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El Banco de España sigue la estela del INE y recorta en dos puntos las previsiones económicas del Gobierno

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en una fotografía de archivo.

Rodrigo Ponce de León

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El Banco de España ha terminado de tirar por tierra las previsiones económicas del Gobierno. El organismo supervisor rebaja a un 4,5% el crecimiento de la economía española en 2021, resta 1,9 puntos porcentuales a sus pronósticos de septiembre, y reduce hasta el 5,4% la subida del PIB el próximo año, según el informe de proyecciones macroeconómicas 2021-2024 que ha presentado este viernes. El servicio de estudios del Banco retrasa a inicios de 2023 la vuelta a los niveles precrisis de nuestra economía. Esto supone atrasar la supuesta recuperación en más de un año al plan que había previsto el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que sigue manteniendo que en 2021 creceremos un 6,5%. La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, llegó a asegurar: “Antes de que acabe este año se habrán recuperado los niveles previos a la pandemia”.

El Banco de España mantendría así las cifras de la polémica que disparó el INE. El Instituto Nacional de Estadística lanzó un jarro de agua fría sobre el Gobierno cuando revisó las cifras de crecimiento del PIB del segundo trimestre (redujo del 2,8% a un 1,1% el crecimiento en esos tres meses). Desde entonces se ha generado una controversia sobre si el INE ha contabilizado bien los datos de crecimiento teniendo en cuenta que en noviembre se ha llegado al nivel de afiliación más alto registrado, con un récord de 19.771.613 personas trabajando, y la recaudación fiscal ha crecido un 16% entre enero y octubre respecto a 2020.



La controversia está servida porque a pesar de estas cifras de empleo e ingresos tributarios, el Banco de España asigna al cuarto trimestre de 2021 un crecimiento del 1,6%, menor incluso que el PIB del tercer trimestre (2%). Según el informe de esta institución, la moderación del crecimiento se debe a que “al aumento de la demanda de ciertos productos desde el inicio de la pandemia ha dado pie a una escasez de suministros a escala global de algunos bienes intermedios cuya producción es relativamente inelástica a corto plazo (como, por ejemplo, los microchips)”, que ha afectado a industrias españolas esenciales como el automóvil.

En segundo lugar, se ha observado “un encarecimiento de ciertos productos, como los energéticos y algunos de los que están viéndose sometidos a escasez de oferta por los problemas de suministro mencionados. Ello está minorando el crecimiento de las rentas reales de empresas y de familias”. Además, hay un tercer factor que se ha unido “en las últimas semanas”, que es “un aumento en las cifras de contagio por COVID-19, primero en otros países de nuestro entorno y luego en España, lo que ha motivado la reintroducción de algunas medidas para contener la pandemia. Estos desarrollos epidemiológicos explican, probablemente, que la recuperación de algunos indicadores de alta frecuencia relacionados con la actividad turística, como el tráfico aéreo, se haya ralentizado en el transcurso del cuarto trimestre”.

Pablo Hernández de Cos, gobernador de la institución monetaria, ya avisó en octubre que el servicio de estudios haría una “revisión significativa a la baja” de sus estimaciones de crecimiento económico para este ejercicio. “Una rebaja de una magnitud tan elevada comporta, de forma mecánica, una reducción sustancial de la tasa media de crecimiento del PIB para 2021 y, en menor medida, también de la de 2022”, dijo entonces el gobernador amparándose en la revisión del INE.

“Nos aferramos a lo que dice el INE”

El director general de Economía y Estadística, Óscar Arce, ha explicado este viernes durante la presentación del informe que para su elaboración “el elemento como dado son los datos de Contabilidad Nacional que proporciona el INE. Nos aferramos a lo que dice el INE. No hay ninguna discusión si la estimación es buena o no, para nosotros lo es”.

Arce ha admitido que “se ha producido una controversia o debate entre divergencia entre la evolución de la actividad y el crecimiento de empleo. Los datos de empleo son buenos, ha habido una caída de trabajadores en ERTE, esto es incuestionable. Pensando sobre factores que podrían explicar esta brecha entre ambos datos no tenemos una explicación concluyente. Hay ciertos elementos que arrojan algo de luz sobre las razones que nos dicen que el empleo va mejor que la actividad. Por un lado, hemos visto una reactivación más fuerte del sector servicios donde la productividad media del trabajo es más baja, puede haber un efecto composición que ayude a entender esta brecha. Otra puede ser que las ”expectativas de los empresarios han sido más boyantes que las que se han materializado. Si es así no es descartable que las empresas hayan planificado expectativas de plantillas que pueden estar sobredimensionadas respecto a la posible demanda. A esto hay que añadir que las sucesivas rondas de prorroga de los ERTE han venido por cambios en los incentivos a empresas, que favorece incorporación más rápida, probablemente a mayor rapidez que la actividad“.

