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Obligados a ir a la oficina en plena ola de rebrotes: “No entiendo por qué no volvemos a teletrabajar con este riesgo”

Imagen de archivo de una trabajadora en una oficina.

Laura Olías

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Teletrabajaron desde sus casas durante los meses más duros de la pandemia, con el confinamiento, y ahora no entienden por qué sus empresas les obligan a desempeñar sus tareas en la oficina, de forma presencial, en plena ola de rebrotes. Varias trabajadoras explican a elDiario.es que sus compañías, la mayoría grandes empresas, han ido revirtiendo el trabajo a distancia desde el verano o tienen previsto hacerlo en los próximos días, mientras el país mantiene numerosos focos de contagio por coronavirus al alza. Está el ejemplo muy claro de Madrid, pero también de otros puntos como Teruel, León y Navarra, donde los casos aumentan en la última quincena. “Las empresas están intentando volver a la normalidad, pero el escenario en muchos sitios no es normal. En estos meses se ha demostrado que se puede teletrabajar, no entiendo por qué no nos dicen que nos quedemos en casa si existe un riesgo”, opina Ana, trabajadora de un gran banco, que como el resto de protagonistas de este reportaje pide no ser identificada. Ni ella ni la empresa para la que trabaja.

El banco en cuestión habilitó muy rápido el teletrabajo para su personal en marzo, pero en junio la trabajadora tuvo que regresar a la oficina de forma presencial. Solo mantienen la posibilidad de teletrabajar un día, como ocurría antes de la pandemia. La empresa apenas aprobó algunas excepciones entre la plantilla, como el caso de los empleados con hijos, que podían mantener el trabajo a distancia. Para incorporarse, Ana ha tenido que hacerse un test y considera que la entidad bancaria dispone de medidas sanitarias y de seguridad, pero cree que debería volver a facilitar el teletrabajo para minimizar los riesgos de contagio en los lugares más afectados por los rebrotes.

“Todo el mundo dice que no es como en marzo, que se sabe más de la enfermedad, afecta a personas de menor edad y tal, pero ya se habla de colapso en Atención Primaria”, apunta Ana, que recuerda que hay muchas compañías que aún no se plantean la vuelta a las oficinas. “Creo que, tal y como están las cosas, más empresas van a recuperar el trabajo a distancia más pronto que tarde, pero en esta ocasión considero que algunas no se han anticipado al riesgo”, añade.

Esa es también la sensación de María, empleada en una editora de libros situada fuera de la capital que ha llamado a su plantilla a que vuelva a la oficina este lunes, 21 de septiembre, mediante un sistema de turnos. “Tenemos miedo, la situación de Madrid es terrible. Somos muchos los trabajadores que no tenemos otra opción que utilizar el transporte público. Hay más miedo por utilizar el transporte público que por estar en la oficina con el resto de los compañeros”, afirma.

“Al marido de una compañera, que trabaja en una aseguradora, le han dicho que no vuelven hasta noviembre, si es que mejora la situación, y mi marido no tiene fecha de vuelta y teletrabaja en casa. Si hay empresas que están tomando estas medidas de prudencia es porque hay riesgos, no se entiende que otras empresas se empeñen en que la gente vaya a la oficina si pueden teletrabajar”, lamenta María. En la empresa para la que trabaja Patricia, una compañía colaboradora de una gran aseguradora, la plantilla tuvo que regresar a la oficina salvo en casos excepcionales aunque este jueves comenzaban a sonar rumores de turnos rotativos. “Ayer sin ir más lejos solicitó el teletrabajo una compañera porque vive con sus padres mayores y le dijeron que, si no alegaba patologías o dependencia, no se lo concedían”, apunta la teleoperadora.

Al inicio de la pandemia el teletrabajo se aplicó de forma acelerada en muchas empresas, pese a su escasa implementación previa a la crisis, pero con los rebrotes del virus la reacción no está siendo la misma, observa Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas realidades del trabajo de CCOO. “Estamos percibiendo la vuelta al trabajo presencial, en muchos casos a través de vueltas parciales, con parte del tiempo de teletrabajo y otra parte presencial, con la flexibilidad de entrada y de salida, para que no todos los trabajadores vayan a las mismas horas en el metro, por ejemplo”, explica.

Según la XXIII edición del informe 'Infoempleo Adecco: Oferta y Demanda de Empleo en España', durante la primera ola de la pandemia “el 58,5% de las empresas” (excluyendo a las compañías que se vieron obligadas a paralizar por completo su actividad) “optaron por la modalidad del trabajo a distancia” para parte de sus plantillas. Pero no todas pensaban seguir impulsando esta fórmula de organización del trabajo. Solo la mitad de las compañías encuestadas que pueden habilitar el teletrabajo, “el 48,8%”, aseguraban que seguirían “facilitando el teletrabajo en la nueva normalidad”.

La cultura del presentismo

“Cuando dicen que el teletrabajo ha venido para quedarse, suelo decir que depende, hay que verlo. Existen obstáculos objetivos en el ámbito cultural de las empresas que vemos que impiden el trabajo a distancia, como la desconfianza hacia el trabajador, que veremos si se están superando o no”, afirma Carlos Gutiérrez. En una situación normal, los sindicatos mayoritarios abogan por una fórmula mixta de teletrabajo, complementaria al trabajo presencial, pero el responsable de CCOO precisa que en la actualidad hay casos, “como el de Madrid”, en los que la evolución de los rebrotes preocupan “y lo primero siempre es la salud de los trabajadores y del conjunto de la población”.

