Estados Unidos retira estímulos monetarios para reducir el fuego de la inflación

Desde que los efectos de la pandemia empezaron a azotar a Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed), el equivalente al Banco Central Europeo, optó por convertirse en la respiración asistida de la economía del país bombeando oxígeno con dos medidas: por un lado, mantener el precio del dinero en un rango entre el 0 y el 0,25%; por otro, comprar cada mes 120.000 millones de dólares en bonos del Tesoro (80.000 millones de dólares) y activos respaldados por hipotecas (40.000 millones de dólares). Según el banco central, la economía estadounidense ha mostrado una mejoría sostenida en el tiempo, con un fortalecimiento de su actividad económica y empleo, aunque la inflación terminó en una tasa interanual del 5,4% en septiembre, la mayor en 13 años, lo que ha provocado que la Fed haya dado los pasos para empezar a retirar estímulos monetarios (tapering) a partir de este noviembre.

Con esta decisión, tomada de manera unánime por los 11 miembros del Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC), el volumen de compras mensuales de activos financieros se iría reduciendo progresivamente cada mes en 15.000 millones de dólares con el objetivo de acabar completamente con el programa a mediados de 2022. Sin embargo, la Fed señaló que podría ajustar el tapering dependiendo de los “cambios en las perspectivas económicas”, pero se negó a dar más detalles de cuáles serán los motivos que harán que el banco central acelere o frene este proceso.

“Lo que está haciendo la Fed es quitar gradualmente su pie del acelerador, aún no está tocando los frenos”, explicó a elDiario.es el director de estrategia de inversión para CFRA Research, Sam Stovall. Siguiendo con las analogías, el experto explica que las consecuencias no se van a ver inmediatamente sino en 12 o 18 meses, ya que la economía de Estados Unidos es como “el crucero más grande del mundo”: le toma mucho tiempo reducir la velocidad o girar. “La economía no es como una moto de agua, no responde rápidamente a los cambios”, subraya.

Por su parte, los mercados financieros apenas se percataron del anuncio. El mismo día, Wall Street volvió a registrar récords en sus tres principales indicadores después del anuncio de la Fed. Según Stovall, la estrategia del banco central ha sido “transmitir tranquilidad mediante transparencia”, algo muy distinto a lo que pasó en 2013, cuando el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, en lugar de lanzar previamente pequeños avisos –como ha hecho este año el actual presidente, Jerome Powell–, anunció de golpe que reduciría las compras de bonos, que había estado realizando para inyectar dinero en la economía y sacarla del colapso de la crisis del año 2008. El movimiento provocó lo que la prensa bautizó como 'taper tantrum' o el berrinche de los mercados, que resonó no solo en Estados Unidos, sino también en otros países.

“En los próximos tres y seis meses creo que vamos a estar bien (...) Los mercados concluirán que si la Fed cree que la economía es lo suficientemente fuerte como para resistir la disminución, también está lo suficientemente sana como para sostenerse en sus propios pies”, recalcó Stovall, quien dijo que es improbable que ahora se vea un taper tantrum 2.0.

“Pacientes respecto a los tipos de interés”

Además, la Fed deja sin cambios los tipos de interés en el rango de entre 0% y 0,25% y no tiene planes de modificarlos. “Podemos ser pacientes respecto a los tipos de interés”, anotó el presidente de la FED, Powell, ante los periodistas.

Pese a que los futuros de fondos de la Fed señalan que un aumento en el tipo de interés se podría dar como pronto en junio, Stovall indicó que probablemente este incremento se dé en el cuarto trimestre. “Tal vez esperen hasta después de las elecciones de mitad de mandato (el 2 de noviembre) para que no parezca que es algo político”. Idea con la que coincide el jefe de estrategia global del banco de inversión J.P. Morgan, David Kelly, quien dijo a la cadena CNBC: “Lo que están tratando de hacer es marcar un espacio entre lo que han hecho ahora al anunciar el fin del programa (de compra de deuda) y cuándo van a empezar a subir los tipos, porque siempre han dicho que son dos cosas diferentes”.

Los dos componentes claves que harán que el banco central levante o apriete el pie del acelerador son: la mejoría del mercado laboral y la inflación. La recuperación del empleo en Estados Unidos cobró fuerza en octubre, ya que los contratistas estadounidenses agregaron 531.000 nuevos puestos de trabajo en octubre y la tasa de desempleo cayó al 4,6%, el nivel más bajo desde que empezó la pandemia. En septiembre, la Fed rebajó sus previsiones de crecimiento económico hasta el 5,9% este año, frente al 7% estimado hace tres meses; mientras que elevó levemente las de inflación del 3,4% al 4,2% para finales de 2021 –su objetivo es que se mantenga al 2%–.

“Empezar a retirar sus estímulos monetarios es al menos bajar el fuego de debajo de la olla, para asegurarse de que la Fed no contribuya a la inflación. ¿Deberían comenzar a aumentar las tasas de interés? Sí, eso también reduciría las perspectivas de la inflación”, apostilló Stovall.

La retirada de estímulos podría acelerarse si la inflación resulta ser peor de lo esperado, pero eso no estará claro hasta el segundo o tercer trimestre y la Fed lo advertirá con anticipación. Tras su reunión de esta semana, el banco central estadounidense reconoció que la inflación es “elevada” y, como viene a ser habitual, Powell recalcó que esta obedece a factores que son “transitorios”, como los cuellos de botella en las cadenas de suministros globales debido a los efectos de la pandemia y la “fuerte demanda”. “Transitorio no significa necesariamente que vaya a durar poco, significa que hay un evento externo con fecha de caducidad que lo está provocando. Pero no sabemos exactamente cuánto va a durar”, recalcó el presidente de la Fed.