Respecto al incremento de ingresos tributarios, el director de Economía y Estadística del Banco de España ha comentado que “el INE cuenta con toda la información de la agencia tributaria. No creo que el INE haya cambiado la práctica habitual. Manejamos distintas hipótesis para explicar la divergencia entre ingresos tributario y PIB, pero no hay una única explicación clara y tampoco libre de controversia. Hay que tener en cuenta que el INE utiliza datos tributario pero también otros muchos datos. Por ejemplo, factores como las transacciones inmobiliarias de viviendas usadas cuya recaudación en el impacto del PIB es despreciable. Otro ejemplo, las ventas de autónomos que no está reflejada en la Agencia tributaria, o hay figuras impositiva no son iguales en todas las CCAA”.

“¿Revisión al alza? Es posible”

¿Es posible que haya una revisión al alza del PIB de 2021 en los próximos meses? Arce no lo descarta: “No quiero especular. Algunas cosas han podido ir algo mejor, como las ventas totales, donde la agencia tributaria da la sensación de que podrían ser mejores, pero esa información la tiene el INE, que son los que tendrán que hacer una revisión. Es pronto. Hay que acumular más evidencias, pero no es descartable que se produzca revisiones como pasó antes a la baja. Necesitamos más información para saber si se está produciendo algún cambio estructural. De todas maneras, estas controversias sobre diferentes datos se dan en todas las crisis, ya ocurrió en la gran crisis financiera, donde ya se produjeron disonancias”.

Para terminar con la polémica, el director de Economía y Estadística del Banco de España ha resaltado que “lo que diga el INE sobre contabilidad nacional, tiene un impacto sobre nuestras previsiones. La rebaja de un 1,9 puntos del crecimiento de 2021 tiene que ver con sus proyecciones. Siempre ha sido así y será así. De todas maneras, las revisiones de alta intensidad no son infrecuentes en otros países, como Estados Unidos, donde las revisiones son sustanciales. Estamos en un entorno con una incertidumbre muy elevado y hemos tenido dificultades en las mediciones durante la pandemia. Hay vaivenes en cuestión de semanas y días, por ejemplo, el mercado mayorista de electricidad o la aparición de variantes del virus en puertos de Asia. La economía española esté sufriendo cambios de tipo estructural, que es necesario que pase un tiempo para que se entienda, por ejemplo el teletrabajo o el cambio en la actividad comercial del físico al online que tiene impacto en la recaudación impositiva”.  

Argumentos para la rebaja de previsiones

Ahora, el Banco de España alega para defender este bajón de las expectativas de crecimiento a que aunque en el otoño ha proseguido la recuperación de la actividad, con un comportamiento favorable del empleo, “no obstante, las alteraciones en las cadenas globales de producción y el repunte inflacionista han moderado el ritmo de crecimiento”. Además, destaca las “sorpresas a la baja en los datos de crecimiento económico en el segundo y en el tercer trimestre” y que “en el tramo final de 2021, el dinamismo de la actividad económica estaría viéndose moderado por la compresión de las rentas de hogares y de empresas inducida por el aumento de costes y de precios, y por la persistencia de los cuellos de botella en algunos procesos productivos”. También añade como factor negativo el incremento de los precios del petróleo y del repunte de los precios de la energía, además de “retrasos en la implementación” de los proyectos asociados al programa de los fondos europeos.

No solo rebaja las previsiones económicas, sino que destaca los riesgos a la baja. El Banco subraya que las incertidumbres incluyen la posibilidad de que se produzca “un nuevo agravamiento de la situación epidemiológica”, que se acentúen las disrupciones actuales en las cadenas globales de suministro; un incremento de la duración del actual episodio de fuertes presiones inflacionistas, el retraso en la ejecución de los fondos europeos, que los hogares mantengan las bolsas de ahorro y no empujen el consumo y el estancamiento de los flujos turísticos internacionales.

Tranquilidad con la inflación

Respecto a los precios, el Banco de España apunta que “tras mantenerse elevada en los primeros meses de 2022, se espera que la inflación se desacelere intensamente con posterioridad. En este sentido apuntan los mercados de futuros, que anticipan una ralentización pronunciada de los precios de los productos energéticos a lo largo de los primeros meses de 2022”. Así el próximo año la inflación ascenderá al 3,7% mientras que en 2023 volverá a parámetros más normales con un 1,2%.

Arce ha puntualizado que la “duración de repunte inflacionario estaría relacionada con los efectos de segunda ronda, es decir, que ese repunte de precios se traslade a otros factores. Pero de momento, con los incrementos salariales pactados no hay señales de que se estén produciendo estos traslados. Las tasas de crecimiento de salarios pactados es más baja que el IPC, y sí se percibe una aceleración mayor en los nuevos convenios laborales, pero que solo llegan al 1,5%”.

Además, el responsable del departamento de Economía y Estadística ha reseñado la baja incidencia de las cláusulas de salvaguarda, ya que ahora mismo “solo un porcentaje pequeño de contratos tiene vinculada su evolución a la actualización de los precios, hay menos del 20% de los contratos”.

Y por otro lado, tampoco se está dando la traslación de mayores costes de materias a otros productos, “las empresas, de momento, están trasladando a sus márgenes la subida de precios”, ha explicado Arce.

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