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Banco Madrid, el amargo final de una entidad que fio su futuro a los grandes patrimonios

Un hombre sostiene una pancarta frente a las oficinas de Banco Madrid en la capital.

Pilar Blázquez

Si algún sambenito ha llevado colgado el Banco Madrid a lo largo de su historia ha sido el de la mala suerte. Desde que en 1954 abriera su primera sucursal en Madrid, ha sido una de las entidades financieras con más dueños de la historia de España. Y desde esta semana, en concurso de acreedores y abocado a la desaparición tras la implicación en un escándalo de blanqueo de capitales de su matriz, la Banca Privada de Andorra (BPA).

Años después de su nacimiento, cuando ya formaba parte del Banesto de Mario Conde, fue una de la entidades 'sacrificadas' para conseguir el efectivo que el banco, ya intervenido por el Banco de España, necesitaba para sobrevivir. Así, en 1993, Deutsche Bank lo compró por 42.000 millones de pesetas de la época y en manos alemanas permaneció casi en letargo hasta que en 2001 los directivos de la Kutxa se fijan en él.

La caja vasca quería ampliar negocio por la vía de captar a los grandes capitales, pero la actividad de banca privada chocaba con su idiosincrasia y su marca en Euskadi. Así que, bajo el liderazgo de Fernando Spagnolo, apostó por una operación de despiste y compró, por 18 millones de euros, lo que iba a ser el negocio online fuera de Guipúzcoa, pero que tres años después se convirtió en su banca privada: Banco Madrid.

Desde un ostentoso edificio blanco en la plaza de Colón (en una plazuela rebautizada el año pasado por Ana Botella, alcaldesa de Madrid, como plaza Margaret Thatcher), empezó lo que parecía un cambio de rumbo hacia el éxito. Pero aquello no fructificó. A las tensiones del equipo directivo, que acabó dimitiendo, en 2008 se le suma la crisis financiera. En la fusión de las cajas vascas, a la que se vio abocada la Kutxa, no había sitio para la banca privada. Una vez más Banco de Madrid colgó el cartel de 'Se vende'.

Dos años largos después, su futuro se decidió en los Pirineos. En 2010, Andorra comenzó a hacer méritos para congraciarse con sus vecinos europeos. Sus bancos buscaban oportunidades de negocio en España y acceso a la barra libre de liquidez que otorga el Banco Central Europeo a las entidades en la órbita del euro. Eso solo era posible a cambio de renunciar a los privilegios de un paraíso fiscal y asociarse con bancos que tuvieran acceso directo al BCE. Mientras comienzan esas negociaciones políticas, se formalizan las financieras. Entre otras operaciones, la compra de Banco Madrid por parte de la Banca Privada de d'Andorra por 150 millones de euros.

Desde entonces, parecía que la suerte del banco había cambiado gracias al éxito cosechado por la gestión de los grandes capitales que había sido capaz de atraer. Bajo el paraguas de BPA, Banco Madrid se afianza como un banco de fortunas y grandes capitales. Se hace con la propiedad de importantes gestoras de fondos como Interdín, Nordkapp, de Banco de Valencia, y las gestoras de fondos de dos entidades rescatadas, Liberbank y Mare Nostrum.

La noticia de su intervención y previsible desaparición (está abocado a la liquidación o a la venta al mejor postor) ha llegado en el que, tal vez, fuera el momento más dulce de su historia. Nunca hasta ahora había destacado tanto Banco Madrid en la actividad financiera española. Desde 2013, aparecía en los primeros puestos de los rankings de rentabilidad en sicavs. Cuenta con algunos de los gestores con más prestigio del sector, como Gonzalo Lardiés. Y los números le acompañaban.

A cierre de 2014, el grupo contaba con 15 oficinas y una plantilla cercana a las 300 personas. Tiene unos 15.000 clientes y gestiona 6.000 millones en activos. Su morosidad no llega al 2%, mientras que la media del sector alcanza el 13,61%. Con 695 millones en depósitos a esa fecha, destinaba a créditos poco más de 150 millones. Su verdadero negocio era la gestión de carteras, más del 50% de su actividad (8.000 clientes y unos 3.000 millones de euros están gestionados a través de fondos y sicavs, según los últimos datos de Inverco). Un 100% más que cuando lo compró BPA.

