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Sánchez aborda con Calviño y Díaz hasta dónde llevar la reforma laboral entre presiones de sindicatos y empresarios

Pedro Sánchez habla con Yolanda Díaz en presencia de Nadia Calviño durante la cumbre hispano lusa.

Laura Olías / Irene Castro

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Cita clave de la coalición para enterrar el conflicto interno sobre la reforma laboral. O, al menos, para intentarlo. El presidente del Gobierno preside este martes una reunión con las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz, enfrentadas en este asunto, y varios ministros más del ala socialista con competencias afectadas por la legislación del mercado de trabajo. El encuentro pretende “fijar la posición del Gobierno en la mesa de diálogo social” tras la tregua sellada con el establecimiento de un mecanismo de coordinación ante las disfunciones existentes, según los socialistas, en la negociación que hasta ahora ha llevado en solitario Trabajo, aunque para Unidas Podemos hay discrepancias en el contenido del nuevo marco normativo. En pleno rifirrafe y con un papel decisivo, los sindicatos y empresarios se mantienen a la expectativa tras varios meses discutiendo la reforma con el departamento de Yolanda Díaz y con posiciones contrarias, y muy alejadas, en esta materia.

La convocatoria de la reunión que presidirá el propio Sánchez, y que se celebrará una vez terminado el Consejo de Ministros, es el primer hito del nuevo modelo de negociación que ha pactado la coalición después de que Unidas Podemos denunciara una “injerencia” de Calviño al pretender asumir la coordinación de la reforma laboral. Para el socio minoritario, la presencia de la vicepresidenta económica, firme defensora de la ortodoxia europea, ponía en riesgo los contenidos mientras que los socialistas aseguran que el problema era de método. 

Las posiciones siguen más o menos enquistadas ahí y la resolución del conflicto a través de esa fórmula evidenció que la crisis estaba causada, principalmente, por dos motivos: el liderazgo y protagonismo en una reforma clave para el futuro del país y el Ejecutivo, pero también por el contenido de la legislación, ya que la reunión de este martes se propone “fijar la posición” del Gobierno. Además, el pasado miércoles ya hubo un encuentro interministerial previo al que presidirá Sánchez en el que varios secretarios de Estado abordaron “punto por punto” el borrador de la reforma laboral que está sobre la mesa de los agentes sociales, según fuentes gubernamentales. 

Los socios de coalición llegan así a la cita de este martes, que tendrá lugar después del Consejo de Ministros. A partir de ahí, los ministerios implicados, entre ellos Trabajo (que liderará), Economía, Seguridad Social o Hacienda, mantendrán reuniones todos los martes para preparar los encuentros técnicos del diálogo social y los miércoles para analizar lo abordado con sindicatos y patronal. Ambas partes se atribuyen una victoria: Moncloa consigue que Economía y resto de áreas en manos de los socialistas se sienten en la mesa de la reforma laboral y Trabajo conserva el liderazgo y logra una reunión para poner negro sobre blanco los contenidos. 

Sánchez quiere el consenso de la patronal

Los socialistas sostienen que el acuerdo alcanzado permitirá establecer un funcionamiento adecuado a la negociación de la reforma laboral que, recuerdan, va más allá de las competencias exclusivas de Trabajo en asuntos que tienen que ver con Seguridad Social u otros ministerios. El enfado de Moncloa se produjo a raíz de la propuesta que el departamento de Yolanda Díaz puso encima de la mesa de sindicatos y patronal a mediados de octubre y que asegura que no había sido consensuada previamente con el resto de ministerios implicados, pese a que les afectaba. En Trabajo mantienen que siempre han respetado la “coordinación” interna, pero insisten que durante las negociaciones de diálogo social se trabaja con textos vivos, que incorporan propuestas de unas y otras partes para intentar llegar a soluciones.

Con el nuevo mecanismo, en Moncloa sostienen que no habrá ese tipo de disfunciones. De fondo también subyace el papel protagonista que estaba teniendo la vicepresidenta segunda, a quien no quieren 'regalar' el mérito en exclusiva de la batalla laboral, una importante bandera para la izquierda. 

La obsesión de Moncloa es dejar claro que no hay un problema de contenidos, pero a la vez evita fijar una posición definida respecto a algunos de los asuntos que, según el socio minoritario están en cuestión. Ni la portavoz, ni desde el PSOE, ni el propio Sánchez responden a la pregunta concreta de qué convenio primará (el de empresa o el sectorial), pese a que está claro en el acuerdo programático, o cuál será la propuesta sobre la ultraactividad. “Esas cuestiones es claro que forman parte de la hoja de ruta que comparte este Gobierno y se va a poner en marcha cuando se tenga que abordar esa reforma laboral”, se limitó a contestar el presidente. Lo que enfatiza ahora Sánchez es que el nuevo marco laboral debe armarse con el máximo consenso entre sindicatos y patronal, a pesar de que los empresarios han dejado claro su rechazo a los aspectos clave de la reforma del PP. 