Este jueves grandes empresarios han compartido públicamente sus recelos sobre el teletrabajo en el Foro Tendencias. “No podemos continuar con él así”, ha afirmado el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, a propósito del trabajo a distancia. “El teletrabajo mata la innovación; el trabajo conjunto de los equipos; el pensar fuera de la caja, el compartir experiencias”. Aunque “nos ha venido de maravilla” para “salir de una situación de crisis brutal”, “necesitamos interactuar, necesitamos tocarnos desde el punto de vista empresarial”, ha añadido Imaz.

Por su parte, el consejero delegado de Abertis, José Aljaro, ha sostenido que “el teletrabajo continuo en casa no es bueno” y ha pronosticado que en el futuro “habrá un equilibrio”. “Incorporar a un nuevo directivo en un país y no ir a verlo me parece que no tiene ningún sentido”, ha añadido el directivo, que ha subrayado que “mirar a los ojos”, el contacto cara a cara es “super importante”, informa Antonio M. Vélez.

“El problema es que la gente cree que el teletrabajo es blanco o negro: no me vemos el pelo o todo el día en la oficina. Y no es así, hay opciones de combinar unos días de trabajo presencial y otros a distancia, que especialmente en las grandes empresas se pueden asumir en muchos casos”, afirma Eva Rimbau, profesora de Recursos Humanos en los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. La docente, especialista en teletrabajo, explica que “el trabajo a distancia al 100% no vale para todas las empresas, porque requiere una cultura muy trabajada y deliberada de trabajo en remoto”, pero sostiene que con fórmulas de organización con un 30% de la jornada semanal a distancia las empresas “no tienen que cambiar prácticamente nada, se pueden adaptar bastante fácilmente”. A partir de un 50 o 60% de la jornada a distancia, “la implantación del teletrabajo sí requiere de más cambios organizativos en las compañías”, afirma.

Eva Rimbau apunta que es cierto que existen costes en la adaptación de las empresas al teletrabajo, para garantizar los medios de los empleados a distancia, especialmente, pero destaca que en ocasiones las reticencias de los empresarios están más vinculadas “al cambio cultural que exige el trabajo a distancia, en el que los directivos tienen que adaptarse y aprender”, sostiene. “Si quieren seguir haciendo las cosas como antes, pues no vale el teletrabajo, pero tiene muchas cosas buenas para los trabajadores y también para las empresas, tanto en materia de costes como en oportunidades para captar talento. Claro que hay que adaptarse. Por ejemplo, controlar el desempeño por los resultados del trabajador y no por su presencia. Hay que dar a los trabajadores confianza, autonomía... Es un cambio de mentalidad”, explica la docente de la UOC. 

“Quieren que estemos todos los días en la oficina”

Lola trabaja en una multinacional de infraestructuras y energías renovables y les están diciendo que a partir del próximo lunes se acabó el teletrabajo, cuenta. En estos momentos, pueden teletrabajar dos o tres días a la semana, pero a partir del 21 de septiembre “quieren que vayamos el 100% de los días a la oficina, no tiene ningún sentido”, lamenta la empleada. “Es una vergüenza”, opina sobre la medida, que confía que este viernes sea revertida por la presión de los trabajadores. “La gente está muy enfadada”, añade.

En el caso de esta multinacional, Lola considera que las reticencias al teletrabajo son “culturales”, porque tienen los medios para poder trabajar desde sus casas. “Durante el confinamiento nos decían que había buenos resultados del teletrabajo, pero mi jefe dice que la decisión viene de arriba, de los superiores que no tienen ni idea de cómo trabajamos”, critica. Desde que su compañía les obligó a volver algunos días a la oficina, la trabajadora asegura que los jefes no ven con buenos ojos pedir más días de teletrabajo. “Si aplican el 100% presencial, creo que no van a ser muy flexibles para las peticiones de trabajo desde casa”.

“Si tus trabajadores llevan seis meses funcionando en remoto, con qué cara les dices ahora que vuelvan a la oficina, que no se puede teletrabajar”, afirma Eva Rimbau, que considera que la pandemia nos deja varias enseñanzas sobre el trabajo a distancia. “Si el teletrabajo ha sido exitoso durante el confinamiento, con la que estaba cayendo, significa que en condiciones normales lo puede ser aún más. Lo que no tenemos que hacer es confundir los problemas del confinamiento con los del teletrabajo, ni creer que el teletrabajo es lo que ha existido en la pandemia”, recuerda, ya que muchas empresas no han facilitado los medios a los trabajadores para prestar sus servicios desde casa, ni se han podido reorganizar para el trabajo a distancia. Los empleados además han tenido que trabajar en muchas ocasiones a la vez que cuidaban a sus hijos, que no tenían escuela, o enfrentaban situaciones psicológicamente complicadas, como el aislamiento fruto del encierro.

Patricia, la teleoperadora para una gran aseguradora, espera que el teletrabajo no sea como el que su empresa aplicó durante la primera etapa de la pandemia. “Ni pagaban nada, ni daban equipos, ni nos ponían los programas. Tengo compañeras que se han comprado el paquete de Office para poder trabajar. Hay gente a la que se le rompieron equipos que tenían en casa de antes, normalitos, y que con la carga de trabajo han petado y nada. Si quieres currar, te lo compras”, lamenta.

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