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Se busca consejero delegado: Unicaja trata de enderezar el rumbo tras dos años de guerra interna

Diego Larrouy

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Unicaja y Liberbank se fusionaron en 2021, casi al mismo tiempo que CaixaBank y Bankia. Pese a que la segunda era una unión de mucha más envergadura, ha sido un camino de rosas en comparación con la primera. El banco andaluz, sexto grupo del país y que cotiza en el Ibex 35, ha despedido esta semana a su consejero delegado Manuel Menéndez. Este movimiento que llegó a última hora del jueves es el punto y final a una batalla interna en la que se han sumado luchas de egos, de poderes territoriales e, incluso, de grupos políticos. La contienda ha elevado la preocupación de los supervisores tanto dentro como fuera de España.

“El consejo de administración de Unicaja Banco (...) ha acordado por unanimidad, con el objetivo de avanzar de manera más ágil y eficaz en la definición del modelo de gobernanza del banco conforme a las previsiones del proyecto común de fusión entre Unicaja Banco y Liberbank, el cese del consejero delegado”. Con estas palabras anunciaba la entidad a la Comisión Nacional del Mercado de Valores el cese de Menéndez que permanecerá en el cargo hasta que se encuentre un sustituto. Ahora comienza una búsqueda a posibles candidatos para enderezar el rumbo de la sexta entidad del país.

Para entender qué ha pasado en el banco hay que acudir al origen, a la fusión. Pero no a 2021, sino a 2019. En aquel año, Unicaja y Liberbank negociaron una unión, pero los desencuentros sobre el reparto de poder de la nueva entidad dieron al traste con el acuerdo. En 2020 lo volvieron a intentar. Entonces, el contexto les presionaba a ello. En plena crisis por el coronavirus, los reguladores forzaron a los bancos a explorar una mayor concentración, como ya había hecho CaixaBank. El acuerdo se alcanzó finalmente, aunque para esquivar esa batalla por el poder se dio una solución en diferido que vencía el 31 de julio de este año.

Se acordó que Unicaja se mantendría como banco, que su fundación sería el primer accionista y que su presidente se mantuviera en el cargo. A cambio, se permitió que el consejero delegado de Liberbank, Manuel Menéndez, continuara en el cargo ejecutivo. Así debía de ser hasta el 31 de julio, cuando el presidente dejaría sus responsabilidades ejecutivas y se examinaría al consejero delegado. De este modo, se adecuaría el modelo de gobierno al que gusta más al BCE: un presidente sin funciones ejecutivas y un consejero delegado con poder. Es el que aplican CaixaBank, Sabadell o Bankinter.

Esta precaria solución, demorando la decisión a futuro, supuso el caldo de cultivo idóneo para una batalla de poder en la entidad sobre quién gobernaría el banco. Si la facción asturiana que se personificaba en Manuel Menéndez o la malagueña, donde se encuentra enraizada Unicaja desde su nacimiento y que se ha mantenido pese a las múltiples fusiones tras la crisis financiera. La Fundación Unicaja es el primer accionista con el 30% del banco.

La batalla se plasmó en el consejo de administración. Pese a que Menéndez era el representante del ala asturiana, desde el comienzo se apreció una cercanía con el presidente de la Fundación Unicaja, el histórico banquero andaluz Braulio Medel. Ambos conformaron un equipo que buscó controlar la entidad y generó un profundo cisma interno. No en vano, de Medel dependían cinco asientos en el consejo. Sin embargo, sobre este directivo, uno de los últimos supervivientes de la banca de los ochenta, comenzaron a recaer profundas sospechas y la Fiscalía abrió el año pasado una investigación, que acabó archivando, por posible administración desleal y apropiación indebida. El Gobierno salió al paso y planteó “serias dudas” sobre la “idoneidad y honorabilidad comercial y profesional, para el desempeño de sus funciones” y dio dos meses a la Fundación Unicaja para buscar una solución.

