que en estas devoluciones no ha existido un recurso efectivo, y en ausencia de procedimiento, se han incumplido las garantías legales exigidas”.