Unidas Podemos confía en una “propuesta única” del Gobierno

Por su parte en Unidas Podemos, que entendían que el debate interno sobre la reforma laboral había concluido, esperan que la reunión de este martes permita cerrarlo definitivamente. Así, confían en que se alcance una “propuesta única del Gobierno para la mesa del diálogo social”, explican fuentes de la formación morada, que recoja lo comprometido en “el acuerdo de Gobierno y el componente 23” de la propuesta enviada a Bruselas

¿Qué cuestiones son las más conflictivas? Nadia Calviño no se ha sumado nunca al discurso de derogación de la reforma del PP, por lo que hay dos elementos de este desmontaje que preocupan mucho en Unidas Podemos: la recuperación de la primacía del convenio sectorial sobre el de empresa y de la ultraactividad indefinida (la prórroga de un convenio colectivo cuando caduca y no se ha acordado uno nuevo). Pero hay más recelos de contenido. 

La reforma laboral que pretende aprobar el Gobierno este año es mucho más que el desmontaje de la legislación de Mariano Rajoy. Aborda problemas estructurales del mercado de trabajo, enquistados durante años, como la excesiva temporalidad, precariedad y paro. En el primero de estos elementos, qué medidas se acuerdan para reducir el gran número de trabajadores temporales, también hay diferencias entre Economía y Trabajo, aseguran fuentes conocedoras de las tensiones internas. 

Reforma con diálogo social, pero ¿con acuerdo?

La pelea dentro de la coalición es seguida de cerca y con máximo interés por parte de los sindicatos y empresarios mayoritarios. Después de meses de negociaciones, el estallido de la crisis ha dejado tambaleante la posición del Gobierno y los agentes sociales están muy atentos a que esta se defina. 

Estos días, los agentes sociales no se han quedado de brazos cruzados. CCOO y UGT han advertido al Gobierno progresista de que debe derogar “sí o sí” la reforma del PP, como se ha comprometido en varias ocasiones con las organizaciones sindicales y no ha llegado a aprobar. Unai Sordo, líder de Comisiones Obreras, ha deslizado ya que, si el Gobierno cambia de posición con la reforma laboral, a lo mejor el sindicato hace lo propio con otras negociaciones críticas, como la de las pensiones. “Pero nadie quiere ese escenario”, apuntó. 

Pepe Álvarez, líder de UGT, ha reiterado una y otra vez en estos días que en el sindicato –vinculado al PSOE– se quedan con las palabras del presidente Sánchez en el Congreso socialista en Valencia, donde prometió poner “punto y final” a la regulación de Rajoy. Fuentes del sindicato reconocen a este medio que hay temor de que el Ejecutivo condicione la reforma al acuerdo con los empresarios, “porque las patronales no van a entrar”. 

Esto es lo que Pepe Álvarez y Unai Sordo denominan “derecho de veto” a los empresarios. Es decir, que si la reforma ha de salir adelante con acuerdo social, esto les da a las patronales la capacidad de bloquear la medida. Simplemente, no sumándose a un pacto. Sordo ha señalado que la reforma laboral del PP dio mucho poder a los empresarios en la negociación colectiva, por lo que es lógico que se resistan a perderlo. 

El líder de los empresarios, de hecho, ha reiterado en medio de esta crisis su oposición a derogar la reforma del PP. “Pero no tenemos derecho a veto, ojalá”, dijo Antonio Garamendi entre risas. La derogación de la reforma laboral del PP también es una proclama y promesa de años de la izquierda, por lo que las patronales no tienen muchos alicientes para apoyarla. No hay que olvidar que la CEOE ya sufre críticas internas –y externas– por respaldar multitud de pactos con el Gobierno progresista, como la reforma de pensiones y los ERTE. 

Con este panorama, el Gobierno se enfrenta a la decisión de definir cuál es su compromiso con la reforma laboral. Qué reforma quiere aplicar. Y, más allá de reafirmar su voluntad de partida, hasta dónde está dispuesto a llegar cuando concluya el periodo de diálogo social. Qué hará si no es posible el acuerdo con los agentes sociales, algo que se antoja muy complicado en varias materias clave. Si este pacto social se considera finalmente una condición o si el Ejecutivo estaría dispuesto a aprobar la reforma comprometida sin los empresarios. 

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