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Por qué ha salido un accionista con un coco vacío en la junta de Credit Suisse

Economía

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Un coco vacío ha sido una de las imágenes de la última junta de accionistas de Credit Suisse. La entidad ha celebrado este martes en Zúrich el último encuentro anual con inversores antes de ser absorbida por UBS tras el colapso de hace dos semanas. Un accionista ha salido a dar un discurso para cargar contra la gestión de la entidad y se ha servido de una cáscara de coco para mostrar su enfado con los gestores del banco.

Esta peculiar imagen explica uno de los grandes descontentos que ha dejado la operación para salvar a Credit Suisse en Suiza. El coco hace referencia a un producto financiero que ha perdido todo su dinero durante la intervención del Gobierno para vender el banco a UBS. Los CoCos son bonos contingentemente convertibles, como se conoce de manera técnica en el sector financiero.

Estos bonos son un método de financiación de los grupos bancarios para reforzar sus niveles de capital y cumplir con las exigencias regulatorias. Estas emisiones de deuda por parte de los bancos funcionan, de manera general, como otras. El banco acude al mercado y, a cambio de pagar unos intereses, capta fondos de los inversores. Sin embargo, en caso de crisis, estos bonos se convierten en un activo peculiar. Pueden ser convertidos en acciones del banco y, en caso de que la situación sea especialmente delicada, podrán llegar a valer cero. Es por eso que es una inversión con cierto riesgo y que, por tanto, conlleva un coste mayor que otros préstamos.

En el caso de Credit Suisse se ha producido una peculiaridad. A nivel europeo se tiene asumido un cierto orden por el cual los inversores van perdiendo su dinero durante una intervención. Los primeros, según este orden establecido en Europa, en perder su dinero son los accionistas, ya que se lleva el valor del banco a cero antes de ser adjudicado. En caso de ser necesarios mayores aportes de capital, serán los bonistas los que asuman la pérdida. En el caso de Credit Suisse, sin embargo, se ha primado a los accionistas sobre los bonistas. Estos últimos no recibirán nada, mientras que los accionistas se repartirán los más de 3.000 millones que pagará UBS. Es un precio más bajo de su valor bursátil, pero no es cero.

Esta decisión de las autoridades suizas provocó un mayor nerviosismo en los mercados europeos ya que se entendía que los bancos iban a tener mayores problemas para financiarse porque los inversores no querrían comprar CoCos si éstos iban a ser los primeros en perder dinero. Es por ello que tuvo que salir al paso el BCE, con el fin de aclarar que en el resto de Europa se seguirá primando el orden que se ha establecido y que ha funcionado en casos como el del Popular.

La peculiar intervención de este accionista se ha producido durante la tensa junta de accionistas que ha vivido el banco este martes. Los accionistas de Credit Suisse expresaron su ira por la mala gestión de los directivos del banco, que llevará a su absorción por UBS tras el acuerdo alcanzado entre ambas entidades el 19 de marzo. “Siento que esta institución me ha engañado, y que el Gobierno no ha comunicado bien”, afirmó el primer accionista en intervenir, quien aseguró que los responsables de la entidad de 167 años de historia “se durmieron en los laureles durante los últimos 15 años”. “Tranquilos, no he traído una pistola”, aseguró el accionista tras llamar la atención sobre el hecho de las altas medidas de seguridad que rodearon la asamblea de este año, donde la tensión era palpable y se oyeron incluso gritos desde el público.

Vincent Kauffmann, director de la Fundación Ethos, importante accionista compuesta por fondos de pensiones y otros inversores institucionales suizos, aseguró por su parte que ellos habían pedido en numerosas ocasiones que se investigaran las operaciones de riesgo de la entidad y sus numerosos escándalos, que en su opinión “habían arruinado su reputación”. “Debemos asegurarnos de que los accionistas seamos compensados de la mejor forma posible tras las grandes sumas de dinero perdidas, y de que la directiva asuma su responsabilidad en la crisis”, señaló Kauffmann.

En ocasiones las protestas adoptaron tintes casi surrealistas: como el caso del accionista y los cocos y otro que llegó a asegurar que los responsables del banco “en la Edad Media, por acciones como las suyas, hubieran sido crucificados”. “Hace 25 años con una acción de Credit Suisse a 80 francos podríamos haber pagado una cena en un buen restaurante, pero ahora (que vale menos de un franco) no da para un cruasán”, lamentó ese segundo accionista.

El presidente del banco, Axel Lehmann, quien abrió la junta ofreciendo sus disculpas por no haber podido contener la crisis del banco, respondió uno por uno a todos los accionistas tras sus intervenciones, visiblemente contrariado.

“Ustedes tienen la culpa de esto, del daño causado al país, un daño que seguirá siendo visible dentro de unas décadas”, aseguró otro accionista, Francesco de Giorgio, quien dijo sentirse “avergonzado de este completo desastre, como antiguo empleado y actual accionista”. Un representante de la organización de inversores individuales Actares calificó de “fiasco” la gestión del banco tras los muchos riesgos asumidos en años anteriores, que desembocaron en su crisis final y que tuviera que ser comprado por UBS para evitar la bancarrota.

En las proximidades del Hallenstadion de Zúrich, donde se celebra la junta, también hubo protestas, y alguien plantó una barca rota y en una posición que simulaba su naufragio, como símbolo de la caída de Credit Suisse (cuyo logotipo son las velas de un velero). La junta también tuvo espacio para las quejas medioambientales: una representante de accionistas denunció que Credit Suisse ha invertido en un proyecto de extracción de gas en Texas (EEUU) mediante técnicas de fracking que, advirtió, causará daños en el turismo, la pesca y afectará a terrenos sagrados de los pueblos nativos.

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