Quizá no por casualidad, ha sido uno de los bancos que más se benefició del retorno de capitales que supuso la amnistía fiscal decretada por el Gobierno del PP al llegar al poder, en 2012, apuntan fuentes del mercado. Lo cierto es que, en una semana, Banco de Madrid ha dejado de presumir de tener como cliente al multimillonario Ram Bhavnani para hundirse por ser, según EE UU, uno de los socios de blanqueo del capo ruso Andrei Petrov.

El detonante de la intervención de Banco Madrid llegó el pasado 10 de marzo, cuando se conoció que el Tesoro de Estados Unidos (equivalente al Ministerio de Economía español) investigaba a BPA por operaciones de blanqueo de capitales relacionadas con las mafias rusa, venezolana y china. “Que EE UU te incluya en la lista negra de los bancos sospechosos de blanqueo de capitales es firmar una sentencia de muerte”, aseguran fuentes especializadas en la lucha contra el blanqueo. “La insolvencia tras un episodio de este tipo está asegurada. Sobre todo para entidades pequeñas como las andorranas, porque hacer negocio con ellas supone entrar en una lista en la que nadie quiere estar”, insisten.

Desde que se conoció la noticia, la fuga de capitales ha sido incesante. Los gestores del Banco de España que se hicieron cargo de la entidad el jueves, tomaron el lunes por la mañana la decisión más drástica: dejar caer el banco. Esto se puede hacer porque no es un banco sistémico, como podría ser Bankia. También porque la mayoría de los activos no están en depósitos (garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta los 100.000 euros) sino en activos financieros (fondos de inversión y sicavs) que, tras el 'corralito' decretado este lunes, pasarán a manos de otros gestores.

“Solo perderán dinero los que tengan depósitos por encima de esos 100.000 euros, pero no son muchos. El resto no puede ni comprar ni vender mientras el juez concursal no establezca medidas, pero luego lo que dice la norma es que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) debe nombrar a un nuevo gestor para que la operativa siga sin más variación sobre los activos de estos fondos y sicavs”, explican fuentes de mercado.

En la cárcel, de momento, solo andorranos

Diversas fuentes expertas en blanqueo dudan que Madrid pueda ser pieza clave en las estructuras de blanqueo de las que se acusa a BPA. “Sería absurdo teniendo la permisividad de Andorra para hacer operaciones complicadas desde España”, comentan. De momento, solo el consejero delegado de BPA, Joan Pau Miquel Prats, ha sido arrestado por la policía andorrana. Los principales directivos españoles siguen en libertad. Tanto José Pérez, que dimitió el pasado miércoles como presidente no ejecutivo de Banco Madrid, como Soledad Núñez, consejera de la entidad hasta la semana pasada.

Ambos están muy vinculados a las élites financieras y políticas del país. El primero fue director de supervisión del Banco de España durante 25 años, y más tarde tuvo puestos directivos en BBVA e Intermoney. Se dice que los andorranos le ficharon por su atractiva red de contactos y, también por imperativo del anterior gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Núñez fue directora general del Tesoro con el Gobierno de Rodríguez Zapatero y participó en la autorización de la venta de Banco Madrid como consejera del Banco de España.

A la espera de conocer el futuro de la entidad, se suceden las noticias sobre la implicación del banco en operaciones sospechosas. Según el diario El Mundo, el Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales del Ministerio de Economía tiene evidencias de que varios altos cargos del Gobierno venezolano habrían incumplido la ley de prevención de blanqueo y de que también podría haber servido a los intereses del chino Gao Ping. Y el diario El Confidencial apunta a la familia Carceller, propietaria, entre otras empresas, de la cervecera Damm y la petrolera canaria Disa y con dos de sus miembros más destacados (Demetrio Carceller padre e hijo) a la espera de juicio por diversos delitos fiscales y de blanqueo.

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