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El mayor aeropuerto fantasma de España se olvida de sus obligaciones ambientales

El aeropuerto de Ciudad Real, otro legado fantasma de la burbuja.

Materia

Manuel Ansede —

Las ideas rocambolescas eran habituales en las mentes de los constructores en la España de la burbuja inmobiliaria, pero la del ciudadrealeño Juan Antonio León Triviño y sus socios era un delirio. Espoleados por el entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, soñaban con construir en una estepa de Ciudad Real, a más de 200 kilómetros de Madrid, un aeropuerto privado de 1.000 millones de euros, con una de las mayores pistas de aterrizaje de Europa pisando una Zona de Especial Protección para Aves. Y lo hicieron.

El delirio era de tal calibre que en 2003 la Comisión Europea abrió un procedimiento de infracción porque las obras habían comenzado sin que se hubiera estudiado su impacto sobre la fauna de la zona, con aves amenazadas como la avutarda y el cernícalo primilla. Los gestores, enfrentados a ONG ecologistas como SEO/Birdlife, se comprometieron entonces a pagar medidas de compensación y a minimizar el impacto medioambiental del aeropuerto, denominado antes Madrid Sur-Ciudad Real o Don Quijote. Y prosiguieron.

Las máquinas trabajaron a todo ritmo. En diciembre de 2008, aterrizó el primer avión en aquella superpista de más de cuatro kilómetros, capaz de acoger un Airbus A380, el avión comercial más grande del mundo. En los meses siguientes por allí pasaron el rey Juan Carlos, el príncipe Alberto de Mónaco, varios jeques árabes y los hijos del príncipe de Gales, todos armados con escopetas para ir de caza en las fincas castellanomanchegas. Y poco más.

Sin aviones y sin dinero

Hoy, la instalación es un aeropuerto fantasma. Se esperaban dos millones de viajeros al año y llegaron 100.000 en dos años y medio. La deuda se llevó por delante al dueño de la tercera parte del aeropuerto, la Caja de Castilla-La Mancha, primera caja de ahorros en ser rescatada con el dinero de todos los españoles. Y el aeropuerto suspendió pagos y echó el cierre en abril de 2012. Han desaparecido los aviones, pero también las medidas que los promotores, agrupados en la empresa CR Aeropuertos, prometieron para mitigar el impacto de la instalación en el medio ambiente.

La dejadez y el incumplimiento de las obligaciones medioambientales ha llegado a tal punto que el inspector ambiental del aeropuerto, David Serrano, acaba de presentar su “dimisión irrevocable” a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, presidida por María Dolores de Cospedal. Serrano, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), era director del Observatorio de Biodiversidad del Aeropuerto de Ciudad Real desde el 19 de enero de 2009. Su misión era vigilar el cumplimiento de las medidas correctoras y compensatorias, y hacer un seguimiento de los efectos del aeropuerto sobre la Zona de Especial Protección para Aves.

En una carta en la que presenta su dimisión a la consejera de Agricultura, Serrano denuncia que su capacidad para desarrollar sus funciones se encuentra “completamente limitada”. El investigador tenía incluso que pagarse de su bolsillo los billetes de tren para ir desde su centro, en Sevilla, hasta Ciudad Real.

Agricultores abandonados

“El último Informe Ordinario de Seguimiento Ambiental del Aeropuerto de Ciudad Real del que este director tiene constancia es del primer semestre de 2011, un retraso de casi dos años que imposibilita una valoración actual y rigurosa de la evolución de la biodiversidad en la ZEPA y cercena cualquier capacidad de este director para desarrollar sus competencias”, se queja Serrano en la carta, a la que ha tenido acceso Materia.

El Observatorio lleva sin reunirse desde el 5 de mayo de 2011. El seguimiento de las poblaciones de aves que debía llevar a cabo la Universidad Autónoma de Madrid no se está haciendo, porque los promotores no ponen el dinero necesario. “Las últimas informaciones de las que dispone este director indican además que existe un importante retraso en la retribución económica a los agricultores acogidos al programa de medidas agroambientales”, expone Serrano a la consejera. Los promotores estaban obligados a comprar terrenos o financiar la adaptación de los cultivos de la zona para crear un hábitat ideal para las aves esteparias, en compensación por el impacto del aeropuerto privado. El investigador del CSIC ha declinado hacer declaraciones sobre su dimisión.

El Observatorio, que debía ser financiado por los promotores, depende del Gobierno castellanomanchego. Otro organismo dependiente del Ministerio de Fomento actuaba en paralelo: la Comisión de Seguimiento Ambiental del aeropuerto de Ciudad Real. El investigador del CSIC Javier Viñuela es miembro de esa comisión. “No se ha hecho nada en absoluto. Ni se ha reunido ni tenemos noticias”, resume.

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