Al mismo tiempo, se produjo un torrente de dimisiones de consejeros independientes, los llamados a representar a los pequeños accionistas, por la situación que vivía el órgano de gobierno de la entidad financiera. La justificación que se argumentó es que determinadas decisiones “alejaban al banco de las prácticas de buen gobierno que los inversores y reguladores tienen derecho a esperar de una sociedad cotizada, y especialmente, de un banco”. La presión por todos los frentes, también el político, provocó hace un año la salida precipitada de Medel de la Fundación Unicaja.

Medel dejó, eso sí, cuatro consejeros de su confianza en el consejo de administración del banco antes de salir de la Fundación. La batalla en el consejo de administración no acabó ahí. A finales del año pasado comenzó la salida, uno a uno, de los cuatro consejeros que había colocado Medel en Unicaja y que el nuevo presidente de la Fundación, José Manuel Domínguez, quería sustituir. Algunos salieron mostrando su rechazo, como Manuel Muela, que justificó la renuncia en “su discrepancia con el proceso que se sigue para su sustitución como consejero, teniendo mandato vigente”. La última de las fieles a Medel salió en febrero.

En solo un año y medio, entre salidas de independientes y el relevo en los representantes de la Fundación Unicaja, el banco cambió a once consejeros, lo que daba muestra de la inestabilidad interna de la entidad. Además, esta situación dejaba muy expuesto a Manuel Menéndez, que había perdido la mayor parte de sus apoyos en el consejo de administración. Finalmente, el cese del consejero delegado se ha producido casi seis meses más tarde y por unanimidad. Ahora Unicaja afronta un periodo de búsqueda de un sucesor para el puesto y para completar su consejo, que se ha quedado con 11 miembros con cuatro vacantes.

El cese, celebrado por los sindicatos

La fuerte batalla interna se ha terminado con un triunfo del ala malagueña y la salida de Medel y Menéndez, dos banqueros vinculados a la edad dorada de las cajas de ahorros en España y que sobrevivieron a la crisis financiera de 2008 y a la fuerte concentración del sector. Se mantiene en el cargo de presidente Manuel Azuaga, quien fue sucesor de Medel pero vio como éste se alineó con su consejero delegado.

Menéndez era conocido en el sector como un superviviente de las fusiones. Desde los noventa estuvo al frente de Cajastur a las que integró Caja Castilla-La Mancha, el primer banco rescatado en España, y posteriormente Caja Cantabria y Caja Extremadura para acabar conformando Liberbank. La supervivencia en Unicaja, sin embargo, solo ha sido de dos años. La caída de Menéndez tiene además un componente simbólico para la plantilla. Durante sus años en la dirección de Liberbank, el ejecutivo fue conocido por la enorme conflictividad social que había en el seno de las antiguas cajas asturianas. La justicia llegó a tumbar tres recortes de empleo y salariales en el banco y en los sindicatos se buscaba que tras la fusión desapareciera del mando. No solo no fue así sino que además ganó enteros en el control de la entidad.

Los sindicatos no tardaron en valorar la salida de Menéndez del banco este jueves. CCOO, sindicato mayoritario en la entidad, explicó que llevaba meses denunciando que las formas de Liberbank se “habían impuesto” en Unicaja. “Por ello, celebramos la decisión adoptada por el consejo de prescindir de Manuel Menéndez y confiamos en que suponga la vuelta a la normalidad en las relaciones laborales, tremendamente dañadas por las formas de hacer autoritarias y unilaterales que se han venido utilizando en los últimos tiempos”, aseguró el sindicato en un comunicado. “Esperamos que las relaciones laborales vuelvan al cauce lógico que siempre ha habido en esta entidad y que se desbloqueen las negociaciones que tenemos y que empiece un nuevo modelo”, expresaban desde UGT. La próxima palabra será del nuevo consejero delegado.

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