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“Las personas gitanas, cuando buscamos piso, lo primero que tratamos de hacer es 'esconder' nuestra etnia”

Trinidad Jiménez: "Las personas gitanas, cuando buscamos piso, lo primero que tratamos de hacer es 'esconder' nuestra etnia"

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Me llamo Trinidad Jiménez, tengo 32 años y soy de un pequeño pueblo de Asturias. Para situar esto diré que llevo años emancipada, casi siempre compartiendo piso, con trabajo más o menos estable (para como hoy esta España) incluso, los fines de semana también trabajo de extra en un bar de Oviedo. Tengo una conciencia sostenible, o al menos eso intento, viajo todo lo que puedo, me enriquezco con una mente abierta intentando conocer a toda la gente posible y abrir mis fronteras mentales.

Tengo un perro, y amigos PAYOS. Pongo payos en mayúsculas por que se ve que esta sociedad hace diferencias claramente culturales entre unos y otros y como persona “integrada” debo hacer lo mismo, destacar aquí mi multiculturalidad, con este énfasis de que tengo amigos payos, muchos y variados. Hago este apunte porque al ser mujer y gitana se me exige y pide más que a la media. Da igual en qué haya trabajado o estudiado (tengo un grado superior de Diseño Gráfico y me estoy preparando otro de igualdad). Me enjaulan en clichés y coartan mis libertades, prejuzgándome y analizando mis comportamientos como si el solo hecho de pertenecer a mi etnia afirmase mi inadaptabilidad.

Hace unas semanas comencé tranquilamente mi búsqueda de casa (sabemos que es una batalla ardua). Llamé a un par de pisos. Uno ya estaba alquilado y el otro fui a verlo. Era una agencia y sabía que si iba “elegantemente vestida” no me dirían nada, o no sospecharían que soy gitana (porque las personas gitanas cuando buscamos piso, lo primero que tratamos de hacer es “esconder” nuestra etnia). No es la primera ni la última vez que no me alquilan un piso, o no me dan trabajo, o no me toman en serio para 'equis' proyecto por mi etnia y mi cultura. Yo no encajo en los “cánones” de gitana por mi corte de pelo o mi forma de vestir, pero sí por mi físico y por mi nombre y apellidos.

El último piso al que llamé, por el que se ha creado toda esta polémica, me cogió el teléfono la pareja de la propietaria. Muy amablemente me dijo que tenía una agenda muy atareada y que probase más tarde. Insistí varios días sin resultado y opté por mandar un WhatsApp (bendita tecnología). Llegué a ofrecer tres meses por adelantado. Días más tarde, lo que me respondió es lo que se ve en la captura. 

Pienso que las acciones hablan más que las palabras y decidí viralizar su comportamiento (lo publiqué en redes sociales y en 'Historias del alquiler'). Para nosotros no es nada nuevo. Las personas racializadas nos enfrentamos desde el día en que nacemos a esta exclusión, a estos actos antigitanos y racistas, en el colegio, en el médico, en el trabajo, un largo etc...  

Esto no es un hecho aislado. No es la primera ni la ultima vez que me pasa. Esto es el racismo que de verdad hace más daño, que más marginaliza, que más crea guetos, que nos excluye y aparta de la sociedad, dominada por el rol de la mayoría blanca que decide lo que esté bien y lo que está mal, a quien otorgar el sello de ciudadano de primera y a otros nos lanzan a los márgenes. Cada vez que voy a buscar piso o a una entrevista de trabajo tengo el mismo miedo al rechazo. Creo que ahora intentaré compartir piso, para mí es más fácil irme a vivir con otros amigos.

Da igual el trabajo que tengas o lo que te esfuerces por hacer ver que no eres mala persona. Hasta que no exista una conciencia colectiva nada va a cambiar. Mirar para otro lado, minimizar la agresión y escudarse en las malas experiencias es lo fácil. Por eso los gitanos pedimos más conciencia y acción, y menos ser políticamente correcto.

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